Una semana después del doble homicidio de dos empleados de la embajada de Israel, el Museo Judío de Washington reabrió en un clima de duelo, memoria y resistencia. La reapertura fue definida como un acto de fortaleza frente al odio.
Washington DC – La ciudad aún no se repone del impacto causado por el brutal asesinato de Yaron Lischinsky y Sarah Milgrim, dos jóvenes empleados de la embajada de Israel.
Apenas siete días después del crimen que conmovió tanto a la comunidad diplomática como a los residentes locales, el Museo Judío de Washington volvió a abrir sus puertas en un gesto cargado de simbolismo y firmeza.
En el exterior del edificio, decenas de personas se acercaron a depositar flores, velas, cartas manuscritas y fotografías en honor a la pareja. Dentro del museo, se habilitó una sala especial donde se exhiben imágenes de Lischinsky y Milgrim, cuya historia de amor había conmovido a colegas y allegados: según confirmaron fuentes diplomáticas, la pareja planeaba comprometerse esta misma semana.
El presidente del museo, Chris Wolf, encabezó una breve pero emotiva ceremonia de homenaje. “Nos sentimos profundamente afligidos por el dolor y la dualidad”, expresó con la voz quebrada antes de invitar a los presentes a guardar un minuto de silencio. “Hemos lidiado con una profunda tristeza y una búsqueda de significado ante una violencia tan desmedida. Reconocemos la conmoción y el dolor que han revestido a nuestra comunidad”, agregó Wolf, quien también aseguró que la reapertura del museo no marca un retorno a la normalidad, sino “un acto de fortaleza”.
“Es una declaración de que no permitiremos que el odio silencie nuestras voces ni disminuya nuestro compromiso con la construcción de un futuro mejor. Inclusive en nuestra oscuridad podemos alcanzar fortaleza”, dijo el directivo frente a representantes de distintas organizaciones comunitarias y diplomáticos israelíes que participaron de la ceremonia.
Desde su fundación, el Museo Judío de Washington se erigió como un espacio de diálogo y educación sobre la historia y la identidad del pueblo judío en los Estados Unidos. Ahora, su misión adquiere un peso renovado. “Mientras lamentamos la pérdida, estamos reunidos hoy para reafirmar nuestro compromiso ineludible de que el museo cumpla su misión: preservar la historia, entendernos mejor y construir puentes con las diferentes comunidades”, sostuvo el director de la institución, quien no dudó en afirmar que “este compromiso ahora es más importante que nunca”.
La reapertura del museo en medio del dolor fue leída por muchos como una respuesta colectiva frente a la intolerancia y una afirmación de que ni el miedo ni la violencia lograrán silenciar el trabajo de memoria, educación y encuentro entre culturas.
Corresponsal en Washington DC- Samuel Gálvez