Parashat Miketz o punto de inflexión. Reflexión.

“Y aconteció que, al cabo de dos años, el Faraón tuvo un sueño.”
 Génesis 41-1

Punto de inflexión.

La Torá que es la vida misma, nos muestra y enseña que, “lo que nunca cambia es que todo cambia”.

Y encontramos una definición que nos introduce en la temática y es:” eventos clave que modifican las trayectorias vitales y cuyo origen radica en diversas situaciones o acontecimientos ocurridos durante la formación”.

En inglés se denominan turning points.

El elástico vital.

Todo parece un elástico que se estira, o tensa una situación, y al alcanzar un punto o tiempo vuelve a retraerse o destensarse. Una especie de giro en lo que algunos llaman “la rueda de la fortuna”.

Esto se da tanto en la vida de individuos como también en el aspecto grupal en la vida de los pueblos.

Una especie de eructo (emisión de gases acumulados) vital o una válvula de escape, donde se puede avizorar (observar-acechar) la resolución de un evento o un conflicto que constriñe (oprime) y por lo general eleva la angustia hasta el punto mas elevado.

La salvación de Yosef.

Sacado de lo profundo del pozo, hasta interpretar sueños, dar consejos del mas alto nivel profesional, descollar y sorprender, y ser designado Virrey de Egipto.

Final: 

Todo puede cambiar para bien en el momento menos esperado. Siempre hay esperanza. Una luz al final del túnel.

Por eso dicen que, este Miketz o capítulo semanal de la lectura de la Torá coincide o debe coincidir con la fiesta de Janucá o de las luminarias.

Es decir, una sintonía de salvación y luz verdadera y blanca y pura, para Yosef hijo de Yaakov, junto y en otro tiempo, la victoria los Macabeos en su lucha contra los griegos.

Y por ende, nos apropiamos de esa esperanza y de esa luz, que contra toda lógica, nos insufla esa energía (fuerza o inteligencia superior) que todo puede y siempre cambiar/nos para bien en nuestra existencia.

Hoy como ayer, aguardando y luchando, y rezando. Hombre y D’os son socios siempre en la titánica tarea de no dejarse caer (cada uno en su nivel y significado) en la desesperanza ni en la depresión.

Los judíos, no podemos permitirnos ese lujo de desfallecer, que implica decaer o perder el aliento o la fuerza.

Los ojos, como me decía Don Samuel Daitch Z”L (mi padre) “no están en la nuca”.El movimiento siempre es hacia adelante, como el soldado que en Gaza sabe que no debe retroceder, por el contrario siempre avanzar.

El pasado lo propulsa y en la confianza de un futuro mejor anida esa misteriosa fuerza que lo anima siempre, aún frente a realidades y desafíos que se nos aparecen como gigantes, pero que sucumben y se derrumban, ya que sus pies son del barro que es el soporte de los ignorantes y de las bestias asesinas.

¡Shabat Shalom!

¡Januká Sameaj!

Dr. Natalio Daitch

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