La cabeza de la Hidra casi medio siglo después

Irán declaró y comenzó la guerra para exterminar a Israel y a toda la nación judía hace 46 años. Cuando la teocracia islámica radical y extremista toma el poder bajo el mando del Ayatola Khomeini, éste declara inmediatamente que “Israel es un tumor maligno que debe ser extirpado de la región”. Su sucesor, hasta el momento, Khamenei dijo reiteradamente que Israel debe desaparecer en menos de 25 años. Ha hecho lo posible, no hay duda, a través de los brazos de la hidra, sean Hamas, Hezbolah, Yihad Islámica, Assad, los hutíes de Yemen, las milicias en Iraq. Además de abogar por el exterminio de la nación judía, Khomeini calificó a los judíos como “impuros, infieles, perros y cerdos”. Eso no fue rebatido por nadie en ningún terreno internacional; los Ayatolas podían repetir su lenguaje antisemita transformado en léxico teológico y ocupar el podio de Naciones Unidas con impunidad. Con Khamenei no cambió nada. Khomeini también señaló públicamente hace casi 50 años que “terminar con Israel es una cuestión de vida o muerte para Irán”. Las declaraciones de guerra contra Israel no se interrumpieron nunca en 5 décadas.

En 2001, Khamenei dijo que “el eterno tema de Irán es la eliminación de Israel de la región”. En 2013, llamó a Israel un país “condenado al fracaso y a la aniquilación”, considerándolo como un “régimen ilegítimo” dirigido por “perros rabiosos a los que no se les puede llamar seres humanos”.
Mahmoud Ahmadinejad fue presidente de Irán desde 2005 a 2013. En una conferencia de 2005 titulada “Un mundo sin sionismo”, afirmó: “Nuestro querido Iman Khomeini ordenó que este régimen ocupante de Jerusalén debe ser borrado de la página del tiempo. Israel es una mancha vergonzosa que debe ser borrada de la faz de la tierra”. Un año después, en 2006, Ahmadinejad reiteró: “El régimen sionista será aniquilado y la humanidad será liberada”. Ahmadinejad encontró dos amigos que se convirtieron desde entonces en aliados incondicionales de Irán: Chávez y Lula. Muerto Chávez, Maduro profundizó la alianza ya que Irán tomó a Venezuela (y a Bolivia) como bases en América Latina.

En 2009, el presidente de Brasil, Lula da Silva, recibió a Ahmadinejad y reconoció el “derecho de Irán a desarrollar un programa nuclear con fines pacíficos”. Uno de los eternos asesores políticos de Lula, Marco Aurelio García dijo entonces: “Sabemos de las críticas que nos hacen por recibir a Ahmadinejad, pero las rechazamos porque nuestra postura en este tema es, una vez más, el diálogo para encontrar posiciones comunes que contribuyan a la comunidad internacional”. Contribuyó muchísimo. Nunca dijo ni media palabra sobre las brutales violaciones a los derechos humanos en Irán, las persecuciones, lapidaciones y torturas a las mujeres, el exterminio de los homosexuales, el aplastamiento de cualquier disidencia, el abastecimiento a movimientos terroristas en todos los continentes incluyendo América Latina. Y tan firme ha sido esa contribución anunciada hace 16 años por el asesor de Lula, que Brasil no esperó ni una hora para apoyar públicamente a Irán el viernes pasado cuando empezó la actual guerra con Israel. No estuvo solo porque se le unieron Maduro, Ortega y Petro, faltaba más.

Ahmadinejad agregó a la prédica oficial de exterminar a Israel la negación del Holocausto. Algunos analistas políticos, de los que no han querido ver los objetivos iraníes contra Israel a pesar de que jamás los ocultaron, tampoco quisieron dar importancia a la política negacionista instalada por Ahmadinejad y continuada después de que dejara de ser presidente y cayera en desgracia, como pasa habitualmente en las dictaduras. Hace dos años y medio, el entonces presidente iraní Ebrahim Raisi volvió a atacar con la negación de la Shoá, organizó eventos como antes lo había hecho Ahmadinejad para que negadores europeos y de otros países tuvieran tribunas y pudieran prolongar las aberraciones de David Irving y otros negadores que fueron oportunamente sancionados por los poderes judiciales de países democráticos.

Kenneth Jacobson, vicepresidente de ADL escribió en octubre de 2022 a este respecto: “Hay un nivel de negación iraní del Holocausto peligroso e irracional. Es una manifestación de un sistema de creencias que ve a los judíos como todopoderosos y venenosos. Los Ayatolas preguntan: ¿Cómo es posible que se hayan escrito libros, hecho películas, creado museos y emitido proclamas, todo para conmemorar el asesinato de seis millones de judíos, cuando esto nunca ocurrió? La respuesta iraní: los judíos controlan todas las formas y medios de comunicación del mundo y fueron capaces de imponer esta fantasía a la comunidad internacional para obtener apoyo para la ilegítima entidad conocida como el Estado de Israel”.

Desde 1979, entonces, Israel ha tenido frente a sí una amenaza existencial explícita, declarada públicamente, y que ha sido apoyada en todos los continentes y no sólo por dictaduras afines. En el camino, las creaciones de la hidra, como Hamas desde Gaza, Hezbolah desde el Líbano, Assad en Siria, más recientemente los hutíes, atacaron a Israel cuantas veces desearon, pero el derecho de Israel a defenderse siempre encontró el muro de la ONU creando resoluciones vacías sólo contra Israel, una tras otra. Irán, no satisfecho con la región, destruyó la embajada de Israel en Argentina y dos años después la AMIA. Más de tres décadas de impunidad absoluta.

Uno de sus perpetradores, hoy es uno de los jefes de las fuerzas armadas que le van quedando a Irán después de esta semana de guerra con Israel.
El martes de esta semana se dieron cuatro hechos simultáneos: Israel atacando objetivos militares iraníes; Irán atacando barrios residenciales en Israel; Rusia bombardeando civiles en Ucrania y el Consejo de Seguridad reunido sólo por la guerra entre Israel e Irán.

La ofensiva rusa de este martes incluyó el lanzamiento de más de 440 drones y 32 misiles. Zelenski calificó la destrucción en la capital Kiev como una de las “más horribles” que ha sufrido la ciudad desde el inicio de la guerra. 27 lugares de Kiev resultaron afectados durante varias oleadas de ataques nocturnos, dañando edificios residenciales, instituciones educativas e instalaciones de infraestructura crítica. Un video captó el instante en que un misil ruso impactó un edificio residencial en Kiev, lo partió casi en dos, y asesinó 15 personas como mínimo y muchos heridos graves. Así ha sucedido durante los más de tres años de la guerra desatada por Rusia.

Matar civiles, destruir hospitales con los enfermos y el personal incluido.

¿Qué tiene de diferente esta nueva barbarie con todas las anteriores que los rusos han perpetrado con absoluta impunidad? Nada. Pero esta vez, sucedió algo en paralelo. Putin personalmente llamó al presidente de Irán Masud Pezeshkian el sábado pasado y le dijo que “Rusia condena las acciones de Israel contra Irán realizadas en violación de los estatutos de la ONU y el derecho internacional”. Y el martes de esta semana, Rusia fue el único de los cinco propietarios del Consejo de Seguridad con derecho a veto que hizo uso de la palabra. Mientras Rusia mataba civiles en Kiev el inefable embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia, calificó el ataque de Israel a Irán como “una grosera violación de la carta de la ONU. Uno tiene la impresión de que los dirigentes de Israel están convencidos de tener manos libres en la región, y probablemente piensan que Israel puede saltarse cualquier norma y cualquier organismo internacional, incluyendo este Consejo de Seguridad.

Esto es una consecuencia directa de la conformidad de los países occidentales que, durante meses, consciente y metódicamente, han estado engordando la histeria anti iraní en el Consejo de Seguridad y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA)”. Todos los miembros del Consejo que nada de empatía tienen ni tuvieron ni tendrán con Israel, han admitido o con el silencio o algún comentario, que después de medio siglo de amenazas de Irán de destruir Israel y con la inminencia de tener armas nucleares, Israel o se defiende o desaparece. Pero Rusia mata y habla.

No sólo Rusia, y los latinoamericanos que ya hemos mencionado, al abrazarse con Irán, abogan por complicidad por lo que Irán ha dicho por casi 5 décadas, sino que alguno más, con pátina de civilizado, se agrega al grupo. Hace unas semanas desde esta columna preguntábamos qué es Qatar. Y lo describimos como tal. Ahora, ha reafirmado lo que expresamos entonces. El viernes pasado el gobierno de Qatar “condenó a Israel por violar la soberanía y seguridad de Irán e instó a que toda la comunidad internacional actúe con urgencia contra Israel”. Eso es Qatar.

Para Irán nada ni nadie que esté en Israel es civil. Todo, edificios y habitantes son los infieles que hace 50 años Khomeini ordenó exterminar. Por ello, bombardea todo. Los países y gobernantes que lo respaldan, les guste o no, acompañan y son socios no sólo de esta guerra puntual sino de todo el pensamiento de los Ayatolas desde que están en el poder y de todas las masacres perpetradas en nombre de esa ideología, incluyendo obviamente el asesinato de judíos en todo el mundo, como sucedió con las barbaries cometidas en Buenos Aires. Nada más legítimo jurídicamente que defenderse de amenazas y ataques. La hora de esperar ya fue.