Mas allá de lo evidente

En varias de mis columnas, me he referido a la disciplina que estudia los Conflictos, se trata de la Polemología, es así, que no sólo analiza las causas de los mismos, sino también su evolución, y la posible y probable resolución de éstos, que parte, de cómo gestionar el conflicto de manera tal de acercar a las partes a la etapa de negociación, que es el prólogo a la resolución, la que será definitiva, cuando las partes vean satisfechas, aún de mínima sus aspiraciones y aceptado renunciar a ciertos objetivos, pero logrando consolidar una situación garantizada y duradera de paz.

Sin embargo, más allá de los intereses y objetivos de las dos partes en conflicto, que denominamos “Actores Primarios”, hay otros “Actores Secundarios”, que también, de forma directa o indirecta, tienen sus intereses y objetivos, y por ende, van a ejercer presión o influenciar, en las distintas etapas de negociación y resolución del conflicto, y si esto lo aplicamos a la guerra ruso-ucraniana, nos encontramos que además de Rusia y Ucrania, hay actores secundarios que buscan satisfacer sus intereses geopolíticos y geoeconómicos, como lo son los EE.UU., la UE y CHINA, lo que complejiza las negociaciones y la resolución de dicho conflicto.

Ahora bien, para visualizar esta complejidad, es necesario apelar a la historia, y me voy a remontar a los primeros vínculos entre Ucrania y China. En 1988, fue botado el portaviones soviético Varyav, de la clase Kuznetsov, el cual fue cedido por Moscú a Kiev tras la disolución de la URSS, aunque su construcción sólo se había completado en un 70%, sin embargo, el gobierno ucraniano no continuó con las tareas pendientes para dejar operativo el navío, y fue vendido como “chatarra”, por U$S 20 millones, al empresario Xu Zengyiang del consorcio chino Chong Lot Travel Agency, el que supuestamente no lo destinaría a propósitos militares, sino que lo destinaría a un “casino flotante”.

Es así, que en el año 2000 con los servicios de una empresa de remolcadores neerlandesa, y con tripulación filipina, inició su camino a China, el que no estuvo exento de algunos contratiempos y negociaciones diplomáticas entre Ankara y Beijing, pues por el Tratado de Montreux, de 1936, Turquía se arroga el derecho de circulación por el estrecho del Bósforo a navíos militares, finalmente llegó al puerto Dalian, China, en marzo del 2002,y por supuesto una vez en astilleros chinos, se completó la construcción definitiva del portaviones, al que le fue dado el nombre “Liaoning”, y fue el primer portaviones de la Armada china, que en la actualidad está dotado con modernos cazas navales SU33 y los J70, la versión china del SU27 ruso, además de contar con sistema antimisiles, sistemas antisubmarinos y lanzadores de señuelos antimisil Chaff, y a este navío se le suman hoy dos portaviones más avanzados, de 2da. generación, el Shandong y el Fujian, y son la base para una flota de entre siete a ocho de estos navíos, que tiene previsto Beijing tener operativos para el 2049, cuando se cumpla el centenario de la República Popular China.

Como podemos apreciar, las relaciones entre Beijing y Kiev, no se enmarcan tras el estallido del actual conflicto ruso-ucraniano, aunque es justo señalar, que al menos esas relaciones han sido ambiguas por parte del Gigante Asiático, recordemos que en 2022, China no reconoció la anexión rusa de Crimea, pese a que no apoyó las sanciones occidentales impuestas a Moscú, y que al inicio de la guerra, Xi Jimping declaró, que no apoyaba a Putin en su invasión, aunque no dejó de comprar gas y petróleo ruso, eso sí, a precios bajos, por el caso, en el 2023, compró un 25% de la producción rusa de petróleo, constituyéndose Rusia en el principal proveedor de China de este hidrocarburo, y más del 30% de las exportaciones rusas, tienen como destino al Gigante Asiático, aunque esto represente, apenas el 5% de su mercado importador, lo que nos muestra una relación comercial asimétrica entre Beijing y Moscú.

Por otro lado, los espacios dejados por las empresas occidentales en Rusia, en función de las sanciones aplicadas, fueron aprovechados por empresas chinas, por ejemplo, las automotrices chinas superan el 60% del parque automotor ruso, y ni mencionar en lo que hace al mercado de celulares de última tecnología, y esto le ha facilitado a Putin, equilibrar una economía, afectada por las señaladas sanciones y por el esfuerzo bélico, creando así una dependencia rusa en sus vínculos comerciales con China.

En este escenario, y tras la llegada a la Casa Blanca de Donald Trump, el presidente estadounidense pretende gestionar el cese del conflicto, pero directamente con Putin, dejando de lado, tanto a la UE como a China, y esto podría llevar a Beijing a dejar su política ambigua y apoyar a Kiev, ¿porqué?.

Pues China, más allá del asunto del portaviones, ha invertido y ha tenido intereses en Ucrania, antes del estallido del conflicto, que forman parte de su proyecto la “Ruta de la Seda”, y que como desarrollaré seguidamente, la guerra le ha producido también reveses a Beijing, quizás por eso, Xi Jimping fue el primero en proponer un plan de paz, más allá de que el mismo, fuera algo ambiguo.

Lo cierto es, que antes de estallar el conflicto ruso-ucraniano, el principal socio comercial de Ucrania era China, por el caso, para fines del 2017, había un proyecto de acuerdo para la adquisición de algo más de 3 millones de hectáreas de tierras de cultivo, lo que equivale al 5% del territorio cultivable, y que al presente está destrozado por efectos de la guerra, también para ese mismo año, la firma Huawei ganó una licitación para la instalación de una red 4G, y otra empresa china, la Pacific Construction, iba a invertir U$S 2.000 millones, en una red de subterráneos en Kiev, mientras que la firma Long Yuan Power Group Corporation, en el 2019 instaló un parque eólico en Odesa, y planeaba otra inversión por U$S 1.000 millones, en un mega parque eólico en Donetsk, que obviamente se frustró por el conflicto.

En el 2021, el comercio entre ambos países, alcanzó cerca de los U$S 19.300 millones, y en el que China, importaba un 30% de cebada y un 60% del maíz ucraniano, y también un 60% en mineral de Hierro, mientras que las exportaciones chinas a Ucrania, consistieron en maquinaria industrial, tecnología y bienes de consumo. Para el 2022, la empresa china COFCO, inauguró una terminal para la exportación de granos en Nikolaiev, en la confluencia de los ríos Bug y Inhul, a 65 km del litoral del Mar Negro, que representó una inversión de unos U$S 75 millones, pero con la guerra y el bloqueo marítimo, cesó sus actividades, pero quizás lo más relevante, está en la cuestión de los minerales estratégicos y tierras raras, ambos de importancia para las tecnologías de punta, y que llevó a la empresa china Chengxin Lithium, a negociar por la explotación de 500 mil toneladas de Litio, en Donetsk, inversión que quedó frustrada por la guerra.

Este último tema, enfrentan los intereses de los EE.UU. y China, pues entre los planes del presidente Trump para Ucrania, está hacerse con los recursos minerales ucranianos, a modo de pago, por la ayuda estadounidense al esfuerzo bélico de Kiev, pero también, quiere lo mismo, en los territorios ahora controlados por Rusia, algo sobre lo que Putin ha declarado, que no pone reparos a su explotación, todo lo cual perjudica los intereses chinos.

Por otra parte, no hay que olvidar que desde 1991, cuando Ucrania obtuvo su independencia, tras el colapso de la URSS, fue el principal proveedor de armas de China, y recordemos, que la mayor cantidad de las fábricas del arsenal soviético, estaban asentadas en suelo ucraniano, es así, que en 1992 se firmó un acuerdo bilateral, entre la empresa china Skyrizon y la ucraniana Motor Sich, que fabrica motores para aviones de combate y de transporte, pero ahora, al no poderse cumplir los términos de aquel acuerdo, la firma china ha denunciado al gobierno de Kiev ante los tribunales internacionales , y ha solicitado una compensación por U$S 4.500 millones, sin embargo, el Gigante Asiático tiene como objetivo, estrechar los vínculos comerciales y militares con Ucrania, en particular en el sector armamentístico, pues debido al actual conflicto, el conglomerado de empresas UKROBORON PROM, aumentó la fabricación de armas en casi un 70%, entre ellas, los drones navales utilizados con éxito contra la flota rusa del Mar Negro, que posibilitó romper el bloqueo marítimo, y lo mismo, con los drones terrestres, que le han ocasionado a Moscú, una merma del 20% en la refinación del petróleo, y no se puede dejar de lado, lo que hace a la experiencia militar, en el que Ucrania puede ser un aportante valioso, habida cuenta, que el Ejército Popular Chino, no ha estado en combate, desde su guerra contra Vietnam en 1979, del cual no salió airoso.

Finalizando la columna de hoy, de mi parte hay dos interrogantes, por un lado, ¿el presidente Trump, busca a través de negociaciones directas con el presidente Putin, atraer a su influencia a Rusia, distanciando a ésta de China?, pues es algo que ha quedado explicitado, durante la Conferencia de Seguridad de Munich, en febrero del presente año, con las declaraciones de Keith Kellogg, el enviado especial de Trump para Ucrania y Rusia, quién afirmó, que se le ofrece a Rusia, un Acuerdo tan ventajoso, que dejaría de lado al triángulo China, Irán y Corea del Norte; la otra pregunta es, ¿el reciente Acuerdo entre Kiev y Beijing para las exportaciones agrícolas ucranianas al Gigante Asiático, es un síntoma que China abandona su política ambigua?, pues bien, de consolidarse una alianza chino-ucraniana, Beijing tiene mayores factores geopolíticos y geoeconómicos, para presionar a Moscú, pues Putin sabe bien, que depende demasiado del Gigante Asiático, sin embargo, tal como se dice, que la Política es el arte de lo posible, todo es probable y posible, en síntesis, mientras Washington y Moscú, pueden concretar un acercamiento, lo mismo puede darse entre Kiev y Beijing, y esperando haber demostrado, que la “Guerra Comercial”, entre los EE.UU. y China, tiene también otros escenarios no tan conocidos, como el de la actual puja arancelaria, por todo lo analizado y para terminar, he elegido la frase de aquel Primer Ministro británico de la primera mitad del Siglo XIX, Lord Palmerston, que dijo: “ no hay amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes.”.-