La operación tela araña de Ucrania es como la de los bíperes de Israel con Hezbollah – Ignacio Montes de Oca

En lo que podría considerarse un punto de inflexión en el conflicto entre Ucrania y Rusia, las fuerzas ucranianas llevaron a cabo dos operaciones de alto impacto dentro del territorio ruso. Utilizando medios no convencionales y sin participación directa de armamento extranjero, Kiev logró penetrar profundamente en la estructura militar rusa, según explicó el periodista y analista de defensa Ignacio Montes de Oca.

La primera de estas acciones, conocida como “Operación Tela de Araña”, consistió en una compleja maniobra de infiltración en la que camiones conducidos por ciudadanos rusos, sin saberlo, transportaron drones hasta bases aéreas situadas a más de 4.300 kilómetros de la frontera con Ucrania. “Los drones, operados por inteligencia artificial, destruyeron un tercio de los bombarderos estratégicos rusos que estaban siendo utilizados para atacar ciudades ucranianas”, detalló Montes de Oca durante su análisis.

El segundo golpe ocurrió en el estrecho de Kerch, donde Ucrania logró detonar más de una tonelada de explosivos en uno de los pilares del puente que une Rusia con la península de Crimea, anexada ilegalmente en 2014. “Se trata de uno de los sitios más protegidos del país. No solo tiene defensas aéreas y marítimas, sino incluso delfines entrenados para detectar amenazas submarinas”, destacó el analista. A pesar de estas medidas, la operación fue exitosa, debilitando un símbolo clave del control ruso sobre la región.

Las acciones de Ucrania muestran como la inteligencia puede hacer una enorme diferencia en un conflicto bélico. Es David que con una honda y una piedra pueden dañar a Goliat.

Para Montes de Oca, estas acciones envían tres mensajes claros al mundo: “Primero, que Ucrania mantiene un altísimo nivel de ingenio militar y capacidad de resistencia. Segundo, que está lejos de ser derrotada. Y tercero, que aunque Occidente tarde en enviar ayuda, ellos seguirán peleando con sus propios recursos”, afirmó. Además, aclaró que estas operaciones no utilizaron armamento occidental, lo cual refuerza el mensaje de autonomía estratégica.

Otro elemento que surge con fuerza es el debilitamiento del factor disuasivo nuclear de Moscú. “Putin ha amenazado con armas nucleares 212 veces desde que empezó la guerra, pero nunca concretó ninguna de esas amenazas. Además, Rusia ya usó la mayoría de sus misiles estratégicos con cargas convencionales, lo que reduce su credibilidad y su capacidad real de presión”, explicó Montes de Oca.

En cuanto al plano diplomático, la posibilidad de una solución negociada parece más distante que nunca. “Rusia no quiere la paz. Lo que pide es la rendición total de Ucrania, la cesión de territorios y hasta una reforma constitucional. Eso no es negociar, es imponer condiciones inaceptables”, analizó. Por su parte, Ucrania mantiene su exigencia del retiro completo de las tropas rusas y la devolución de más de 20.000 niños secuestrados durante la ocupación.

Mientras tanto, la guerra continúa escalando tanto en el terreno bélico como en el simbolismo: ataques en territorio ruso, puentes dinamitados y bombarderos destruidos configuran una nueva etapa en el conflicto, con implicancias que trascienden lo militar y comienzan a redefinir los límites del poder y la resistencia en el siglo XXI.

Escuche a Montes de Oca.