DOHA – En una fastuosa visita de Estado a Qatar, el presidente estadounidense Donald Trump fue recibido con una ceremonia de alto protocolo por el emir Tamim bin Hamad Al-Thani, en el marco de su gira por los países del Golfo. El encuentro marcó la segunda escala de su recorrido regional, tras su paso por Arabia Saudita, y antes de su arribo a Emiratos Árabes Unidos.
El Air Force One fue escoltado por cazas F-15 qataríes antes de aterrizar en el Aeropuerto Internacional Hamad. Trump descendió por la escalinata presidencial, donde fue saludado por el emir, en medio de una alfombra roja, honores militares y un desfile de camellos. Más tarde, ambos líderes se reunieron en el Amiri Diwan, donde Trump elogió la arquitectura del edificio y la “hospitalidad colorida” de su anfitrión.
Durante la visita, se anunció un paquete de acuerdos “récord” por un valor estimado en 1,2 billones de dólares, que abarca sectores como la aviación, la defensa, la energía y la computación cuántica. La piedra angular de estos pactos es un pedido de 160 aviones comerciales a Boeing -130 Dreamliner y 30 modelos 777X-, con opciones para adquirir hasta 50 aeronaves adicionales. La Casa Blanca estimó el valor del contrato en unos 96.000 millones de dólares, aunque Trump sostuvo que la cifra final podría superar los 200.000 millones, lo que convertiría al pedido en “el mayor en la historia de Boeing”.
El acuerdo también incluye una compra de tecnología antidrones del sistema FS-LIDS de Raytheon por 1.000 millones de dólares, y drones MQ-9B de General Atomics por 2.000 millones. Paralelamente, se anunció una inversión de 38.000 millones de dólares en la modernización de la base aérea de Al Udeid, clave para las operaciones del Comando Central de Estados Unidos en Medio Oriente.

El director ejecutivo de Boeing, Kelly Ortberg, participó en la ceremonia de firma, mientras Trump mantuvo reuniones con líderes empresariales de los sectores aeroespacial y de defensa. Está previsto que el mandatario se dirija a las tropas en Al Udeid y asista a una demostración aérea.
Regalos, tensiones y controversias
Uno de los aspectos más comentados de la visita fue la propuesta del gobierno qatarí de regalar a Trump un Boeing 7478 de lujo, valorado en 400 millones de dólares. Aunque el presidente defendió públicamente el gesto como una “decisión fiscalmente inteligente”, prometió no usar el avión tras dejar el cargo y destinarlo eventualmente a su biblioteca presidencial. Sin embargo, la iniciativa despertó críticas en Washington, donde el líder demócrata Chuck Schumer calificó el gesto como “una amenaza a la seguridad nacional” y “corrupción descarada”.
En paralelo a los anuncios económicos, la capital qatarí fue también escenario de negociaciones para un posible acuerdo de alto el fuego entre Israel y Hamás. Qatar, que alberga a líderes del grupo terrorista y les brinda visibilidad a través de la cadena Al Jazeera, ha sido mediador clave en los esfuerzos por la liberación de rehenes, incluida la reciente entrega del soldado israelí-estadounidense Edan Alexander.
Qatar, a pesar de su estrecha cooperación militar con Estados Unidos, ha sido blanco de múltiples denuncias internacionales por corrupción y compra de influencias. En Europa, el “Qatargate” salpicó a varios parlamentarios; en Israel, se investiga si Doha financió a asesores cercanos a Benjamín Netanyahu; y en EE. UU., la empresa RTX Corporation acordó una multa de más de 950 millones de dólares por fraudes vinculados a contratos con el emirato.
Pese a las controversias, la visita de Trump consolidó la alianza estratégica entre Washington y Doha, en un contexto de creciente tensión regional por la guerra en Gaza y la amenaza iraní. “Sé que usted es un hombre de paz”, expresó el emir Al-Thani, confiado en que el rol del presidente contribuya a estabilizar la región.
Agencias colaboraron con esta nota de Aurora
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