Por Ofer Shelah
Comencemos con el punto principal: el acuerdo para liberar a los rehenes debe ser aprobado y completamente implementado, sin importar los costos, el tormento psicológico y el rechinamiento de dientes que implique.
La liberación de los rehenes es el deber primordial de Israel hacia sus ciudadanos, que fueron abandonados una y otra vez, y la conclusión de las negociaciones no hace más que subrayar esta obligación.
Las implicaciones del acuerdo son claras: Israel no provocará el “colapso” de Hamás porque nunca fue capaz de hacerlo.
La negativa de Israel a actuar de la única manera que podría haber presentado una alternativa a la organización terrorista en Gaza, la insistencia en la fuerza y más fuerza debido a motivos políticos, la supervivencia personal y la miopía no hacen más que poner de relieve este simple hecho: desde mayo pasado, si no antes, el camino elegido por el primer ministro, sus ministros y el establishment de defensa ha costado la vida a más de cien soldados y quién sabe cuántos rehenes.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se han visto desgastadas por misiones que no tuvieron ningún impacto en el resultado de la guerra, mientras que la posición internacional de Israel se ha erosionado hasta la médula.
Ninguna de estas acciones cambió la realidad fundamental y solo amplificarán el efecto de la recuperación de Hamás.
Sus futuros líderes saldrán de las cárceles en las próximas semanas, incluso si son deportados a través del Oriente Medio.
No tiene sentido alardear de los logros reales y significativos de la campaña del norte: sus acciones decisivas (la operación de los bípers [buscapersonas], los ataques a la potencia de fuego de Hezbollah y la eliminación de Nasrallah) podrían haberse logrado incluso con un acuerdo en Gaza el pasado mes de mayo.
Solo hay una manera de reparar este fracaso, del que son responsables los mismos responsables de la debacle del 7 de octubre: Israel debe comprometerse plenamente con la iniciativa Biden/Trump para remodelar el Oriente Medio a través de una coalición regional que sirva de contrapeso a los enemigos de Israel.
En el plano interno, Israel debe completar de inmediato las investigaciones de la guerra y los responsables de estos fracasos deben rendir cuentas.
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