Ser judío en Venezuela

Para condenar las protestas callejeras contra su reciente reelección, que tuvo lugar en julio de 2024 con una fuerte sospecha de fraude, el presidente venezolano Nicolás Maduro no encontró mejor camino que recurrir a un gran clásico del antisemitismo. Las protestas, argumentó Maduro, fueron fomentadas “por el sionismo internacional”.

Un poder oscuro, según él, capaz de insinuarse en todos los aspectos de la sociedad y favorecer “un golpe de Estado” capaz de derrocar su estructura de gobierno.

Palabras que han despertado una nueva alarma entre los judíos venezolanos, una comunidad que alguna vez fue próspera y que hoy se ha reducido a unos pocos miles de personas debido al creciente clima de inseguridad que, desde la época de Hugo Chávez en adelante, ha empujado a gran parte de los nativos a emigrar a otros lugares. Algunos a Israel, algunos a Estados Unidos, algunos a Europa.

“Sin embargo, hubo un tiempo en que la gente venía de Europa a Venezuela para reconstruir sus vidas, con muchas posibilidades de encontrar satisfacción en sus proyectos”, dice la escritora y poeta Jacqueline Goldberg, una de las voces más autorizadas en la escena cultural judía de Caracas y sus alrededores. También es su historia familiar, añade: su padre emigró después de la guerra desde París, donde había nacido y donde había escapado de la persecución nazi en la clandestinidad.

Nos encontramos con Goldberg en Florencia, donde presentó uno de sus libros que acaba de ser traducido al italiano por la editorial Valigie Rosse, gracias a una contribución de la Fundación Ambron Castiglioni: Noi, i salvati. Testimonios de sobrevivientes del Holocausto renacidos en Venezuela. Entre estas páginas, el autor reelabora poéticamente cientos de testimonios de supervivientes del exterminio entregados a la Fundación USC Shoah de Steven Spielberg.

Precariedad existencial

“Su Venezuela era muy diferente a la actual”, explica Goldberg, autora de varios libros dedicados al Holocausto y directora entre 2008 y 2011 del semanario Nuevo Mundo Israelita. “Si entonces era un país que catalizaba la esperanza, hoy los problemas son enormes y están a la vista de todos: un régimen político orientado al totalitarismo, la economía hecha pedazos, una precariedad existencial evidente. Estas son realidades vividas por todos los ciudadanos sin distinción de identidad, pero el mundo judío es sin duda uno de los más expuestos”. Problemas con raíces antiguas y profundas, señala Goldberg, “a pesar de que los venezolanos son en general un pueblo acogedor e inclusivo: lo fueron ayer y lo son hoy”.

Florencia, Italia, fueron una oportunidad para que Jacqueline Goldberg se tomara un descanso y respirara un ambiente diferente durante unos días: “Como muchos judíos venezolanos, también por mi herencia, me siento un poco europea y a caballo entre dos mundos. El mundo que fue y que podría haber sido si las generaciones anteriores no hubieran decidido lo contrario”.

¿Será su mundo futuro? “No lo descarto, es un pensamiento que pasa por mi cabeza todos los días. Sin embargo, precisamente por mi historia familiar, soy muy consciente de las dificultades encontradas con una migración tan exigente, de un continente a otro. No sé si realmente sería capaz de hacerlo. Digamos que se vive un poco al día, suspendido entre el fatalismo y la esperanza de cambio”.

La vida judía transcurre regularmente, a pesar de un clima de creciente antisemitismo registrado incluso por observadores externos como el Centro Wiesenthal. “Ciertamente no vivimos en la clandestinidad: vamos a las sinagogas, celebramos las fiestas y pronto inauguraremos un museo sobre la historia judía de Venezuela en Caracas. Es un proyecto del que se viene hablando desde hace unos años. Finalmente, en breve, se formalizará”.

 

Adán Smulevich

(En la foto: Jacqueline Goldberg, escritora y poeta venezolana, fotografiada en Venecia)