Por Paul Weisko
La propuesta del presidente electo Donald Trump de anexar Groenlandia puede parecer poco convencional y perjudicial para el pueblo groenlandés, pero se alinea con las prioridades de seguridad nacional de Estados Unidos ante la creciente competencia con China.
Si bien China está geográficamente distante de Groenlandia, se ha declarado una “potencia del Ártico” y ha aumentado significativamente su participación en los asuntos del Ártico.
Esta participación abarca expediciones científicas, inversiones en lugares estratégicos del Ártico y ejercicios militares conjuntos con Rusia, con el objetivo de impulsar la influencia global de China y competir con Estados Unidos en esta región cada vez más disputada.
La anexión de Groenlandia propuesta por Trump refleja un intento estratégico de eliminar una parte crítica del Ártico de las preocupaciones de seguridad de Estados Unidos.
El interés de China en Groenlandia es evidente en sus inversiones en varias minas y su interés en los vastos recursos minerales de Groenlandia, incluidos los elementos de tierras raras.
Estos elementos son vitales para la industria electrónica moderna y las cadenas de suministro globales, un sector fuertemente dominado por China.
Las tierras raras se han convertido en un foco estratégico para los responsables de las políticas estadounidenses, dada la historia de Pekín de aprovechar su cuasi monopolio sobre su exportación para ejercer presión en disputas geopolíticas.
Las reservas sin explotar de tierras raras de Groenlandia podrían reducir potencialmente la dependencia occidental de China y mitigar el riesgo de un embargo chino, convirtiendo a la isla en un activo estratégico significativo.
La riqueza mineral de Groenlandia se extiende más allá de los elementos de tierras raras para incluir uranio y otros recursos críticos.
Sin embargo, la moratoria a la minería de uranio y la extracción de combustibles fósiles impuesta por el gobierno de Groenlandia, fuertemente influenciado por un partido indígena focalizado en el medio ambiente, ha mantenido estos recursos bajo tierra.
Si bien Estados Unidos y Dinamarca presionaron con éxito a Groenlandia para que rechazara las propuestas de extracción chinas, la moratoria también impidió que Occidente accediera a estos recursos.
Asegurar Groenlandia podría garantizar que Estados Unidos y sus aliados obtengan acceso a estos materiales críticos y, al mismo tiempo, los protejan de la influencia china.
Geopolíticamente, Groenlandia se encuentra en un punto de estrangulamiento crucial para el tráfico naval y submarino en el Atlántico Norte.
El control de Groenlandia reforzaría las capacidades de defensa de Estados Unidos en el Ártico, en particular para monitorear y contrarrestar la posible actividad militar china o rusa en la región.
Las crecientes ambiciones de China en el Ártico, combinadas con su asociación militar con Rusia, amplifican la importancia estratégica de Groenlandia para Estados Unidos.
Por lo tanto, si bien la toma de control de un país dependiente del estado de bienestar danés sería desastrosa para el pueblo groenlandés, Trump no se equivoca cuando dice que anexar Groenlandia podría ayudar a la seguridad nacional de Estados Unidos.
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