El director del OIEA revela una advertencia directa desde Teherán y reconoce brechas de control en el programa atómico iraní
El director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, alertó que un eventual ataque israelí a instalaciones nucleares iraníes podría tener un efecto contraproducente y consolidar la decisión de Teherán de abandonar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y avanzar en la fabricación de armamento atómico.
En una entrevista exclusiva con The Jerusalem Post, Grossi relató que altos funcionarios iraníes le transmitieron personalmente esa advertencia durante sus recientes contactos en Teherán. El mensaje, si bien podría interpretarse como una táctica de presión psicológica, cobra otra dimensión al provenir directamente del máximo responsable del programa nuclear iraní, subrayó el diplomático argentino.
Grossi, quien ha mantenido reuniones con tres presidentes iraníes y numerosos altos cargos, afirmó: “Un ataque podría tener un efecto amalgamador, solidificando la determinación de Irán –lo diré claramente– de buscar un arma nuclear o retirarse del TNP”.
Capacidad técnica iraní y dudas sobre una ofensiva israelí
El jefe del OIEA confirmó que Irán posee uranio enriquecido suficiente como para fabricar hasta diez armas nucleares si decidiera completar los procesos técnicos restantes, como los mecanismos de detonación. Sin embargo, aclaró que disponer de material no implica tener una bomba operativa: “Todavía falta recorrer un camino complejo en términos de ingeniería, tecnología y ensamblaje”.
Según expertos consultados por el Post, ese desarrollo podría demorar entre varios meses y un año, aunque la preocupación regional es creciente. En ese contexto, Grossi expresó sus reservas sobre la viabilidad de un ataque israelí eficaz, al señalar que muchas instalaciones iraníes -como Fordow y el nuevo complejo subterráneo en Natanz- están profundamente protegidas y serían difíciles de neutralizar sin armamento especializado como el MOAB estadounidense (La GBU-43/B Massive Ordnance Air Blast, conocida popularmente como “Mother of All Bombs” (Madre de todas las bombas), es la bomba no nuclear más poderosa desarrollada y utilizada por el Ejército de los Estados Unidos. .
Supervisión limitada y creciente desconfianza
Grossi denunció que desde 2021 Irán ha restringido severamente el acceso del OIEA a diversas instalaciones, y que desde 2022 incluso expulsó a algunos inspectores. Esta situación ha provocado lo que calificó como una “brecha de conocimiento” sobre las actividades nucleares en curso.
“No se detuvieron las operaciones; simplemente perdimos visibilidad”, explicó. Aun así, aseguró que el organismo mantiene monitoreo periódico sobre los sitios más sensibles, especialmente los de enriquecimiento de uranio.
Además, reveló la existencia de rastros de uranio en lugares no autorizados, una anomalía para la cual Irán no ha ofrecido explicaciones satisfactorias: “Si encontramos esos rastros, es legítimo preguntarse qué estaba ocurriendo allí y dónde está ese uranio ahora”.
El futuro del acuerdo nuclear
En paralelo, Grossi abordó las negociaciones en curso entre Estados Unidos e Irán para intentar revivir un pacto que sustituya al desactualizado JCPOA (Plan de Acción Integral Conjunto sobre el programa nuclear de Irán). Desde la retirada estadounidense del acuerdo durante la presidencia de Donald Trump, Irán ha incrementado su nivel de enriquecimiento de uranio a niveles que superan ampliamente lo estipulado.
“El JCPOA ha quedado obsoleto. Este es un Irán diferente al de hace diez años. Las tecnologías han avanzado, las instalaciones se han multiplicado, y la supervisión internacional se ha debilitado”, explicó.
Grossi insistió en que cualquier nuevo acuerdo deberá contemplar un mecanismo de verificación riguroso con participación activa del OIEA. “No puedo firmar un documento que garantice lo que Irán tiene o no tiene si no tengo acceso total”, advirtió.
Consenso internacional y riesgo regional
El diplomático enfatizó que existe un consenso internacional claro: evitar que Irán se convierta en una potencia nuclear. “Dondequiera que voy, escucho lo mismo: ‘Irán no debe tener un arma nuclear’. Los iraníes lo saben. Y también saben que si lo logran, habrá un efecto dominó en toda la región”, concluyó.
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