En curso de colisión: ¿Están Israel y Turquía en camino hacia la confrontación?

Por Jonathan Spyer

Con el respaldo de Turquía a Hamás y las disputas en Siria, el futuro de las relaciones entre Jerusalén y Ankara parece sombrío.

La semana pasada, aviones israelíes atacaron la base aérea T4 y el aeropuerto de Hama en Siria, junto con otras dos bases militares aéreas. La operación, según varios medios hebreos, tenía como objetivo desbaratar los esfuerzos turcos de instalar defensas aéreas y sistemas de radares en los sitios atacados. El ataque israelí forma parte de una confrontación más amplia y inminente entre Ankara y Jerusalén.

Siria es actualmente el frente más activo en esta contienda. Otros puntos de fricción incluyen Judea y Samaria, Gaza y el Mediterráneo oriental. Pero ¿cuáles son las fuerzas que impulsan la disputa y por qué en los últimos meses se ha producido una repentina y acusada escalada en su intensidad? ¿Están Israel y Turquía encaminados hacia una colisión inevitable? El presidente turco, Recep Tayepp Erdogan, y el partido islamista AKP han ostentado el poder en Turquía desde 2002. La presidencia de Erdogan debe verse en términos históricos. El líder turco está comprometido con la transformación de Turquía, tanto internamente como en sus relaciones con el entorno.

La reciente condena del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu, es la última indicación de que Erdogan no tiene intenciones de ceder el poder a través del proceso electoral. En los últimos años, paso a paso, Erdogan ha desmantelado aquellos centros de poder en Turquía que podrían haberlo desafiado: el ejército, los tribunales, los medios de comunicación, todos han sido puestos bajo control. También la oposición política está siendo neutralizada ahora por medios administrativos.

En lo que respecta a las relaciones exteriores de Turquía, la estrategia de Erdogan y sus aliados no ha sido menos transformadora. Ankara ha emprendido una estrategia de reivindicación, alejándose de la postura prooccidental que caracterizó la política exterior turca en los años de la Guerra Fría.

En lugar de aquella orientación pro-estadounidense, Turquía ha emprendido actualmente un camino que combina la alianza con movimientos del Islam político, con una perspectiva revanchista y neo-otomana, en la que Ankara busca afirmar su influencia unilateralmente y luego dominar puntos a lo largo de una amplia franja de territorio que se extiende desde el Golfo hasta Irak y el Levante, a través del Mediterráneo y hasta Libia.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, recibe en el Palacio Presidencial al presidente palestino Mahmoud Abbas el 16 de enero de 2015 Foto:
Yıldız Yazıcıoğlu (VOA) – http://www.amerikaninsesi.com/content/turkiye-cumhuriyetimi-reklam-arasimi/2601892.html Dominio Público

En su afán por convertirse en la potencia dominante de la región, Turquía ha establecido bases militares permanentes en Qatar, Irak, Siria, Somalia, Chipre del Norte y Libia. Ha lanzado operaciones militares contra sus enemigos kurdos en Irak y Siria en 2016, 2018 y 2019, lo que le ha permitido controlar de facto franjas de territorio en ambos países.

En el Mediterráneo oriental, Turquía firmó un tratado con Libia en 2019, reivindicando una vasta Zona Económica Exclusiva (ZEE); si fuese aceptada, daría a Ankara acceso a depósitos de gas natural. El acuerdo no fue aceptado por Grecia, Chipre e Israel.

Se han producido fricciones constantes debido a que Turquía utiliza sus buques de guerra para acosar a los buques que exploran recursos de gas natural en aguas griegas o chipriotas. Está previsto anunciar una ZEE similar con Siria.

En Libia, la intervención de Ankara utilizando fuerzas subsidiarias [proxies] y drones, así como sus propias tropas, condujo a la preservación del Gobierno de Acuerdo Nacional dominado por los islamistas en Trípoli.

En varias zonas, el empleo por parte de Turquía de sus fuerzas estatales ha ido de la mano de asociaciones con movimientos y milicias sunitas locales.

Se trata, por lo general, aunque no siempre, de naturaleza islamista. (En concreto, en el contexto iraquí, Turquía ha trabajado con grupos sunitas no islamistas). En Libia, Irak, Siria y los territorios palestinos, Ankara ha trabajado con fuerzas locales para construir su poder e influencia.

El apoyo de Turquía a Hamás

El apoyo turco a Hamás en el contexto palestino forma parte de este panorama más amplio, como lo es el colapso de las relaciones entre Israel y Turquía, que es el resultado directo de la transformación de Turquía bajo el mando de Erdogan. Tras un aparente breve reacercamiento en el período anterior a octubre de 2023, las relaciones están ahora en su punto más bajo. El 5 de mayo de 2024, Turquía anunció la suspensión inmediata de todo comercio con Israel.

El líder turco ha apoyado abiertamente a Hamás en su guerra contra Israel. Al participar en un servicio de oración para conmemorar el fin del Ramadán el 30 de marzo, dijo: “Que Alá, por amor a su nombre… destruya y devaste al Israel sionista”. En otros lugares, ha comparado al primer ministro Benjamin Netanyahu con Hitler y ha afirmado que Israel tiene intenciones de invadir Turquía.

Una oficina activa de Hamás permanece en Estambul. Fue desde aquí donde se planeó el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes, lo que desencadenó la guerra entre Israel y Hamás de 2014 (Operación Margen Protector). Turquía facilita las actividades de Hamás en toda la región y proporciona pasaportes turcos a sus miembros.

Este patrón de política exterior asertiva y de apoyo al islamismo no es nuevo. ¿Por qué la repentina escalada?

Durante un tiempo, parecía que Irán había emergido como el principal ganador de la fragmentación y el malestar que han azotado al mundo árabe durante las últimas dos décadas. Los representantes de Teherán dominaban el Líbano, Irak y gran parte del Yemen.

Los iraníes parecían haber defendido con éxito a su cliente en Damasco. Eran los principales patrocinadores de las milicias islamistas palestinas. Y donde los iraníes no habían penetrado, el viejo sistema de estados árabes se había impuesto contra los levantamientos islamistas sunitas de la Primavera Árabe, sobre todo en Egipto y Túnez.

Los turcos y sus aliados qataríes, que habían intentado aprovechar la ola del islamismo sunita, parecían haber perdido su apuesta. Pero los acontecimientos ocurridos desde el 7 de octubre de 2023 han alterado drásticamente este panorama. El sistema iraní de apoderados [proxies] ha recibido un duro golpe a manos de Israel.

En el Líbano e Irak, las milicias clientes de Irán se han retirado de la lucha, al menos por ahora. Los daños sufridos por estas milicias permitieron inesperadamente un resurgimiento de las fuerzas islamistas sunitas apoyadas por Turquía en Siria, que finalmente lograron destruir el régimen de Assad.

La marcha de Hay’at Tahrir al Sham desde la provincia de Idlib, protegida por Turquía, a Damasco trae para Israel la posibilidad muy real de que se construya un nuevo régimen islamista bajo la tutela del hostil y agresivo gobierno de Erdogan. Un régimen de este tipo constituiría una nueva y poderosa incorporación a la creciente lista de activos regionales de Turquía.

El despliegue de los sistemas de defensa aérea S-400 de Turquía en Siria dejaría a Israel incapacitado para responder a la agresión o para utilizar el espacio aéreo sirio en su camino hacia Irán. Una nueva Siria poderosa, centralizada e islamista, con un ejército construido por Turquía, constituiría un poderoso instrumento en manos de un presidente turco que ha dejado muy claras sus politicidas intenciones hacia Israel.

Es por esta razón que Israel ha decidido evidentemente que no se puede permitir que exista ningún nuevo régimen yihadista de ese tipo. El patrón de actividad israelí en Siria desde la caída de Bashar al Assad refleja esta decisión.

Todo esto se refleja en la creación de una zona de amortiguación en la provincia de Quneitra; la defensa de que se debería permitir a Rusia conservar sus bases en el oeste, mientras que Estados Unidos debería permanecer en el este; el apoyo a la capacidad militar independiente drusa en el sur; y la determinación de impedir el surgimiento de una nueva y poderosa capacidad militar islamista apoyada por Turquía.
Tras las incursiones aéreas en T4 y Hama, Hakan Fidan, ministro de Exteriores turco y ex jefe de Inteligencia, indicó que Turquía no busca la confrontación con Israel en Siria.

Sin embargo, los intereses y estrategias de los dos países en Siria parecen diametralmente opuestos: las relaciones turco-israelíes ya están envenenadas debido al surgimiento de un gobierno islamista que apoya a Hamás en Ankara, y con Turquía siguiendo políticas agresivas y expansionistas en toda la región. Es probable que se produzca un mayor deterioro.

Fuente: The Jerusalem Post

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