Israel: Geopolítica en el peligroso laberinto de Oriente Medio

Por el Dr. Jorge Alejandro Suárez Saponaro

En este trabajo, analizamos el complejo panorama geopolítico en el cual está inserto Israel, como consecuencia del conflicto desatado el 7 de octubre de 2023.

El conflicto desatado por el grupo terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023 puede entenderse como una verdadera “tormenta geopolítica”, que ha arrastrado —de forma directa o indirecta— a actores tanto regionales como extrarregionales. En este proceso, se destacan una serie de transformaciones clave:

Repliegue iraní y reconfiguración del Eje de la Resistencia:
Irán ha reducido su presencia en Siria y replanteado su estrategia regional, aunque mantiene cierta actividad a través de los hutíes en Yemen. El «Eje de la Resistencia» persiste, pero en una versión fragmentada y defensiva.

Cambio de régimen en Siria y ascenso de Turquía:
La transición política en Siria ha reconfigurado el equilibrio regional, permitiendo a Turquía emerger como un competidor geopolítico de Israel —y de otros actores—. Ankara combina una retórica abiertamente antiisraelí con un apoyo explícito a Hamas, mientras busca reposicionarse como actor clave en Medio Oriente.

Líbano: una tensión contenida:
Líbano cuenta con un nuevo gobierno de orientación prooccidental, mientras Hezbollah se replega tácticamente y permanece expectante. Aunque la organización ha recibido un golpe estratégico, conserva su capacidad militar y su red de financiamiento, en gran parte anclada en la economía criminal. Su influencia estructural en la vida política, económica y social libanesa sigue siendo un obstáculo de fondo para cualquier intento serio de desarme.

Estados Unidos: apoyo sin intervención directa:
Washington mantiene su respaldo político y militar a Israel, pero evita una implicación directa en la crisis palestino-israelí. Las negociaciones con Teherán sobre su programa nuclear y el levantamiento de sanciones han marginado al gobierno israelí. En paralelo, Estados Unidos ha desplegado una estrategia de contención en Yemen —alcanzando un cese del fuego que también excluyó a Israel— y ha fortalecido las capacidades defensivas de Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos.

Unión Europea: distanciamiento progresivo:
En Europa crecen las críticas a la estrategia israelí en Gaza, con varios países —incluyendo España, Irlanda y Noruega— reconociendo al Estado palestino. Francia ha prometido seguir ese camino. Mientras tanto, los acuerdos de cooperación económica con Israel han sido suspendidos y se vislumbran posibles restricciones a la exportación de tecnología y equipamiento militar, lo que podría limitar significativamente a la industria israelí en el mercado europeo.

Egipto y Jordania: tratados de paz bajo presión:
Ambos países han expresado su disconformidad con la postura israelí sobre el desenlace del conflicto. Las crecientes presiones internas reducen el margen de maniobra de sus gobiernos, y la continuidad de los tratados de paz con Israel ya no puede darse por sentada. La estabilidad de estos regímenes está cada vez más entrelazada con la seguridad israelí.

Occidente: antisemitismo y cuestionamiento a la legitimidad de Israel:
El prolongamiento de la guerra en Gaza ha alimentado un clima de antisemitismo en diversas sociedades occidentales y ha reactivado cuestionamientos a la legitimidad del Estado de Israel, incluso en ámbitos diplomáticos y académicos.

Israel: expansión geopolítica y retroceso de la solución de dos Estados:
En el plano territorial, Israel ha intensificado su presencia en los Altos del Golán, Cisjordania, el sur del Líbano y ha ampliado su ocupación en la Franja de Gaza. En este contexto, la idea de una solución basada en «dos Estados» queda reducida, cada vez más, al terreno retórico.

Los actores en el tablero de “ajedrez geopolítico” del Próximo Oriente.

Estados Unidos, el aliado estratégico de Israel, a pesar de las declaraciones altisonantes del presidente Trump contra el grupo Hamas, más allá de mantener su apoyo político y militar a Jerusalén, tiene su propia agenda en la región, que genera reparos al gobierno israelí, especialmente en relación a Irán y las negociaciones que Washington y Teherán llevan a cabo. La caída del régimen de al Assad en Siria, la eliminación de gran parte de la conducción de Hezbollah, incluyendo a su líder Hassan Nasrallah por parte de Israel, parecía haber liquidado el conocido “Eje de la Resistencia” y por ende una derrota para el régimen de los ayatolás.  Al parecer no todo es lo que parece.

El presidente Trump, fiel a su estilo a pesar de las amenazas, su gobierno entabló conversaciones – con mediación de Omán –  con Irán por la cuestión nuclear. Esto es un punto de fricción entre Israel y Estados Unidos.  La hábil diplomacia persa, se caracteriza por saber explotar en su favor las contradicciones de sus adversarios y ganar tiempo a favor de los intereses de Irán.  El temor israelí reside que esta “ganancia de tiempo” sirva para seguir con el programa nuclear militar por parte de Teherán.  ¿Cuál será la “moneda de cambio” de Irán en las negociaciones con Washington? En los grandes medios hablan de ajustar el programa nuclear iraní a la supervisión internacional como preveía el JCPOA o Plan de Acción Integral Conjunto, incluyendo la visita de inspectores estadounidenses a las plantas nucleares iraníes, concesiones que deberían traducirse en el levantamiento de las sanciones internacionales. Posiblemente el repliegue de Siria, sea parte de esta “moneda de cambio”. Al fin de cuentas desde Teherán sabían que el régimen de al Assad era una cáscara vacía. La cumbre de Doha, previo al final de dicho gobierno, hubo conversaciones entre iraníes, turcos y rucos. En el caso de los primeros, pudieron evacuar sin incidentes a sus asesores militares, tropas y diplomáticos. Es indudable que Irán movió sus piezas en el “ajedrez de Oriente Medio” con anticipación.  El presidente Trump, dijo a la prensa que solicitó al primer ministro Netanyahu, de abstenerse de ordenar cualquier ataque contra las instalaciones nucleares iraníes, reconociendo que las conversaciones con Teherán hay optimismo. El líder estadounidense dejó transcender parte del diálogo con el jefe de gobierno israelí: “Le dije que no sería apropiado hacerlo [el ataque a Irán] ahora porque estamos muy cerca de una solución.” Llegado el caso de alcanzar un acuerdo Estados Unidos – Irán por la cuestión nuclear, será mostrado por la narrativa iraní como una gran victoria política del régimen de los ayatolás. Por otra parte, si desde la perspectiva de Trump, mejora las condiciones de los términos del Acuerdo Nuclear en tiempos de Obama, será mostrado como un éxito político para el frente interno. La “paciencia estratégica” de Teherán al parecer está dando resultados.

Trump realizó en abril una gira por los países del Próximo Oriente, estando excluido Israel. El resultado fueron acuerdos en materia de inversiones, ventas de armamento avanzado y el apoyo al programa nuclear civil saudita.  El ex ministro de exteriores israelí Shlomo Ben Ami, señaló en un artículo de opinión (https://www.reuters.com/business/aerospace-defense/us-formally-accepts-luxury-jet-qatar-trump-new-york-times-2025-05-21/) que Israel no fue consultado sobre los acuerdos de índole militar con los países del Golfo Pérsico.  En su momento el gobierno de Estados Unidos apoyaba la normalización entre Israel y los estados árabes, en el marco de una estrategia mucho más amplia, que incluía la aceptación de la existencia de un estado palestino y en el impulso de una arquitectura de seguridad en la región. Según el citado ex ministro israelí, la agenda política de Netanyahu, marginó a Israel de la estrategia de Washington en la región. Trump, decidió marginar a Jerusalén en todo este proceso. Existe un consenso en la región, que no quieren guerras, ni siquiera con Irán. Esto margina a Israel, dado la postura que tiene su gobierno sobre la condición que imponen los saudíes para normalizar las relaciones diplomáticas: la creación de un estado palestino.

El “Eje de la Resistencia” de alguna manera subsiste, reflejado en los hutíes en el Yemen, entorpeciendo la navegación en el Mar Rojo – algo que afecta seriamente a Israel – especialmente con sus acciones en el estratégico estrecho de Bab el Mandeb. En los primeros días de mayo un misil lanzado desde Yemen impactó en el Aeropuerto Internacional de Tel Aviv.  Estados Unidos e Israel lanzaron ataques de represalia, finalmente la Casa Blanca acordó un cese el fuego con los díscolos yemenitas, incluyendo el fin de los ataques a buques estadounidenses en el Mar Rojo. En este proceso, Israel quedó fuera de las negociaciones. En Irak, los iraníes también tienen su presencia y controlan directa o indirectamente a miles de combatientes en las semi oficiales Fuerzas de Movilización Popular y su influencia en el gobierno en Bagdad, dado que el 60% de la población es chiita.

Turquía observa con atención la posible injerencia iraní con las Fuerzas Democráticas Sirias, controladas por los kurdos. Esto quedó reflejado por un mensaje dado por los iraníes: “Tenemos problemas con Turquía respecto a Siria y esperamos que estos asuntos se gestionen con prudencia” como indicó  Fatemeh Mohajerani, portavoz del gobierno.  Esto refleja que el nuevo régimen de Damasco, es endeble y no está alejado de sufrir turbulencias por la competencia geopolítica e inestabilidad.  El gobierno sirio tiene problemas para controlar milicias islamistas, que protagonizaron actos de violencia contra la minoría religiosa alauita, con más de un millar de víctimas. En el caso de los drusos, estos también a fines de abril sufrieron ataques en dos suburbios de Damasco, con decenas de muertos por parte de grupos islamistas radicalizados, sobre los cuales el gobierno de Al Sheraa tiene un control simbólico.

A man drives a donkey-drawn cart past a garbage dump in Deir el-Balah in the centre of the Gaza Strip on October 22, 2024 amid the ongoing war in the Palestinian territory between Israel and Hamas. (Photo by Eyad BABA / AFP)

El avance del islamismo duro en las elecciones locales de 2024 – Yeniden Refah (YRP), dirigido por Fatih Erbakan, hijo de Necmettin Erbakan, el fundador del primer partido islamista turco – sumamente duro con Israel, llevó a Erdogan a endurecer posiciones al frenar el comercio bilateral con Israel, la adhesión a la denuncia sudafricana sobre crímenes de guerra ante la Corte Internacional de Justicia. A pesar del efecto muy limitado de las sanciones económicas impuestas por el gobierno turco a Israel, tiene valor en el marco de la narrativa impulsada por el presidente turco puertas adentro.

Turkey’s President Tayyip Erdogan meets with Ismail Haniyeh, leader of the Palestinian Islamist group Hamas, in Istanbul, Turkey, April 20, 2024. Murat Cetinmuhurdar/Turkish Presidential Press Office/Handout via REUTERS

La caída del régimen de Al Assad, terminó con años del “enemigo previsible” para Israel, abriendo las puertas para que Siria quede en manos de una coalición islamista, donde hay sectores extremistas, ideológicamente afines al grupo Hamas. El titular de exteriores israelí, Gideon Saar señaló que Siria es refugio de miles de integrantes de Hamas y la Yihad Islámica, siendo posible un nuevo “frente” hostil contra Israel. No en vano, las fuerzas israelíes se apresuraron para destruir los arsenales de las fuerzas armadas sirias y evitar que el país vecino se transforma en una nueva Libia, con grupos armados de todos los pelajes, se hicieran con equipamiento militar moderno, entre ellos las dos organizaciones palestinas mencionadas. El mensaje hacia Damasco fue claro, no se tolerará la creación de un estado hostil a Israel, extendiéndose el “llamado” a Turquía, considerando inaceptable para los intereses de Jerusalén, la creación de un “protectorado” turco en Siria. Esto fue fundamento para la ocupación de la zona desmilitarizada de los Altos del Golán, creando un área de amortiguación más amplia para proteger el norte de Israel y evitar que el caos dejado por la salida de Al Assad permita que determinadas regiones sean ocupadas por actores hostiles a los intereses israelíes.

En este clima de desconfianza, con mediación de Emiratos Árabes Unidos, el presidente sirio Ahmed Al Sheraa, reconoció mantener conversaciones indirectas con Israel. La debilidad de su gobierno, obliga al ex líder islamista a establecer canales de diálogo con su vecino. Siria, genera más incertidumbre que certezas. Los problemas de control sobre grupos yihadistas que siguen operando con alto grado de autonomía; la delicada relación con los kurdos, aspecto que es sensible para Turquía. Esto se conecta con decisión del líder Abdullah Ocalán del Partido de los Trabajadores de Kurdistán o PKK, de renunciar no solo a la lucha armada sino a disolver dicha organización. Incluso los kurdos sirios dejaron en claro que no tienen nada que ver políticamente con el PKK, en un intento de alejar la amenaza turca. La postura de Ankara de rechazar cualquier tipo de autonomía kurda bajo el nuevo régimen sirio, abre las puertas para el conflicto y la posibilidad de una intervención militar turca a mayor escala, algo que choca abiertamente con los intereses israelíes. El “neotomanismo” como los expertos definen la política exterior turca en el Próximo Oriente, es abiertamente hostil a Israel.  El mismo presidente turco Erdogan, definió a dicho país como un “estado sionista y terrorista” y calificó al grupo terrorista Hamas como una “organización de liberación”. Para Jerusalén es inaceptable que el Eje de la Resistencia sostenido por Teherán en su momento, sea reemplazado por algo similar bajo auspicios de Ankara con base en Siria.  En este delicado “tablero de ajedrez geopolítico” para Israel tiene gran valor dos piezas claves: los drusos y los kurdos.

La cuestión kurda, es motivo de atención.  En abril de 2025, en la localidad de Qamishi, 400 delegados kurdo sirios, donde exigieron un modelo descentralizado para el futuro de Siria, solicitando la creación de provincias autónomas kurdas. El régimen de Damasco rechazó de pleno dicho pedido, ante la presión turca de negar cualquier posibilidad de autonomía política a los kurdos y que ello pueda ser motivo de exigencias en la misma Turquía. El presidente Erdogan en un vuelo de regreso desde Roma señaló al respecto: “La cuestión de una estructura federal no es más que una quimera. No tiene cabida en la realidad de Siria. Aconsejo (a los kurdos) que no sueñen con una estructura federal ni tomen decisiones que amenacen a la región, sino que tomen medidas que contribuyan a su estabilidad”. Las posturas inflexibles, no hacen más que generar desconfianza entre los actores involucrados, acercando situaciones que deriven en un conflicto armado, más que alejarlas.

libaneses regresan al sur luego del repliegue de Hezbollah

Informes no confirmados, señalan que aviones de combate israelíes operaron cerca de cazas turcos en el interior de Siria en mayo de 2025.  Ankara critica abiertamente a Jerusalén por impedir que el régimen islamista de Damasco se consolide.  A nuestro juicio, Israel y Turquía están en una competencia geopolítica abierta en Siria. La situación es delicada, a tal punto, que Estados Unidos presionó a las partes, donde sostuvieron “conversaciones técnicas” en abril, en Bakú.

Israel puede tener en Rusia, un “aliado” inesperado, para limitar la creciente influencia de Turquía, abiertamente hostil a Jerusalén.  Los recientes ataques de milicias islamistas a la base aérea de Hamaimim – de importancia vital para la rotación de mercenarios rusos desplegados en África – donde al parecer murieron dos soldados del Kremlin, pone en evidencia que existen “intereses” que quieren que Rusia se retire de Siria.  Es posible que Israel se oponga a la retirada rusa del citado país árabe, temiendo que sea interpretado como una completa victoria geopolítica de Ankara.  Las relaciones entre Moscú y Jerusalén con algunos altibajos, siempre fueron bastante fluidas y prueba de ella, que los rusos no tuvieron objeción o reacción alguna, ante los ataques israelíes contra bases iraníes en Siria.  El Kremlin todavía tiene influencia en ciertos grupos, como el caso de la denominada “Sala de Operaciones Sur” en la región de Deraa de Ahmad al Awda, que controla unos 10.000 efectivos, que se suponen siguen a sueldo de Moscú.  Las bases rusas tienen alto valor estratégico para la estrategia de Putin en el Mediterráneo Oriental y el norte de África, por lo tanto, su salida no será para nada fácil, abriéndose un escenario, en el cual impulse la desestabilización por medio de actores radicalizados de las filas de la endeble coalición que se hizo con el poder en la Siria post Al Assad. El peor escenario para Israel es tener un vecino islamista, por lo tanto, Jerusalén pone especial atención a la situación de las minorías étnicas y religiosas en Siria y sus relaciones con el nuevo régimen de Damasco.

Las relaciones con Egipto, no pasan por el mejor momento.  El Cairo, en mayo de 2025, retrasó la designación de un nuevo embajador, ante el reinicio de las operaciones militares en Gaza.  Israel designó un nuevo embajador, Ori Rotman, que está esperando hace cinco meses que sea aceptada su acreditación. Esto podría entenderse como una protesta informal por parte de los egipcios ante los acontecimientos en Gaza. El titular de exteriores egipcios, Badr Abdelatty, criticó las operaciones militares israelíes. El temor de El Cairo, que la presión militar israelí en busca de combatientes de Hamas, genere una crisis mayor y el desplazamiento de millares de palestinos al Sinaí. Egipto tiene que lidiar con problemas sociales y económicos importantes, es inaceptable desde el punto de vista político que loa palestinos abandonen Gaza. Esto puede desatar una tormenta política, dado la postura abiertamente pro palestina de la opinión pública egipcia.  Esto posiblemente motivó al país del Nilo a lanzar una iniciativa de un plan de reconstrucción de Gaza, como respuesta a la excéntrica del presidente Trump, de crear una “Riviera del Oriente Medio” y evacuar a la población gazatí. La iniciativa egipcia, más allá del apoyo retórico de la Liga Árabe, cayó en saco roto, pero sirvió para calmar los ánimos puertas adentro.

El presidente Sirio Al Sheraa.

Las diferencias entre egipcios e israelíes van en aumento, con acusaciones cruzadas. La situación en Gaza, llevó a incrementar la presencia militar de Egipto. Sectores políticos israelíes acusan a los egipcios de violar los términos del acuerdo de paz de 1979, la respuesta de El Cairo vino de la mano del general   Ibrahim al-Masri, miembro del Comité de Defensa y Seguridad Nacional del parlamento egipcio, al señalar: «Egipto se opone firmemente al desplazamiento de los palestinos al Sinaí» y agregó: “Es por eso que se están tomando las medidas necesarias para disuadir a quienes creen que pueden interferir con la seguridad del Sinaí de alguna manera».  Un tema, a nuestro modesto entender, que preocupa a las autoridades cairotas, en una hipotética oleada de refugiadas, se infiltren terroristas de Hamas en el Sinaí, con el objetivo de convertirlo en “santuario”, abriendo las puertas a una situación mucho más delicada. Hasta hace unos años, las fuerzas de seguridad egipcias tuvieron que lidiar con una fuerte presencia de grupos armados islamistas, siendo una amenaza no solo a la estabilidad de Egipto, sino a un activo estratégico y clave para este país: el Canal de Suez.  Dicho país busca por diversos medios mantener lejos el conflicto de Gaza, esto se tradujo en su intervención como mediador por la crisis de los rehenes israelíes y los constantes llamados a un alto el fuego.  La guerra trajo serios perjuicios para una economía ya golpeada, especialmente en el lucrativo negocio del turismo, seguido por las exportaciones de gas y el transporte marítimo. Las actividades de los hutíes en el Mar Rojo, afectando seriamente a la seguridad para el comercio internacional, impactando en el Canal de Suez y en los ingresos que genera para Egipto su utilización.

En el caso de Jordania, tiene que lidiar con presiones externas e internas. La opinión pública jordana se movilizó abiertamente a favor de la causa palestina, siendo capitalizado por la oposición política islamista – vinculada a los Hermanos Musulmanes y cercanos ideológicamente a Hamas – protagonizado por el Frente de Acción Islámica que, en las elecciones de septiembre de 2024, obtuvo 38 bancas de 138 de la cámara baja del Parlamento.  Las relaciones jordano israelíes están en el punto más bajo, reflejado en la adhesión de Ammán a la denuncia por crímenes de guerra impulsada por Sudáfrica en la Corte Internacional de Justicia.  El temor del gobierno jordano, es que la situación en Cisjordania se deteriore y existe una afluencia masiva de refugiados palestinos, junto con los cuestionamientos a la UNRWA, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados palestinos, peligrando su financiamiento que impactaría en los servicios que provee a 2.4 millones de refugiados en la propia Jordania. El mismo rey Abdallah II intervino personalmente para obtener ayuda a dicha agencia internacional.  Los jordanos mantienen la misma postura que los egipcios, sobre cualquier traslado de palestinos a su territorio.  La situación de Jordania es volátil, mientras el frente interno presiona por una postura más dura con Israel, Ammán, depende de dicho país en materia de provisión de agua potable y de energía (40% de las necesidades son cubiertas por un gasoducto que proviene de territorio israelí).  Sectores de izquierda, islamistas, la oposición moderada y líderes tribales, formaron el Foro Nacional en 2022, para “apoyar la resistencia y proteger la patria” crearon un amplio consenso ampliamente antiisraelí, que pone en serios aprietos al monarca jordano.
tropas egipcias en el Sinaí, cerca de Gaza.

El Líbano es otro actor relevante en el tablero geopolítico israelí, más que nada por su debilidad institucional y la larga sombra de Irán a través de su agente proxy: Hezbollah.  Desde la agencia oficial de noticia a fines de mayo de 2025, se informó que un dron israelí atacó objetivos en el sur de dicho país con el saldo de una víctima fatal, siendo según fuentes locales, un empleado municipal realizando trabajos en un pozo de agua. Desde Israel sostuvieron que se llevaba a cabo tareas de rehabilitación de facilidades de Hezbollah. Desde noviembre de 2024, el alto el fuego es una expresión de “buenos deseos” dado que las incursiones de drones israelíes son constantes. Mientras el Líbano niega actividades del citado grupo al sur de río Litani, desde Jerusalén sostienen lo contrario.  Dado las características de esta organización, es sumamente difícil distinguir civiles de milicianos de Hezbollah, cuya finalidad es participar en la reconstrucción de instalaciones civiles que seguramente son funcionales a dicha entidad terrorista. Cabe destacar a pesar del golpe estratégico recibido por parte de las fuerzas israelíes en el 2024, el aparato militar de la agrupación libanesa, mantiene intacto su poderoso arsenal. Su accionar estará supeditado a las decisiones que adopte Irán en la región.  Estados Unidos presiona a Beirut para que desarme de la organización terrorista citada, algo que el presidente libanés Aoun señala como “delicado” en atención que puede derivar en una guerra sectaria. Vale la pena destacar para implementar dicha medida, Líbano precisa del apoyo internacional y esto es muy poco probable. El alto mando del ejército libanés sostiene que avanzó rápidamente en el control del sur del país, asumiendo el control de puestos de control y bases de la organización chiita mencionada.  El primer ministro Nawaf Salam se mostró optimista. Estamos ante una fuerza político militar con fuerte inserción social y con recursos económicos, no solo de la ayuda iraní, sino de los “intereses” que tiene el grupo en la economía criminal, dentro y fuera de la región, con redes que se extienden en África, Europa y América Latina.  En 2008 en el marco del “Proyecto Cassandra” la DEA intentó desmantelar la red de tráfico de armas y drogas del grupo libanés, actividad que genera millones de dólares en ganancias. No solo las drogas reportan ganancias, sino también la minería ilegal en el Norte de África, incluyendo el tráfico ilegal de diamantes y de minerales empleados en la producción de cristales líquidos para computadoras y telefonía celular.  La citada organización terrorista libanesa, tiene recursos propios para financiar su reconstrucción, que llevará tiempo y estará condicionado por la agenda de Teherán en la región y el frente interno libanés.

Un escenario volátil.

Estamos ante la expansión geopolítica de Israel, destacándose una serie de aspectos, entre ellos:

  • La solución de dos estados como respuesta al conflicto palestino israelí, quedó en segundo plano; la caída del régimen de Al Assad, incrementará las tensiones con Ankara, en un marco de competencia geopolítica que se extiende tanto al Mediterráneo Oriental como el Mar Rojo. Actores como los drusos y kurdos, conformarían elementos para moderar y/o condicionar el régimen islamista de Damasco y sus patrocinadores turcos. La cuestión de las bases rusas en Siria, puede ser funcional a los intereses de Jerusalén, impidiendo que un solo actor – Turquía – se consolide en dicho país del Levante.
  • Irán: El Eje de la Resistencia liderado por el régimen de los ayatolás está siendo reconfigurado, con su salida de Siria. El proceso negociador entre Washington y Teherán, genera interrogantes sobre el desarrollo del programa nuclear iraní y su posible derivación en su uso militar. Siendo este el peor escenario para Israel, no solo por el riesgo a su existencia, sino por la escalada regional que ello puede derivar, afectando la tradicional supremacía de Jerusalén en la región.
  • Yemen, más precisamente el norte del país, controlado por el Consejo Político Supremo, denominación del gobierno por los llamados “huties”, actor vinculado a Irán, constituyen una amenaza al tráfico marítimo en el estratégico Estrecho del Bab el Mandeb, teniendo como objetivo los buques mercantes de bandera israelí o que tengan destino hacia Israel. Su capacidad de lanzar misiles balísticos y drones a larga distancia, siguen siendo una amenaza, como quedó demostrado el ataque al aeropuerto internacional Ben Gurión, especialmente para la infraestructura del país. El tráfico en el puerto de Eilat está seriamente afectado, con sus costos asociados para la economía israelí.
  • Turquía emerge como adversario geopolítico, en el marco de sus aspiraciones como potencia regional, utilizando a Siria como plataforma de proyección y la cuestión palestina, como instrumento político para erosionar a Israel. La afinidad ideológica del régimen de Damasco con Hamas y las vinculaciones de dicho grupo terrorista con Ankara, conforman un riesgo cierto para la seguridad israelí.  La competencia se proyecta en el Mediterráneo Oriental, vinculado con la seguridad energética de Israel y el Mar Rojo, de importancia para las líneas de comunicación marítima israelí, pero también espacio de interés de Turquía por su proyección en Sudán y el Cuerno de África.
  • Siria: campo de batalla geopolítico. El régimen de Damasco es endeble y sin ninguna duda el apoyo de Ankara es decisivo.  Rusia aspira a conservar su presencia en dicho país y ello no impedirá la activación de actores internos para presionar al régimen sirio en favor de sus intereses. Irán también mantiene interés y apuesta a la “carta” kurda. A pesar de los gestos del presidente Al Sheraa, en los hechos, generan dudas sobre la moderación de su gobierno y la capacidad de controlar actores radicalizados, amenazando la seguridad del norte de Israel y la estabilidad en Jordania.
  • Jordania. País tradicionalmente pro occidental y con el cual Israel tiene un tratado de paz. la inestabilidad de Siria, la proyección de grupos radicalizados con base en dicho país, en colusión con actores internos – el principal bloque opositor político es ideológicamente afín a Hamas y los Hermanos Musulmanes – son una amenaza a la estabilidad interna del reino hachemita y por ende afecta la seguridad israelí. El incremento del sentimiento antiisraelí en la sociedad jordana, como resultado de la guerra de Octubre en Gaza, impactan en las relaciones entre Amman y Jerusalén, donde existe un claro deterioro.
  • Egipto: el régimen de al Sisi, tuvo un importante papel en garantizar el bloqueo a Gaza y en las negociaciones respecto a los rehenes israelíes. La crisis de Gaza repercute en el frente interno, generando una fuerte presión al gobierno cairota. La propuesta de Estados Unidos de desplazar refugiados al Sinaí, generaron un fuerte rechazo de Egipto como de Jordania, tanto por factores políticos como de seguridad ante el temor de la infiltración de terroristas y estos hagan causa común con grupos locales afines. La profundización de las diferencias políticas en torno a la cuestión palestina entre Jerusalén y El Cairo, alimentan la desconfianza y atentan contra los canales de comunicación entre organismos de seguridad de ambos países. El país del Nilo, juega un papel relevante dado su infraestructura, para el desarrollo de los campos de gas israelíes en el Mediterráneo Oriental.
  • Líbano: el gobierno pro occidental de primer ministro Nawaf Salam, quien abiertamente señalo como un riesgo para la estabilidad de su gobierno la presencia israelí en el sur del Líbano por la amenaza velada de Hezbollah. Sus promesas de desarmar dicho grupo como de facciones palestinas, no parece viable, por la realidad interna libanesa, de alianzas cambiantes y la debilidad propia del Estado libanés, consecuencia de su peculiar conformación desde su nacimiento. Dado la influencia de la organización chiita en la sociedad libanesa, su peso en el Parlamento, medios de comunicación y sus recursos, gracias al financiamiento iraní y la economía “subterránea” (tráfico de drogas, armas, lavado de activos, minería ilegal, etc.) permite mantener una posición relevante, más allá del desgaste político sufrido con el enfrentamiento con Israel, agregándose que gran parte de su capacidad militar está intacta.  Por lo tanto, consideramos que la seguridad del norte israelí seguirá en riesgo.
  • Estados Unidos: aliado estratégico de Israel. La llegada a la presidencia de Donald Trump, generó expectativas en el gobierno de Netanyahu. Más allá del mantenimiento de la ayuda militar y financiera de Washington, pero no mantiene una política activa de buscar una solución al conflicto, más allá de las declaraciones altisonantes del presidente Trump ante la crisis de los rehenes. Fue contraproducente la propuesta de evacuación de la población gazatí a países árabes vecinos. La ayuda humanitaria está en manos de una fundación privada estadounidense, poniendo en evidencia un compromiso limitado y evitando que la crisis de Gaza impacte de lleno a Estados Unidos.  El esfuerzo está orientado a contener a Irán, abriendo conversaciones bilaterales sobre el programa nuclear maginando a Israel. En este contexto, Washington apoya el fortalecimiento de actores como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, y no ejercer ningún tipo de presión directa adherir en el caso de Riad a los “acuerdos de Abraham”.
  • Arabia Saudita: supedita el restablecimiento de las relaciones con Israel, a la solución de “dos estados”.  Logró importantes acuerdos con Estados Unidos que le permitan incrementar su poder militar, apoyo a su programa nuclear civil, por otro lado, apuesta a un mayor grado de autonomía estratégica al aspirar a integrarse al foro de los BRICS. Tiene su propia agenda para transformarse en una potencia regional, teniendo como competidor geopolítico a Turquía.
  • Qatar: mantiene un complejo juego político, en el cual combina el apoyo a Hamas, al régimen islamista sirio y mantiene una relación cercana con Turquía. Maniobra posiblemente para evitar caer bajo la influencia saudita y tener su proyección internacional.  Alberga la principal base de Estados Unidos en la región, garantía para su seguridad frente a diversos actores regionales. La peculiar política exterior qatarí, le permite al Doha, tener una importante gravitación en la política internacional, que compensa vulnerabilidades propias.
  • Unión Europea: se muestra crítica con la estrategia israelí en Gaza, diversos países miembros reconocieron el estado palestino, por una cuestión meramente retórica. Alemania rompió su tradicional postura respecto a Israel y criticó abiertamente al gobierno de Netanyahu. Los acuerdos de cooperación económica quedan suspendidos, agregándose la posibilidad que Francia reconozca a Palestina como Estado. Existe un escenario de sanciones en el plano de la venta de equipamiento militar.
  • Rusia: el papel en la región se ve condicionada por la guerra de Ucrania. Conserva el interés de conservar bases en Siria. Irán tiene un papel relevante como acceso al Índico y sortear el bloqueo impuesto por Occidente. El Kremlin mantiene un papel moderador del régimen de Teherán, como también conserva su influencia política, al integrar al espacio de los BRICS a Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita.
  • La Autoridad Palestina (ANP): solo existe virtualmente. Completamente desprestigiada por la corrupción y autoritarismo. Su debilitamiento implica una escalada de violencia en Cisjordania, obligando a Israel a incrementar el esfuerzo para establecer cierto grado de seguridad con su costo político asociado. El debilitamiento del gobierno de Ramallah, aleja la idea de una solución de “dos estados” más allá de los actos de reconocimiento de la ANP como estado, solo quedan en el plano de la retórica y buenas intenciones.
  • Hamas: militarmente debilitado por las operaciones israelíes en Gaza. Su estrategia “sin tiempo” busca erosionar a su oponente israelí, explotando a su favor la crisis humanitaria derivada de la guerra desatada el 7 de octubre de 2023. Los pocos rehenes supervivientes, son empleados como “moneda de cambio” y como herramienta de guerra psicológica al frente interno israelí.  Hamas y la Yihad Islámica Palestina, seguramente perderán el control del gobierno de Gaza y será reemplazado aparentemente por una autoridad militar de ocupación israelí. Esto servirá para continuar la “resistencia” de alguna manera.  La existencia de actores que patrocinen o “toleren” a Hamas en el exilio, permitirá su supervivencia, manteniendo su actividad terrorista a menor escala, pero seguirá siendo un desafío para la seguridad israelí.

En este análisis observamos que Israel debe hacer frente a una serie de actores con intereses muchas veces contrapuestos. La debilidad de Siria y Líbano para controlar sus periferias, demandan desde la perspectiva israelí, una presencia militar y acciones de represalia, manteniendo un clima de conflicto permanente. Respecto a Gaza, el vacío dejado con el fin del gobierno de Hamas, demandará una importante fuerza de ocupación, con sus costos políticos y económicos asociados. La falta de autoridad en la Franja, abre las puertas para la instalación de otras organizaciones terroristas como criminales, proyectando la amenaza al propio Israel. Este escenario es más complejo, dado que no existiría un interlocutor único, sino abre las puertas para la aparición de “caudillos” o “señores de la guerra” en un escenario realmente caótico, que recuerdan a la Mogadiscio tras la caída de la dictadura somalí del general Barre en 1991.

La debilidad de la Autoridad Palestina y su incapacidad de controlar las facciones armadas palestinas, obligará a una mayor injerencia israelí para mantener el orden y la seguridad. Esto también tiene sus costos políticos y económicos asociados para Jerusalén. La cuestión de la gobernanza de los territorios palestinos, contrarrestar la radicalización, demandan acciones de fondo en el plano interno y externo. La cuestión de los territorios palestinos, se vinculan con la seguridad de la frontera jordano israelí (Valle del Jordán) y el manejo de los recursos hídricos, de vital importancia para el abastecimiento de la población como del sector agrícola. El acceso al agua, sin ninguna duda es factor de conflicto en la región.

El mariscal Al Sisi presidente de Egipto

Israel en su estrategia de defensa debe contemplar la reducción de la dependencia de Europa, tanto en materia de exportación como importación. Chile y España, con su postura de reemplazar a la industria israelí por otros proveedores, es un llamado de atención. Esto se traduce también en la política exterior, donde Jerusalén debe diversificar sus vínculos, incrementando su grado de autonomía estratégica, reduciendo la dependencia política de Washington.

El deterioro de las relaciones entre Israel con Jordania y Egipto, demandan acciones para la seguridad del sur israelí como del Valle del Jordán. El frente norte también merece atención, especialmente ante la inestabilidad de Líbano y el limitado compromiso internacional para el desarme de Hezbollah. En el caso de Siria, la instalación de bases militares turcas y la debilidad del gobierno de Damasco, exigen una especial atención, con el objetivo de impedir la consolidación de un régimen islamista que en un plazo no muy lejano sea un actor hostil y santuario para la reconstrucción de Hamas y otras facciones armadas palestinas.  Turquía como competidor geopolítico, no solo constituye un desafío por su creciente influencia en Siria y sus vinculaciones con Hamas, sino en el plano de la seguridad energética, en relación a las explotaciones de gas en el Mediterráneo Oriental.

El programa nuclear iraní es otra de las preocupaciones estratégicas de Israel, por su posible derivación en el plano militar y alimentar una competencia regional para el acceso a dicha capacidad, como es interés de Arabia Saudita.  Las ambiciones militares de actores regionales, se traducen en un posible escenario de saturación de poder, poniendo entredicho la supremacía israelí en el campo militar.  Irán sigue siendo una amenaza, como queda reflejado por su proxy, los hutíes en el Yemen, logrando serios perjuicios para el tráfico marítimo israelí en el Mar Rojo.

Los daños generados a los grupos terroristas Hamas, Yihad Islámica y Hezbollah, como la caída del régimen de al Assad, son victorias transitorias, ante el reemplazo del Eje de la Resistencia iraní, por un nuevo competidor geopolítico: Turquía. Irán no dejó de ser una amenaza y sigue interfiriendo a través de los hutíes en Yemen, logrando la paralización del puerto de Eilat que conecta el país con el Mar Rojo. Israel está ante un escenario más complejo que antes del 7 de octubre de 2023. Los riesgos a nuestro entender se incrementaron. La situación en Gaza, obligará al gobierno israelí a mantener un régimen de ocupación que insumirá ingentes recursos humanos y económicos, además de la situación en Cisjordania y la necesidad de mantener una estrecha vigilancia en la frontera norte.  El deterioro de las relaciones con El Cairo y Ammán, impactan en la cooperación en materia de seguridad.  Estados Unidos sigue siendo el aliado estratégico de Israel, pero tiene su propia agenda y no ha dudado de actuar de manera inconsulta, especialmente ante los dos adversarios geopolíticos de Jerusalén: Irán y Turquía.  La nueva realidad estratégica, demandará mayores gastos militares, tensiones internas derivadas de las consecuencias políticas de la guerra y de los daños generados a la economía israelí por el conflicto, como cambios en la política exterior, para superar los efectos negativos de los cuestionamientos internacionales a raíz de las operaciones militares israelíes en Gaza. Las amenazas a la existencia del Estado de Israel, no han cesado, sino se han transformado en manos de otros actores o estrategias.

 

Fuente: La Polis