Al asumir su cargo, el nuevo presidente de AMIA, Osvaldo Armoza, se comprometió a trabajar fuertemente para renovar el reclamo de justicia, ante la impunidad vigente en la causa que investiga el atentado terrorista perpetrado el 18 de julio de 1994 contra la sede de Pasteur 633, que dejó un saldo de 85 personas asesinadas y más de 300 heridas.
“Como presidente de AMIA y profesional del derecho voy a poner todo mi esfuerzo para que se puedan alcanzar avances concretos. La falta de resolución en estas causas es una afrenta moral hacia las familias que, desde hace casi 31 años, lloran y extrañan a quienes les fueron arrebatados por el odio y el terror. Sepan que mi compromiso estará siempre con la memoria y la justicia. El país entero es el que espera, exige y necesita una respuesta”, aseveró en su discurso.
Aquí compartimos el discurso completo:
“Buenas noches. Muchas gracias a cada uno de ustedes por estar hoy aquí, en la casa de nuestra querida comunidad, para escribir un nuevo capítulo en la maravillosa historia de una institución que nos llena de orgullo.
Lamentablemente mientras se está desarrollando este acto, 56 de nuestros hermanos están padeciendo el horror, el aislamiento, la soledad y las vejaciones más inhumanas a manos de los terroristas de Hamás. Desde hace más de 600 días, nuestra mente y nuestro corazón están con ellos y con cada una de las familias de Israel que sufrieron los sangrientos ataques del 7 de octubre. Quiero expresar un reclamo compartido por quienes creemos y defendemos los valores de la democracia, el respeto, la libertad y la vida. Exigimos el urgente regreso de las personas que permanecen secuestradas en el infierno de Gaza. Ya no hay más tiempo. Que vuelvan a sus casas. Que vuelvan a sus casas, ¡YA! Desde aquí renovamos nuestro apoyo incondicional al estado de Israel y su legítimo derecho a defenderse. Anhelamos que muy pronto todos sus ciudadanos puedan vivir en paz.
Tristemente, los argentinos no necesitamos que nos expliquen qué es el terrorismo fundamentalista y cuáles son sus consecuencias devastadoras. El 18 de julio de 1994 en este mismo lugar, así como dos años antes en la sede de la embajada de Israel en Buenos Aires, sufrimos dos crueles ataques que asesinaron a más de un centenar de inocentes, dejaron decenas de heridos, y marcaron a toda la sociedad con una herida que no puede cicatrizar por la falta de justicia.
Como presidente de AMIA y profesional del derecho voy a poner todo mi esfuerzo para que se puedan alcanzar avances concretos. La falta de resolución en estas causas es una afrenta moral hacia las familias que, desde hace casi 31 años, lloran y extrañan a quienes les fueron arrebatados por el odio y el terror. Sepan que mi compromiso estará siempre con la memoria y la justicia. El país entero es el que espera, exige y necesita una respuesta.
Hace unos instantes pudimos ver una síntesis en imágenes de algunos de los principales logros de la gestión que hoy está finalizando. Es realmente trascendente todo lo realizado y por eso quiero dedicar un sentido aplauso para una Comisión Directiva que se despide habiendo desarrollado un trabajo admirable.
Con mis colegas, en esta nueva conducción que hoy asume, venimos con la intención de sumar un nuevo ladrillo a esta fantástica construcción comunitaria que ya lleva 131 años.
Debemos vernos a nosotros mismos como continuadores. Continuadores de un legado que iniciaron aquellos pioneros en 1894 y que se fue nutriendo con el aporte realizado por cada uno de los que asumieron esta inmensa responsabilidad. Venimos para hacer un aporte que no empieza desde cero, si no que se basa en cimentos sólidos.
Queremos una AMIA de puertas abiertas, de mesas largas, de oídos atentos y de corazón sensible. Queremos una AMIA que nos convoque a comprender y atender los desafíos del presente. Que nos despierte el interés por el otro. Que fortalezca el sentido de comunidad a partir del respeto de las individualidades. Creemos en las relaciones humanas que se encuentran en un marco de confianza.
Vivimos un momento sociocultural que parece haber alterado las prioridades. Un contexto complejo que enaltece lo individual sobre lo colectivo, que navega en una superficie de apariencias. Asistimos a una crisis social y de valores. Un tiempo difícil que enaltece el resultado rápido, los atajos y el sálvese quien pueda.
Por eso, necesitamos una AMIA que sea un marco de contención y pertenencia. Un espacio con lugar para todos. Una usina de proyectos pensados para dar respuesta a problemáticas cambiantes.
Proyectemos una AMIA en el que el sentido de comunidad vibre como parte de nuestro ADN y sea la brújula en cada decisión. Que la resiliencia que nos caracteriza nos siga empujando a reparar el mundo.
Hace pocas horas finalizó la festividad de Shavuot. Su historia nos cuenta que todo el pueblo de Israel, a pesar de sus diferencias y de su manera de pensar, pudieron estar juntos alrededor del Monte Sinaí y con un mismo objetivo. Esa fue la fortaleza que nos permitió recibir la sagrada Torá. Siempre que hay unión conseguimos grandes logros. Por eso los convoco a todos a asumir un rol protagónico. A aportar tiempo, ideas y dedicación. Todas las propuestas y la colaboración serán bienvenidas en esta gestión.
Gracias a educadores y Rabinos que me apoyan y colaboran en mi crecimiento, deseando una pronta curación a nuestro mentor, el Rab Levin (Refua Shlema).
Gracias a mi familia por acompañarme y apoyarme en esta nueva etapa, por hacerme sentir que es una responsabilidad que me llega en el momento justo.
Gracias a mis amigos y colegas, especialmente a mi socio, el Dr. Nicolás Mizrahi, que me respalda en este desafío.
Gracias a mis compañeros de Comisión Directiva, integrantes de diferentes agrupaciones, con quienes compartimos el interés común por nuestra kehilá y junto a quienes iniciamos hoy este camino.
Gracias a los socios de AMIA por darnos esta oportunidad. Gracias a las empresas, organizaciones sociales, instituciones comunitarias, donantes individuales, organismos públicos, embajadas, medios de comunicación, aliados nacionales e internacionales, con quienes continuaremos trabajando en proyectos de interés común, y lo más importante, gracias a Hashem por darme todo. Amen que me continúa acompañando.
Quiero hacer también una mención especial y un reconocimiento a cada uno de los colaboradores del staff profesional de AMIA en todas las áreas, por ser quienes llevan adelante la tarea cotidiana con dedicación, talento y compromiso. Sé que AMIA cuenta con un equipo de lujo y espero aprender muchísimo de ustedes.
Dirigentes voluntarios, profesionales, socios, aliados, somos todos partes de una gran familia. Una familia que se nutre de distintas opiniones y pensamientos. Que reconoce el legado de sus ancestros. Una familia que no deja afuera a ningún integrante. Que tiende una mano a quien más lo necesita, que alimenta cuerpo y alma, que transmite sus tradiciones de generación en generación. Una familia que se proyecta hacia el futuro con esperanza.
Esta institución, que fue atacada y reducida a escombros cuando celebraba su centenario, pudo reconstruirse con decisión y valentía, transformándose en un ejemplo de perseverancia y coraje.
Hoy despliega sus programas en áreas tan diversas como Educación, Cultura, Empleo, Discapacidad, Personas Mayores, Niñez, Servicio Social, Voluntariado, Sepelios Comunitarios, Asesoramiento espiritual, Acompañamiento a las comunidades de todo el país, Arte, Juventud y mucho más.
AMIA pone en acción valores que forman parte de nuestra identidad judía y que ayudan a construir puentes con la sociedad en su conjunto. Vamos a continuar fortaleciendo ese camino que busque potenciar el alcance de cada iniciativa y beneficiar a más y más personas.
Los invito a que durante los próximos tres años estemos tan cerca como esta noche. Juntos somos más capaces y más fuertes. Y juntos seremos dignos de la tarea y de un momento histórico que convoca a la participación activa.
Muchas gracias.”