Estocolmo, 8 de diciembre de 1978. Es la noche de la entrega del Premio Nobel de Literatura a Isaac Bashevis Singer, el famoso escritor yiddish, autor de obras maestras como La familia Moskat y El mago de Lubino. Desde el escenario, Singer pronuncia un discurso memorable, un apasionado homenaje a la mame-loshn que “aún no ha dicho su última palabra”. Por otro lado, como reiteraría en una cena en su honor dos días después, hablando en yiddish, “me gusta escribir historias de fantasmas y nada le conviene más a un fantasma que una lengua moribunda” y “cuanto más muerta está una lengua, más vivo está el fantasma”.
Es un momento particularmente feliz, a nivel editorial, por el “redescubrimiento” del gran autor nacido en Leoncin, no lejos de Varsovia, en 1903, y uno de los más grandes intérpretes de la literatura contemporánea. Hace unas semanas la editorial Adelphi, que publica sus novelas desde hace algunos años, varias de ellas inéditas en Italia, envió a imprimir la colección de ensayos A cosa serve la letteratura?, en la que Singer expone sus reflexiones sobre el arte, la literatura, el yiddish y la cultura judía, traducida por Marina Morpurgo. Mientras que el pasado mes de noviembre publicó Viaje a Israel, el relato de su viaje al Estado judío escrito para el periódico yiddish neoyorquino Forverts en 1955.
Singer y su legado literario serán discutidos en el Centro Judío Pitigliani de Roma, en la segunda cita de un ciclo de encuentros dedicados a los innovadores de la cultura judía que comenzó a finales de marzo con un estudio en profundidad de Moisés Maimónides. Para hablar de ello, moderada por Roberta Ascarelli, estarán la editora de la Giuntina Shulim Vogelmann y Elèna Mortara Di Veroli, ex profesora de Literatura Angloamericana en la Universidad de Roma Tor Vergata. “Será una oportunidad para hacer un momento de reflexión y síntesis, enfocándose también en el significado de ese Nobel”, señala Mortara.
“Hay una gran efervescencia en este período histórico en torno a la figura de Singer como escritor, pero también como ensayista, como lo demuestran estos dos lanzamientos recientes”. Mortara también informará sobre un encuentro que tuvo con el autor, en su apartamento de Nueva York, un año después del Premio Nobel. “Naturalmente fue muy emotivo y ya había tenido la oportunidad de asistir a uno de sus discursos en una conferencia. Singer, hay que decirlo, era un artista formidable”. La académica también hablará de su amistad personal con el hijo de la escritora, Israel Zamir Singer, fallecido en 2014, a quien presentó dos años antes en una mesa redonda en su honor organizada por el Centro de Estudios Americanos de Roma.
Israel Zamir nació en Varsovia en 1929 y tras la dolorosa separación de sus padres emigró a Rusia y a la entonces Palestina del Mandato Británico, llegando allí en 1937. Padre e hijo se reencontrarían sólo veinte años después, en 1955, en aquel Viaje a Israel transmitido a la posteridad también a través de las emociones literarias.
Adán Smulevich
