Este lugar, antaño la Nueva Sinagoga de Berlín, siempre será recordado porque durante la Noche de los Cristales Rotos, en 1938, fue incendiado por los nazis, aunque un heroico oficial de policía logró salvar al edificio tras echarlos y apagar el incendio.
por Ricardo Angoso
Este lugar es, por antonomasia, el icono de la nueva Berlín judía que emerge de sus cenizas para demostrar al mundo con nuevos bríos y luminosos rayos que la resurrección, después de una larga noche que parecía no terminar nunca, siempre es posible. Pero también esta sinagoga nos sumerge en los recuerdos más siniestros y brutales de la historia reciente de Alemania, concretamente nos remite a la tristemente conocida como la Noche de los Cuchillos Largos, en 1938, que fue una suerte de prólogo del Holocausto y el pistoletazo de salida para la “cacería” de millones judíos en todo el continente, incluyendo Alemania.
El Centrum Judaicum o lo que se llamó en su momento la Neue Synagoge (en español: Nueva Sinagoga) de Berlín, se construyó en la calle Oranienburger entre 1859 y 1866 como la sinagoga central de la comunidad judía de la capital alemana. Fue un importante monumento arquitectónico de la segunda mitad del siglo XIX y tenía un carácter muy innovador. Tiene influencias de la arquitectura noemorisca y guarda parecido con algunos monumentos españoles en ese estilo, como la Alhambra de Granada, ya que los dos arquitectos que trabajaron en tan magna obra se inspiraron en dicho monumento para construir este gran templo judío.
Según hemos podido leer en Wikipedia, “el edificio original fue diseñado por Eduard Knolblauch y, al caer este enfermo, Friedrich August Süller se hizo cargo tanto de su construcción como del diseño y decoración interior. Se inauguró en presencia del entonces conde Otto von Bismarck, quien posteriormente se convertiría en ministro-presidente de Prusia en 1866. El edificio actual es una reconstrucción parcial del original sin la sala mayor, que fue gravemente dañada durante la Segunda Guerra Mundial y posteriormente derruida”. Fuente citada y consultada:
Nueva Sinagoga (Berlín) – Wikipedia, la enciclopedia libre
Seguramente, junto con la sinagoga de Budapest, fue una de las más grandes sinagogas de Europa durante la primera mitad del siglo XX y la mayor de toda Alemania, ya que cuenta con más de 3.200 asientos. Entre los elementos que tenemos que reseñar, hay que destacar la cúpula de más de 50 metros de altura cubierta de ristreles dorados y que la convirtió en famosa más allá de las fronteras de Alemania.
Este templo fue el epicentro de la vida cultural, religiosa y social de la dinámica comunidad judía de los años veinte y treinta, que contaba con más 160.000 personas en su haber y tenía un papel protagónico en la vida cosmopolita, plural y multiétnica de la capital alemana de esos años. Al parecer, el edificio albergó conciertos públicos, incluso un concierto de violín con Albert Einstein, en 1930. Los servicios religiosos eran acompañados de órgano y reflejaban la tendencia liberal de la comunidad judía de aquel tiempo llamado en su momento como “los felices años veinte”.
Después, con la llegada de Hitler al poder, en 1933, todo cambiaría y ese carácter de ciudad abierta, democrática y libre se perdería durante los terribles doce años dominados por los nazis. La población judía se calcula que, en 1939, en apenas seis años de privaciones, prohibiciones y persecuciones, contaba con solamente 80.000 judíos, es decir, uno de cada dos judíos había huido de Berlín. La mayoría de los que se quedaron en lo que ya era una gran ergástula perecerían en los campos de exterminio abiertos por los nazis.
Este lugar, además, es tristemente conocido, como se ha dicho antes, porque fue pasto de las llamas durante la Noche de los Cristales Rotos. Sin embargo, aunque la Nueva Sinagoga ardió durante la Noche de los Cristales Rotos, el valiente teniente Otto Bellgardt, oficial de la policía del distrito, llegó a la escena en la madrugada del 10 de noviembre y ordenó a la muchedumbre nazi que se dispersara. Consiguió que la brigada de bomberos entrara al interior y sofocara el fuego, lo que salvó el edificio de su destrucción total pero no de su abandono por años.
Sobre esta funesta noche escribiría el investigador Robert Gellately. “El ataque lanzado contra los judíos a escala nacional, conocido como la Noche de los Cristales Rotos (“Kristallnacht”), el 9-10 de noviembre de 1938 comenzó en París el 7 de noviembre, cuando un judío polaco de 17 años, Herschel Grynszpan, disparó contra un oficial de baja graduación (Ernst Vom Rath), en la embajada alemana”.
Los nazis utilizaron ese asesinato como la coartada para iniciar un ataque organizado, aunque lo trataron de presentar como la manifestación “espontánea” del pueblo alemán contra los pérfidos judíos, y lanzaron a las hordas enfurecidas y fanáticas contra las instituciones, negocios y viviendas judías. En todo el país se produjeron ataques contra intereses judíos en “respuesta” al ataque al diplomático alemán, asunto que fue sobredimensionado y presentado como “asesinato” en los medios alemanes incluso antes de producirse la muerte, que se aconteció unos días después al hecho criminal. En casi todas las ciudades y pueblos alemanes donde había judíos hubo ataques, incendios de negocios, viviendas e instituciones judías, incluidas decenas de sinagogas, y ataques físicos violentos a los judíos. En un clima de odio y exaltación racista, miles de alemanes participaron en estos hechos y el régimen nazi les hizo partícipes de su programa criminal que apenas acababa de comenzar.
En un informe oficial acerca de estos acontecimientos, el jerarca nazi Reinhard Heydrich informó a Hermann Göring el 11 de noviembre de 1938, basado según sus propias palabras en hechos concretos, que habían sido detenidos 30.000 judíos -la mayoría enviados a campos de concentración-, 36 habían muerto y otros 36 habían resultado heridos de gravedad. Según Gellately, los detenidos podrían haber superado los 30.000, los muertos al centenar y también se produjeron entre 300 y 500 suicidios a raíz de estos hechos y del clima de persecución antisemita que ya se había extendido por todo el país. En definitiva, y en lo que se refiere al caso concreto de Berlín, entre el 9 y el 10 de noviembre de 1938, la mayoría de las sinagogas de la ciudad fueron incendiadas y los comercios y hogares de los judíos fueron saqueados y vandalizados. La destrucción de escaparates, especialmente a lo largo de la calle Leipziger Strasse, dio nombre al pogromo que pasaría la historia de la ignominia de la Alemania nazi.
Los sucesos de la Noche de los Cristales Rotos fue un punto de inflexión en la Alemania nazi, en el sentido de que los nazis habían decidido pasar a la acción tras años de atizar el discurso antisemita en los medios, las escuelas, las universidades y, en general, en todos los lugares públicos. Hasta los sucesos de noviembre de 1938 los nazis habían llevado a cabo acciones de boicoteo de los negocios judíos, actos intimidatorios, medidas políticas y judiciales con el fin de aislar a los hebreos y exhibir un discurso antisemita feroz y brutal, pero la Noche de los Cristales Rotos fue más allá y dio rienda suelta a lo peor que llevaba el nazismo en su interior.
NEXO ENTRE EL PASADO Y EL FUTURO
Tal como hemos podido leer en las páginas de la Comunidad Judía de Berlín, que ha crecido mucho en los últimos años a tenor de la llegada de miles de judíos procedentes de la extinta Unión Soviética y la Europa del Este postcomunista, este proyecto del Cetrum Judaicum pretende erigirse en uno de los pilares fundamentales en la vida comunitaria judía de la capital de la nueva Alemania reunificada tras el final de comunismo y la caída del Muro de Berlín.
“Siguiendo la tradición de la Nueva Sinagoga, la Fundación Nueva Sinagoga de Berlín-Centrum Judaicum se considera un vínculo entre el pasado y el futuro. Con este fin, el Centrum Judaicum tiene la tarea de recopilar y abordar la historia de los judíos en Berlín y sus alrededores. Su objetivo es recordar los logros del pueblo judío y preservar la memoria de los judíos asesinados. Los documentos relevantes se archivan, se evalúan y se publican. En este contexto, la fundación colabora con otras instituciones judías y no judías. Además de la exposición permanente, las exposiciones temporales sirven para hacer concreta y tangible la historia judía”, reza la web de la comunidad judía local. Fuente citada y consultada:
http://www.jg-berlin.org/en/about-us/external-contacts/centrum-judaicum.html
Como nos cuenta un portal de turismo de Berlín, “en 1995 se volvieron a abrir las puertas de las partes restauradas del edificio del Centro Judaico (Centrum Judaicum) con la exposición permanente “Acción a las puertas”. Documenta la historia del edificio y de la comunidad judía en Berlín con fotografías, fragmentos arquitectónicos, objetos de ceremonias, pinturas y documentos. En conexión con la tradición de la Nueva Sinagoga, el Centro Judaico (Centrum Judaicum) es el eslabón entre el pasado y el futuro y sirve de centro de investigación y documentación de la vida judía. La historia judía cobra vida en las exposiciones itinerantes”. Fuente citada y consultada:
https://www.museumsportal-berlin.de/es/museos/neue-synagoge-berlin-centrum-judaicum/

Termino esta breve nota con el texto de la inscripción que se encuentra a las puertas de esta antigua sinagoga ahora convertida en el Centrum Judaicum de Berlín, que bien nos sirve para ilustrar algo de la historia de este mítico e icónico edificio de la capital alemana:
Esta sinagoga tiene 100 años
y fue incendiada el 9 de noviembre
de 1938 por los nazis
en la KRISTALLNACHT
(Noche de los Cristales Rotos)
Durante la Segunda Guerra Mundial 1939-1945
fue destruida en 1943 durante un bombardeo
La fachada de esta casa de Dios
ha de ser para siempre un lugar de advertencia
y permanecer en la memoria
JAMÁS LO OLVIDÉIS
Comunidad Judía de Gran Berlín
El Directorio
Fotos: del autor de la nota
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