Jerusalem: una promesa de paz duradera

Queridos amigos:
Este año, al conmemorar Yom Yerushalaim, el Día de Jerusalem, lo hacemos en medio de una profunda tristeza. Nuestra amada Israel sigue en guerra, cargando con el peso de la defensa y la supervivencia, incluso mientras anhelamos con todo el corazón la sanación, la calma y la paz. No obstante, frente a la adversidad, dirigimos nuestros corazones hacia Jerusalem: nuestra capital eterna, nuestra brújula espiritual y nuestro símbolo de esperanza.

Jerusalem es más que un lugar; es una promesa.

Bajo la soberanía israelí, Jerusalem ha garantizado la libertad de culto, ha protegido los sitios sagrados y ha acogido a personas de todas las religiones. Es un testimonio vivo de las raíces profundas del Pueblo Judío en esta tierra y de nuestro compromiso con la paz, la justicia y la dignidad para todos.

Hoy más que nunca, encontramos fortaleza en las palabras del salmista: “Pedid por la paz de Jerusalem: sean prosperados los que te aman. Haya paz dentro de tus muros, y prosperidad en tus palacios”[1].

Jerusalem es el corazón del Pueblo Judío: un corazón que late con apertura hacia el mundo, con fe en nuestra misión moral y con esperanza en el día en que las espadas se conviertan en arados [2].
En este Día de Jerusalem, reafirmamos nuestro vínculo con la ciudad de nuestro pasado y de nuestro futuro – la que ha unido nuestras plegarias por milenios; nuestro compromiso con una Jerusalem que sea tanto la Capital Nacional del Pueblo Judío como una ciudad abierta a todos, que promueva la comprensión entre pueblos y naciones; y nuestra esperanza en el día en que “No alzará espada nación contra nación” [3], y la luz de Jerusalem brille no por el conflicto, sino por una paz verdadera y duradera, Shalom.
Jerusalem es la visión de una capital para el Pueblo Judío y de una fuente de paz y entendimiento para toda la humanidad.

Jerusalem es una parte central del hilo conductor de nuestra historia como pueblo; una señal de nuestra continuidad judía. En este Yom Yerusahalaim celebramos la alegría de poder reencontrarnos con nosotros mismos, como judíos, entre sus estrechas callecitas y frente a la majestuosidad del Monte del Templo. Festejamos la emoción de ser parte de una cadena que nos vincula con generaciones y generaciones de judíos que han logrado, a través nuestro, retornar a Jerusalem – la Ciudad que nunca abandonamos, y que ha sido, es y será siempre el centro mismo de nuestras plegarias -.

Quiera Dios que Jerusalem siga siendo un manantial de fortaleza, inspiración y unidad – y que el año venidero nos acerque a todos a la paz que Jerusalem siempre ha prometido.

Con nuestro profundo agradecimiento a nuestros soldados, los libertadores de Jerusalem, por habernos devuelto la posibilidad de ser uno con la Ciudad de la Unión, de la Luz, de la Paz,

¡Yom Yerushalaim Saméaj!
¡Jazak ve’ematz!

Rabino Carlos A. Tapiero
Vice-CEO & Director de Educación
Unión Mundial Macabi

[1] Salmos 122:6–7
[2] Isaías 2:4; Miqueas 4:3
[3] Idem