La plasticidad neuronal es un concepto clave para entender cómo el cerebro humano se adapta y cambia a lo largo de la vida. Esta capacidad funcional y estructural permite que el cerebro no solo se desarrolle durante la infancia y la adolescencia, sino que también pueda seguir aprendiendo y recuperándose en la edad adulta.
El doctor Alfredo Firstenfeld, neurólogo y profesor, explica que el cerebro funciona de manera similar a un edificio antisísmico: necesita flexibilidad para resistir y adaptarse a diferentes desafíos. Esta flexibilidad, llamada plasticidad neuronal, es la capacidad del sistema nervioso para reorganizarse y formar nuevas conexiones.
Durante los primeros 20 años de vida, la corteza cerebral incrementa significativamente sus conexiones neuronales, un proceso que no termina allí. El cerebro mantiene “reservas” de neuronas que pueden activarse y desarrollarse mediante la estimulación continua. “No es cierto que después de cierta edad se deje de aprender”, afirma Firstenfeld, quien recomienda ejercicios mentales y físicos para mantener el cerebro en actividad.
Un ejemplo claro de esta plasticidad es la recuperación que puede tener un niño que sufre una lesión cerebral en el hemisferio dominante. Gracias a la capacidad del cerebro para compensar y reorganizar funciones, el otro hemisferio puede asumir tareas como el lenguaje, facilitando la rehabilitación.
Para potenciar esta flexibilidad cerebral, el especialista sugiere hábitos como aprender nuevos idiomas, tocar un instrumento musical, realizar ejercicios físicos y mantener la mente activa a través de desafíos intelectuales. “El cerebro es un músculo que requiere ejercicio constante para mantenerse saludable y funcional”, señala.
En un mundo con múltiples distracciones y desafíos, la clave está en buscar actividades que estimulen tanto el cuerpo como la mente. Adoptar estas prácticas puede ayudar a preservar la capacidad de adaptación cerebral, beneficiando la memoria, la concentración y la creatividad a cualquier edad.
