Luisa Fernanda Zaldúa, nacida en Colombia y radicada en Israel desde hace más de tres años luego de vivir en Chile por más de dos décadas, se ha convertido en una voz clave para la comunidad latina durante la guerra. Su historia combina la decisión personal de hacer aliá, la vivencia del conflicto y un fuerte compromiso por mantener informada a una red de hispanohablantes dentro y fuera del país.
Instalada en la ciudad norteña de Naharíya junto a su esposo chileno y sus dos hijas, Zaldúa cuenta que su decisión de emigrar estuvo impulsada por un deseo profundo de vivir en Israel. “Siempre veníamos a Israel, siempre deseábamos estar en Israel”, recuerda. “Queríamos que nuestras hijas vivieran este país, siguieran con su judaísmo, vivieran este país. Siempre encontraba que esto era un gran país”.
Su vínculo con el judaísmo nació de manera gradual: “Yo vengo de familia católica. Mi esposo es judío, y a lo largo de los veintitantos años que llevamos juntos fui descubriendo el judaísmo”, explica. Hoy, asegura, vive esa identidad con plenitud: “Disfruto, amo el judaísmo. Mis hijas son judías y es un orgullo”.
Pero su historia dio un giro inesperado cuando, meses antes del ataque del 7 de octubre, una explosión sacudió su edificio. Ese episodio fue el punto de partida de una labor informativa que creció rápidamente. “Decidí tomar un grupo de WhatsApp para poder traducir lo que veía en otros medios en hebreo, informar a toda la gente de lo que estaba pasando”, relata. Lo que empezó como una necesidad local se transformó en una red con decenas de grupos y canales en redes sociales, donde colabora junto a otras mujeres. “Con Dana y Judith nos vamos turnando. Pasamos noches sin dormir para poder alternarnos”, cuenta.
Vivir en Naharíya, a solo cinco kilómetros de la frontera con el Líbano, también ha significado enfrentar el miedo y la incertidumbre. “Explotaron tan cerca nuestro que esa sensación de impotencia… quieres cubrir a tus hijas con tus brazos y pides a Dios que eso pueda protegerlas”, narra. Las secuelas son físicas y emocionales: “Estoy con una lesión de rodilla, tobillo y una fractura en el dedo gordo, producto del estrés y de las carreras para protegernos”.
Pese a las dificultades, Zaldúa mantiene firme su propósito. “Yo transmito todo esto del tikún olam. Mi tikún es reparar, ayudar, ser un canal. Estoy segura que mi propósito era este”, afirma. Y añade con convicción: “Nos gusta mucho este país. Vivimos bien acá, dentro de todo lo que estamos viviendo. Somos felices”.
Hoy, su comunidad digital se encuentra bajo el nombre Comunidad Latina en Israel, con presencia en Instagram, Facebook y canales de WhatsApp. Desde allí, continúa informando con un objetivo claro: “No soy periodista, pero con todo el amor del mundo lo que me interesa es compartir en tiempo real la información en español y que todos sepamos en qué territorio estamos, cómo estamos y cómo ayudarnos”.
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