“Y habló Hashem a Moshé, diciendo esta será la ley del leproso cuando se limpiare”
Libro de Levítico 14:1
El poder de la palabra oral y también escrita, no cabe duda es el arma más poderosa, para influenciar la psiquis y el comportamiento de una o más personas.
Los grandes oradores reconocen y saben explotar este inmenso poder en pos de sus intereses políticos, y poder manejar a las masas e inducir determinadas conductas, y hacerlos accionar en forma violenta y en ocasiones fomentar conductas criminales hasta límites de crueldad nunca antes vistos.
El ejemplo más claro es el Holocausto judío o Shoá qué se inició con algunos sencillos discursos en algunas cervecerías olvidadas de las manos de D’os, en Múnich-Alemania.
Lashón Hará
La mala lengua, o hablar mal del otro y andar tras toda clase de chismes. Y de esto se habla en la parashá o capítulo semanal de la Torá denominado Metzorá.
El término Metzorá alude a una afección de los tiempos bíblicos (diferente a la lepra actual), de índole espiritual, que se manifestaba con lesiones diversas en el cuerpo de la persona, en las vestimentas, o en las propias casas.
Era una advertencia de la divinidad, y el alejamiento social y aislamiento, tenían como objetivo que el hombre en estado de impureza pudiera recapacitar sobre su error y rectificar el rumbo.
Es decir, cualquiera, y no necesita ser dirigente o político, puede dañar a su prójimo con la maledicencia. Y destruir vínculos (parejas y familias, o quebrar amistades, hacer perder posibilidades laborales, etc.)
Cualquiera de nosotros, reitero, puede destruir socialmente a su compañero. Hacer añicos sueños y toda clase de ilusiones.
Muerte y vida en poder de la lengua.
Así está sentenciado en el libro de Proverbios 18:21.
Es decir, el poder de las palabras de influir positiva o negativamente en la vida de las personas
El Jafetz Jaim.
Rabino y Talmudista Lituano, cuyo nombre real era Israel Meir Hakohen Kogan (1938-1933), comprendió la gravedad del tópico y escribió un libro sobre este punto.
Final.
En el alma de toda persona, anida las tendencias del buen y mal instinto. Para otros, esta dicotomía está representada por el alma animal y el alma espiritual.
O como en el cuento indio, dos lobos se pelean permanentemente por dominar el corazón humano. Uno compasivo y otro cruel. La resultante de cada acción en la vida de toda persona, es por quién de las dos tomamos partido y a cuál de ellas alimentamos.
En la cosmovisión judía la lucha de la persona es consigo mismo, contra su propio Yetzer o instinto. Se trata sin duda, de “la madre de todas las batallas”.
Esto tiene que ver con el libre albedrío o libertad de elección de toda persona. En cuál de las direcciones “depositar nuestro voto y apoyo”.
Para concluir, las palabras pueden servir para construir puentes o vías de comunicación entre las personas, o, por el contrario, son ladrillos que sirven para construir muros y separar a los hombres.
La Torá es enseñanza y de nosotros depende el rumbo y la elección.
Shavua Tov
Dr. Natalio Daitch
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