Por Yoni Ben Menachem
Los recientes acontecimientos en Turquía marcan una nueva y peligrosa fase en lo que los observadores describen como la continua erosión de las instituciones democráticas por parte del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y sus pasos hacia el establecimiento de un régimen autoritario.
Según estas fuentes, el popular alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, uno de los principales candidatos presidenciales del Partido Republicano del Pueblo (CHP) para las elecciones de 2028, fue arrestado recientemente junto con aproximadamente un centenar de sus asesores.
Se enfrentan a cargos dudosos que van desde corrupción hasta presuntos vínculos con organizaciones terroristas, en particular el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), incluso mientras el gobierno de Erdoğan participa en negociaciones de paz con el mismo grupo.
Aunque Israel se abstiene de interferir en los asuntos internos de Turquía, las voces diplomáticas en Jerusalén consideran que estas acusaciones tienen motivaciones políticas y apuntan a eliminar al rival político más formidable de Erdoğan.
Parece que Erdoğan está decidido a permanecer en el poder de por vida y no está dispuesto a ceder el liderazgo a figuras políticas en ascenso como İmamoğlu, que goza de una popularidad sin precedentes.
Sus tácticas reflejan las de otros autócratas ávidos de poder a lo largo de la historia.
En una acción particularmente sorprendente, Erdoğan orquestó supuestamente la revocación del título académico de İmamoğlu por parte de la Universidad de Estambul en vísperas de su arresto.
Esta descalificación, basada en pretextos endebles, impide a İmamoğlu presentarse como candidato a la presidencia, ya que tener un título universitario es un requisito previo para la candidatura en Turquía. Cabe destacar que obtuvo el título en cuestión hace más de 30 años.
Irónicamente, la propia trayectoria política de Erdoğan comenzó con una lucha contra el autoritarismo. Como ex alcalde de Estambul, enfrentó una represión similar, para luego verse involucrado en la misma dinámica contra la cual alguna vez luchó.
Con el paso de los años, su control del poder parece haberse convertido en una adicción que lo empuja a desmantelar las salvaguardias democráticas.
Los acontecimientos recientes sugieren que la oposición de Turquía se ha fortalecido.
Las protestas contra el arresto de İmamoğlu están ganando impulso y representan una amenaza sin precedentes para el gobierno de Erdoğan. Muchos turcos ven el movimiento para liberar a İmamoğlu como parte de una lucha más amplia para rescatar su democracia.
Más de 1.500 personas han sido arrestadas durante las protestas, pero es dudoso que estas medidas represivas calmen el creciente malestar.
Los analistas israelíes advierten que Erdoğan podría intensificar su respuesta, recurriendo potencialmente a una represión violenta similar a la brutal represión del depuesto presidente sirio Bashar al Assad contra las protestas en Siria en 2011, un escenario que podría incluso llevar a Turquía a una guerra civil.
Sin embargo, también existe un escenario posible en el que el movimiento de protesta podría lograr derrocar al régimen de Erdoğan, dependiendo de la persistencia y determinación de los manifestantes.
La agitación económica alimenta aún más el descontento. La bolsa turca se ha desplomado y el Banco Central ha inyectado 14.000 millones de dólares para evitar el colapso de la lira.
Fuentes diplomáticas especulan que Turquía está atravesando una profunda crisis interna, pero existe la posibilidad de que Erdoğan sea derrocado, ya sea por el movimiento de protesta o incluso mediante un golpe militar. Hasta el momento, los generales militares permanecen al margen, siguiendo de cerca el desarrollo de la situación.
Una evolución de este tipo podría mejorar la estabilidad regional.
Erdoğan ha albergado durante mucho tiempo la ambición de dominar Siria, utilizando su grupo aliado Hayat Tahrir al Sham, liderado por Abu Muhammad al Jolani, para debilitar el régimen de Assad y afirmar su influencia.
En última instancia, las acciones de Erdoğan amenazan tanto la democracia turca como la reputación internacional de la nación: una trayectoria peligrosa que podría reformular el futuro de Turquía y su papel en el Medio Oriente.
Fuente: The Jerusalem Center for Security and Foreign Affairs
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