Un estudio de la Universidad Bar-Ilan destaca los posibles beneficios sustentables de las prácticas agrícolas ancestrales

Una investigación liderada por Joel Roskin, de la Universidad Bar-Ilan e Itamar Taxel, de la Autoridad de Antigüedades de Israel, estudia las prácticas agrícolas tradicionales desarrolladas en el período islámico temprano y evalúa sus potenciales beneficios para combatir la creciente escasez de agua y la inseguridad alimentaria en regiones áridas y marginales.

La investigación fue financiada por la Fundación Científica de Israel y publicada en la revista Environmental Archaeology.

El estudio se centra en lo que se llama agroecosistemas hundidos de recolección de agua subterránea (SGHAS, por sus siglas en inglés), utilizados históricamente en regiones de Israel, Irán, Egipto, Argelia, Gaza y la costa atlántica de Iberia. A través de esta técnica, las civilizaciones antiguas, entre los siglos IX y XII, recolectaban agua de lluvia y subterránea al mismo tiempo que enriquecían el suelo mediante material orgánico y desechos urbanos.

Los SGHAS permiten aprovechar recursos locales en suelos arenosos para cultivar alimentos como vegetales, melones, dátiles y uvas. Roskin explicó que “estas agroecosistemas representan un modelo sostenible y adaptable a distintos contextos económicos y culturales”.