Tres etnias, dos entidades y un fracaso

En la columna de hoy, voy a tratar de mostrar como la burocrática hipocresía, el vedetismo de la dirigencia de la U.E., con sus políticas progresistas, que no han podido prevenir, gestionar ni resolver el conflicto ruso-ucraniano, ni pueden aceptar el fracaso de la integración migratoria, con la complicidad de algunos mandatarios europeos –no todos-, y también funcionarios estadounidenses, han “barrido bajo la alfombra” sus propias miserias, y ahora, les aparece en el horizonte cercano, otro conflicto en ciernes, que nunca fue resuelto, sólo disimulada su resolución, la “Cuestión Bosnia”.

Como siempre, apelaré a la Historia que nos dice, que tras el final de la 2ª. G.M., en 1945, el líder comunista croata Josip Bros, mariscal Tito, reconstruyó una Yugoslavia como república federal y socialista, constituida por las entidades estatales, Eslovenia, Croacia, Serbia, Montenegro, Macedonia y Bosnia-Herzegovina, una verdadero mosaico de etnias, nacionalidades, religiones y culturas, que históricamente tenían una relación conflictiva entre ellas, pero que se mantuvieron unidas hasta 1980, por el férreo liderazgo de Tito, pero a partir de entonces, con su muerte, comienza un período de ebullición identitaria, no sólo nacional, sino también confesional, en particular entre una Serbia cristiana ortodoxa, una Croacia cristiana católica y una Bosnia musulmana. En ese escenario, surge en la principal y más importante república de la federación, Serbia, la figura de Slobodán Milosevic, atizando el nacionalismo serbio, un pueblo que además se hallaba presente en otras regiones, como ser en las repúblicas de Croacia, Montenegro y Bosnia, y que respondieron al llamado de Milosevic de refundar la “Gran Serbia”, y esto dio lugar a las llamadas “Guerras Balcánicas”, que se dieron en el primer lustro de la década de los años 90, del Siglo pasado, caracterizadas por los siguientes factores: 1) las entidades estatales o repúblicas, buscan el secesionismo e independencia, 2) liderazgos nacionalistas de perfil beligerante, que reavivan antagonismos históricos, y 3) la composición crítica multi-étnica y religiosa en algunos territorios, de difícil coexistencia.

Si bien, no faltaron detonantes, el más relevante lo constituyó, la abolición de la autonomía de Kosovo por parte del gobierno serbio de Milosevic, mientras, Eslovenia, Macedonia y Croacia, de manera unilateral declaraban sus respectivas independencias, sin embargo, la 1ª. guerra fue entre Eslovenia y Serbia, que se resolvió rápidamente a favor de la primera, por su parte, Macedonia se separó de forma pacífica, un dato a tener en cuenta, en ambos casos, la presencia de serbios en las dos entidades citadas, era mínima o inexistente, pero muy diferente fue la 2ª. guerra, entre Croacia y Serbia, donde aún se hallaban sin cerrar, las heridas del genocidio ustacha sobre el pueblo serbio durante la 2ª. G.M., a lo que se suma la presencia de ambas comunidades en regiones de uno y otro Estado, lo que caracterizó a un conflicto cruento, con la comisión de crímenes de guerra y de lesa humanidad, que duró más de 4 años, que culminó en noviembre de 1995, con el triunfo de Croacia, con un saldo de decena de miles de muertos, de ambos lados y más de medio millón de desplazados, en particular población serbia.

Pero mientras se desarrollaba el conflicto serbo-croata, en 1992, lo más grave ocurrió en Bosnia, cuando se celebró un referéndum por su independencia, que resultó afirmativo, aunque a diferencia del conflicto antes citado, no se trataba de dos pueblos que luchaban por territorios e independencia, pues en Bosnia, los pueblos enfrentados eran tres, bosnios-croatas, serbo-bosnios y bosnios musulmanes, y esta guerra fue la más cruenta, donde tuvo significativa importancia el componente religioso, y valga como ejemplo de la barbarie desatada, la masacre de Srebrenica, en la que fueron asesinados 8.000 bosnios musulmanes, hombres y niños, por el ejército serbio y milicias serbo-bosnias, y tanto los actos genocidas, como el asedio de Sarajevo, dio lugar a la intervención de la ONU y la OTAN, no sólo para detener el conflicto, sino también, para proteger a la población civil.

Esta sangrienta guerra terminó en 1995, también con decenas de miles de muertos, cientos de miles de desplazados y con 20.000 desaparecidos, la mayoría asesinados y arrojados a fosas comunes, y que al presente se han podido identificar por el ADN, a sólo el 70%, una verdadera carnicería, pero el camino a los Acuerdos de Dayton, que puso fin al conflicto no fue fácil. En parte las sanciones económicas de la comunidad internacional que se impusieron a Serbia, obligaron a Milosevic a aceptar a poner término a las hostilidades, lo que no oculta el fracaso de la U.E., que debió dejar paso a la intervención diplomática de la administración del presidente estadounidense Bill Clinton, que ejecutó la llamada “Diplomacia de Lanzadera”, encabezada por Richard Holbrooke, quién terminó organizando una reunión con las tres partes, croatas, serbios y bosnios, en la base militar de Dayton, Ohio, EE.UU., donde las delegaciones estuvieron prácticamente aisladas durante 20 días, para impedir filtraciones o declaraciones inapropiadas que dificultaran las conversaciones, y tras rubricar los acuerdos, entre los que se incluía una Carta Magna para Bosnia-Herzegovina, la que se halla aún vigente, dichos acuerdos fueron ratificados y firmados por todas las partes, el 14 de diciembre de 1995, en el Palacio del Eliseo, Paris, Francia.

Pero en realidad, los Acuerdos de Dayton, son un verdadero rompecabezas, pues partían de la falacia, de considerar a bosnios, serbo-bosnios y bosnio-croatas, como una unidad nacional, veamos, 1) la cuestión territorial se dirimió, reconociendo las dos entidades estatales que se consolidaron durante el conflicto, la República de Srpska, de mayoría serbo-bosnia, y la Federación Bosnia, integrada mayoritariamente por bosnios y en menor cantidad de bosnio-croatas, reconociéndose como fronteras oficiales, las líneas de los frentes, al momento del cese al fuego, mientras que Sarajevo, quedó con el status de capital “unificada” de ambas entidades estatales, 2) en cuanto a jurisdicción y competencia del Estado de Bosnia-Herzegovina, se limita a su representación en política exterior, inmigración, aduana, tráfico aéreo y emisión monetaria, lo que es menor al poder y las facultades que cada entidad estatal goza, lo que se hace más evidente con la realidad de la visión de la dirigencia política de la República de Srpska, que sigue buscando la secesión.

Ahora pasemos a la cuestión seguridad, donde volvemos a ver otra falacia, pues se buscó unificar en un solo ejército, a las fuerzas combatientes de los tres grupos, un proceso que demandó una década, 2005, pero las unidades que lo componen, siguen un parámetro mono-étnico, más allá de responder a un mando unificado, y además, los batallones serbo-bosnios, son reacios a integrarse a la OTAN, a la que consideran la principal responsable del colapso de Yugoslavia, sumado a las acciones que la Alianza llevó a cabo contra la República de Srpska, pero como si esto no fuera todo, el apoyo internacional fue degradándose. Por los Acuerdos de Dayton, se creó la IFOR, o Fuerza de Implementación, para cubrir las cuestiones militares, la que fue reemplazada por SFOR, Fuerza de Estabilización, ambas bajo el mando de la OTAN, sin embargo, en el 2004, pasaron a ser suplantadas por la EUROFOR, que en sus inicios contaba con cerca de 7.000 efectivos, pero entre el 2007 y el 2012, el Consejo Europeo, la redujo a 600 hombres, con lo cual el poder disuasorio europeo, es en el presente casi inicuo, y finalmente, está la cuestión del desminado, que desde la implementación de los Acuerdos de Dayton al 2020, han causado al menos 680 muertos y más de 1.700 heridos, por lo cual, en la cuestión seguridad, vamos de una falacia, a una hipocresía institucionalizada, y con casi 1.000 km. cuadrados de terrenos aún sin desminar.

Pero los dislates de los Acuerdos de Dayton, no se limitan a la distribución territorial y a las cuestiones de seguridad, va más allá, creando un sistema de gobierno único para el Estado de Bosnia-Herzegovina, una verdadera anomalía política, un país con 3 presidentes, que se alternan en la jefatura del Estado y del Ejecutivo, cada 18 meses, y cada uno de ellos es el representante de las 3 etnias, serbo-bosnia, bosnia-croata y bosnia, es así, que desde noviembre del 2024, la presidente es la serbia Zelijka Cvijanovic, los dos restantes son, el bosnio-croata Zeljko Konisic, y el bosnio Denis Becirovic, pero además de 3 presidentes, también tiene un 1er. ministro, 12 ministros regionales, un parlamento nacional y 13 parlamentos regionales, lo que hace un total de 700 parlamentarios, y esto en un país de apenas 3,5 millones de habitantes, que ocupa el puesto 110 de la tabla de PBI, lo que hace de Bosnia-Herzegovina, uno de los países más pobres de Europa, y que lleva a una constante emigración de jóvenes.

Y si ya el sistema de gobierno de este Estado balcánico, es incomprensible, le debemos sumar que por los Acuerdos de Dayton, creó la figura del Alto Representante, con amplios poderes ejecutivos, entre los cuales están, destituir a funcionarios públicos, adoptar resoluciones vinculantes, en caso que la dirigencia política de Bosnia-Herzegovina no logren un acuerdo, y este cargo entró en vigencia en 1997, y su designación está dada por la comunidad internacional a través del Consejo de Implementación de la Paz, organización creada en Londres, en diciembre de 1995, como consecuencia de los Acuerdos de Dayton, y se halla integrada por 55 países, siendo el actual Alto Representante desde agosto del 2021, el alemán Christian Schmidt, ex ministro de Alimentación y Agricultura de Alemania, que al igual que sus antecesores, es objetada su función, pues no es resultado de un acto eleccionario, sino de una imposición exterior, que recuerda más al colonialismo, y nada democrático.

Hace ya casi 20 años, que Bosnia-Herzegovina ha solicitado su ingreso a la U.E., pero Bruselas ni siquiera le ha dado el status de postulante, como si ya lo hizo con Ucrania y Moldavia, y le exige al gobierno de Sarajevo que se cumplan 14 reformas, que afectan el sistema judicial, las políticas anti-corrupción y de defensa, y garantías de los derechos civiles, aunque incomprensiblemente, ha dejado de exigir la aplicación de las sentencias del Tribunal Europeo de DD.HH., en un país, donde se han cometido crímenes de guerra y genocidio, ocurridos durante el conflicto, y sirva como antecedente, el enjuiciamiento y condenas a líderes políticos y militares, como los serbo-bosnios Radovan Karadzic, Ratko Mladic o el croata Slobodan Praljak, entre otros, incluso, el Tribunal Superior de Bosnia-Herzegovina, tiene una Cámara Especial para Crímenes de Guerra, sin embargo, los procesos sobre sospechosos o imputados por esos delitos, están ralentizados y la mayoría de aquellos están en libertad e impunes, y hasta gozan del reconocimiento dentro de sus respectivos grupos étnicos, en una palabra, la Justicia, como factor de unidad y fortaleza como Estado de Bosnia-Herzegovina, es prácticamente una falacia.

En este escenario, el líder serbo-bosnio y presidente de la República de Srpska, Milorad Dodik, semanas pasadas, volvió a reiterar su amenaza de separarse de Bosnia-Herzegovina, y su anexión a Serbia, y mantiene excelentes relaciones y el apoyo del presidente de Serbia, Alexander Vusic, del 1er. Ministro de Hungría, Viktor Orban, y del presidente ruso Vladimir Putin, incluso Moscú, ha negado ante la ONU y otros foros internacionales, la legitimidad del Alto Representante, el ya mencionado, Christian Schmidt, y la muestra de un potencial conflicto está dado en, hasta ahora, la imposibilidad que la Justicia Federal bosnia, pueda proceder al arresto de Dodik, quién está imputado del delito de atentar contra el Orden Constitucional, pero no se puede efectivizar la orden de arresto por hallarse protegido por la policía de la república que él preside, la que en diciembre del 2023, su parlamento votó por mayoría la desconexión de las FF.AA., del Poder Judicial y del sistema Fiscal de Bosnia-Herzegovina, y todo esto ha obligado a la U.E. la semana pasada, ante la posibilidad cierta del estallido de un conflicto armado secesionista, ha enviar tropas de mantenimiento de paz, en un país, donde reitero, su población está compuesta por un 50% de bosnios musulmanes, 35% de serbo-bosnios ortodoxos, 15% de croatas católicos, y un 10% de otros grupos étnicos minoritarios, y en el que se interrelacionan, el nacionalismo con lo confesional, en el que los partidos políticos de cada entidad estatal, se alinean con los líderes de sus respectivos grupos étnicos, lo que demuestra una ausencia de una identidad bosnia unificada.

Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: el caso de Bosnia-Herzegovina, es un ejemplo de la hipocresía, de la desidia, de un fracaso más de una dirigencia elitista y burócrata, que tiene a cargo la gobernanza de la U.E., también de cómo Washington, históricamente, aplica el principio “no hay amigos ni enemigos permanentes, sólo intereses permanentes”, por supuesto, sus intereses, sin importar las consecuencias o lo ineficas de sus alquimias diplomáticas, como son los contradictorios Acuerdos de Dayton, que prácticamente ha dejado al país balcánico precitado, a mitad de camino de un Estado Fallido y un Virreinato 2.0; por otro lado, es evidente que los factores étnicos, nacionales y religiosos, con un cruento bagaje histórico reciente, de 100 mil muertos, aproximadamente más de 62.500 bosnios, 25.000 serbios y 8,500 croatas, hacen poco posible y probable una unificación identitaria, y por último, el estallido de un nuevo conflicto armado en Bosnia-Herzegovina, con una guerra ruso-ucraniana aún activa, puede convertirse en un conflicto regional, en el que los intereses geopolíticos de Rusia por un lado y de la U.E. y la OTAN, por otro, se enfrentarán, y por lo analizado, la frase elegida para terminar es de Nicolás Maquiavelo, que dijo: “No hay nada más difícil de emprender, ni más dudoso de hacer triunfar, ni más peligroso de administrar que la elaboración de un nuevo orden.”.-