La tensión entre Israel e Irán alcanzó un nuevo punto crítico con una ofensiva aérea israelí de gran escala que impactó directamente en el corazón de la capital iraní. Según las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la operación se centró en instalaciones estratégicas de misiles tierra-aire, en respuesta a lo que Tel Aviv calificó como una amenaza existencial.
“Decidimos actuar ante una amenaza existencial a la seguridad de nuestros ciudadanos con profesionalismo, determinación y precisión”, afirmó el mayor general Tomer Bar, comandante de la Fuerza Aérea.
La acción militar se produjo tras una noche de intensas explosiones en Tel Aviv, Jerusalén y Teherán, como parte de una cadena de represalias cruzadas. En las horas previas, Irán había lanzado una nueva oleada de misiles contra territorio israelí, intensificando la escalada.
La operación israelí incluyó el uso de aviones de combate y drones que, según fuentes de inteligencia, habrían sido infiltrados previamente en Irán. Los objetivos principales fueron instalaciones nucleares y posiciones de alto valor, lo que habría provocado la muerte de generales y científicos clave del régimen iraní.
En un mensaje al país, el primer ministro Benjamín Netanyahu aseguró que “hay más en camino”, mientras que el ministro de Defensa acusó a Irán de haber “cruzado líneas rojas”.
Teherán, por su parte, condenó el ataque y advirtió que responderá con contundencia. “Nuestra respuesta será aplastante”, declaró un portavoz militar iraní, anunciando además que se intensificarán los ataques si Israel prosigue con su ofensiva.
La comunidad internacional observa con creciente preocupación el deterioro de la situación, que amenaza con derivar en un conflicto regional de mayor escala.

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