Mauricio Aliskevicius
Estamos enterrados en un fango más pegajoso, más absorvente que el que en Vietnam envolvió no sólo al ejército norteamericano sino a todo el pueblo de ese país.
Estamos metidos en un fango que huele muy mal. Si Vietnam olía a podrido, Gaza no me atrevo a escribir a qué huele.
Pero el hedor llega a los más lejanos rincones de este globo terráqueo que nunca fue verdaderamente muy perfumado, pero que hoy ya resulta insoportable, irrespirable, matador.
Salimos de un conflicto, la Primera Guerra Mundial, no para aprender de ella que en una guerra todos pierden, sino para aprender cómo hacer una segunda más dura y con más muertes que la primera. Si pensamos nada más que en números -uno solo de los muchos temas- estamos diciendo que el no haber aprendido nada bueno en el período 1914-1918, hizo que la cifra de muertes de la Segunda Guerra Mundial se calcule entre cincuenta y sesenta millones. No hay forma de tener una cifra exacta, tampoco hay forma de que los pueblos y los gobiernos hayan aprendido algo más positivo que rearmarse para la tercera.
Pero la tercera guerra mundial ya no se escribirá con mayúsculas, ni mayúsculas ni minúsculas, ya no quedará quien pueda escribir sobre ella.
El señor Yair Golán hizo una declaración estos días, y usó algún término que logró una explosión. Explosión muy parecida a la de una bomba atómica que, centralizada en un punto de nuestra frontera sur, su radiación llegó hasta los sitios más lejanos, y la devastación más desastrosa que la del uranio o plutonio.
No juzgo en absoluto las palabras de Yair Golán, no puedo juzgarlas porque habría que juzgar muchas declaraciones y sobre todo muchos hechos, y las palabras de Golán fueron dichas en medio de estos sucesos:
- Los dichos y hechos de los ministros que hoy nos gobiernan, si lo que hacen se puede llamar gobernar. Un ministro que quiere eliminar la independencia del Poder Judicial, varios ministros que quieren eliminar la democracia que hasta hace poco existía en este país, un ministro que habla poco pero lleva todo el dinero posible de las arcas del Estado a sus -pocos- votantes, un ministro que cada vez que habla desparrama un hedor entre mesiánico y fecal, y todo ello aceptado o comandado por un ministro cuya única preocupación muy claramente a la vista es no ir a la cárcel y que el sufrimiento de la población es lo que menos le preocupa.
Todo esto es mucho más grave que lo que pueda decir una sola persona que no está en el gobierno, ni siquiera en la oposición cuyos voceros son miembros de la Knéset.
- Un auto-coronado Zar de Todas las Rusias, que invade países linderos, libra una guerra en la que van cientos de miles muertos en ambos bandos, y hace temblar a otros países cercanos porque temen convertirse en el segundo capítulo de esa tragedia.
- Lo que queda de un país musulmán, gobernado hoy por un ex integrante del ISIS, la organización terrorista más criminal de la historia (junto con el Hamás gazatí), con medio millón de muertos en la guerra civil y por lo menos otro tanto escapados hacia otros países.
- Otro país con mayoría musulmana que está partido al medio por una guerra civil eterna, y que el bando beligerante además de haberse apoderado de la mitad del país, ahora se divierte disparando misiles a cuanto barco anda cerca, pero lo que es peor aún, tirando misiles hacia Israel, que casi nunca llegan pero que hacen correr a refugios a más de un millón de habitantes. Y no tienen fronteras comunes, sino que están a gran distancia de Israel.
- Un país no musulmán, caracterizado por su población que tiene los ojos rasgados, y un gobierno con mucha paciencia, que en cualquier momento se devora a un país próximo que está en una isla que una vez fue parte del país, pero que la isla sería su primer paso pues se teme que quiere devorarse a todo el globo terráqueo.
- Un país con una historia brillante, opacada los últimos años por una dictadura islámica que asesina tanto a su población como a disidentes y adversarios fuera de sus fronteras, mientras mantiene a ejércitos terroristas proxis en distintos puntos del planeta.
Tenemos cantidad de conflictos bélicos, políticos, enormidad de discursos más explosivos que lo que pueda haber dicho un solo Golán. Tenemos cientos -o miles- de bombas atómicas esperando simplemente que alguien toque un botón, seguramente de color rojo, más peligroso y efectivo que un par de palabras.
Tenemos una guerra en marcha y la mitad de la población pidiendo que se termine.
Tenemos todos los días un muerto más a quien llorar dentro de nuestro ejército.
Tenemos la tremenda necesidad de hacer algo para que nuestro enemigo Hamás libere a los rehenes cautivos, los vivos y los que ya no lo están.
Tenemos a nuestra población partida en dos porque no se aplica la democracia en el llamado a combatir de nuestra gente en edad de servir en el ejército.
EN SINTESIS: nuestros problemas no son lo que dijo Yair Golán o cómo lo dijo, y hay un solo camino para la solución.
Si nuestro gobierno no es capaz de solucionar los problemas, no hay otro camino que elegir otro gobierno.
Si nuestro ejército en casi dos años de lucha no es capaz de lograr la victoria y la devolución de los rehenes, quiere decir que el camino elegido por los gobernantes no es el indicado.
Si los cambios realizados o por realizar de los responsables de que la guerra continúe y los rehenes sigan siendo rehenes, no mejoraron la situación, el camino de cambiar los altos mandos tampoco resultó.
POR TODO LO MENCIONADO, Y MUCHO MÁS QUE NI SIQUIERA MENCIONAMOS PERO QUE TODOS SABEMOS, EL UNICO CAMINO QUE EXISTE, Y ES URGENTE TOMARLO, ES:
NOMBRAR UNA COMISION INVESTIGADORA, INDEPENDIENTE, CAPACITADA, CON TODOS LOS ATRIBUTOS QUE MARCA LA LEGISLACIÓN VIGENTE Y LOS ANTECEDENTES HISTORICOS.
Mientras no se haga seguirán muriendo nuestros soldados, seguirá la población corriendo hacia los refugios, seguirán existiendo rehenes, seguirá nuestro país en estado de guerra y odiado por el mundo todo, sin amigos, sin socios, y el destino final de esta política ciega: sin país.
La entrada No hay dos caminos se publicó primero en Aurora Israel Noticias en Español.
