Teherán envía señales de distensión para evitar una guerra prolongada, mientras Israel intensifica su ofensiva y líderes mundiales llaman a la negociación
En un giro inesperado dentro del creciente conflicto con Israel, Irán ha comenzado a emitir señales de que estaría dispuesto a abrir una vía diplomática con Estados Unidos, siempre que Washington no se involucre militarmente. Según fuentes diplomáticas en Medio Oriente y Europa, Teherán canaliza mensajes a través de intermediarios árabes con el objetivo de contener la escalada y evitar un enfrentamiento regional de mayores proporciones.
La presión internacional se intensifica mientras las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) continúan su ofensiva aérea, que ya ha eliminado a varios altos mandos militares iraníes, incluidos miembros clave de la Fuerza Aérea. No obstante, los ataques aún no han alcanzado infraestructuras nucleares críticas, lo que sugiere una campaña más extensa en el horizonte.
El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó que la ofensiva continuará hasta la destrucción total del programa nuclear y de misiles balísticos de Irán. Aunque negó buscar un cambio de régimen, no descartó esa posibilidad si persiste la inestabilidad interna del régimen islámico.
Desde Teherán, la idea de una tregua es interpretada como una maniobra estratégica que permitiría reorganizar fuerzas, ganar tiempo y evitar una participación directa de EE. UU., cuya capacidad antibúnker representa una amenaza significativa para instalaciones fortificadas como la planta nuclear de Fordow.
Líderes árabes como los de Arabia Saudita, Qatar y Omán han reforzado su llamado a Washington para que actúe como mediador, advirtiendo sobre el riesgo de una desestabilización regional que podría afectar directamente a los mercados energéticos globales.
El presidente francés, Emmanuel Macron, también urgió a Irán a regresar a la mesa de negociaciones, mientras que el presidente estadounidense Donald Trump —antes reacio a una intervención— señaló que “a veces tienen que luchar”, aunque consideró posible alcanzar un acuerdo.
Irán, por su parte, ha dejado claro que cualquier reanudación del diálogo nuclear dependerá de garantías de que Estados Unidos no se sumará a los ataques. Sin embargo, no ha dado señales de estar dispuesto a frenar el enriquecimiento de uranio, principal obstáculo que provocó la ruptura de conversaciones antes del estallido de violencia.
Además del tema nuclear, persisten las preocupaciones en Israel y los Estados del Golfo sobre el apoyo de Teherán a milicias regionales y el desarrollo de misiles balísticos. Aunque estas cuestiones podrían ser retomadas en un eventual proceso de negociación, por ahora las partes parecen lejos de una resolución concreta.
Durante el último fin de semana, los ataques cruzados alcanzaron infraestructuras energéticas clave en ambos países, marcando un nuevo punto de inflexión en el conflicto. Las bajas civiles continúan en aumento, y el temor a una guerra prolongada y sus consecuencias económicas se extiende más allá de la región.
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