“Operación Narnia”: El golpe quirúrgico que reconfiguró el tablero militar en Oriente Medio

Israel ejecuta una doble ofensiva que eliminó a altos mandos iraníes y a los cerebros del programa nuclear en una sola noche. La estrategia incluyó engaños diplomáticos, ataques sincronizados y una red de infiltración sin precedentes.

En la noche del 13 de junio, Israel llevó a cabo una de las operaciones más audaces de su historia militar reciente. Bajo los nombres clave “Red Wedding” y “Narnia”, las Fuerzas de Defensa israelíes, en estrecha colaboración con el Mossad y la inteligencia aérea, eliminaron simultáneamente a la cúpula militar iraní y a nueve destacados científicos nucleares en el corazón de Teherán.

La maniobra fue producto de años de planificación estratégica, logística y de inteligencia. Pero lo que desconcertó a analistas internacionales fue la capacidad israelí para operar con total sorpresa a más de 1.600 kilómetros de su territorio, ejecutando un ataque doble que paralizó la cadena de mando iraní y golpeó su estructura atómica desde sus cimientos humanos.

Una distracción cuidadosamente orquestada

Semanas antes del ataque, el primer ministro Benjamin Netanyahu anunció una ausencia prolongada por compromisos familiares. La supuesta pausa institucional formaba parte de un elaborado montaje de desinformación. Paralelamente, medios internacionales recogían declaraciones sobre supuestas tensiones entre Jerusalén y Washington, en particular con la administración de Donald Trump, lo que reforzó la percepción de que Israel no actuaría sin coordinación explícita con Estados Unidos.

Estas maniobras distrajeron a los servicios de inteligencia iraníes y permitieron movilizaciones encubiertas de tropas, aviones y armamento a lo largo de rutas indirectas. Incluso el día del ataque, tanto Trump como portavoces israelíes reiteraban públicamente la necesidad de seguir explorando la vía diplomática.

Coordinación quirúrgica y letal

La ofensiva aérea golpeó primero a los altos mandos militares iraníes, concentrados en un centro de operaciones cuya ubicación exacta fue revelada gracias a una infiltración previa. Un movimiento inesperado de los líderes aéreos obligó a un ajuste de último momento en la operación, pero el grupo volvió a reunirse poco antes del impacto, sellando su destino.

En paralelo, comandos especiales ejecutaban ataques sincronizados contra los domicilios de los científicos nucleares en Teherán. La operación, bautizada como “Narnia”, eliminó a nueve expertos clave en el desarrollo del programa atómico iraní, reduciendo drásticamente las capacidades técnicas del país persa. La inspiración del nombre proviene de la célebre obra literaria de C.S. Lewis, una referencia que también funcionó como clave codificada en los planes de inteligencia israelí.

Preparación, tecnología y engaño

El éxito de la misión se cimentó sobre una combinación de entrenamiento avanzado, tecnología y una red de inteligencia robusta. Desde 2008, Israel había ensayado vuelos de largo alcance en formaciones cerradas, con repostajes múltiples y precisión milimétrica, como ocurrió en los ejercicios conjuntos en Grecia durante la “Operation Glorious Spartan”.

Además, infiltraciones del Mossad permitieron el ingreso de componentes para drones kamikaze escondidos en maletas comerciales. Estas unidades no tripuladas fueron ensambladas dentro de Irán y desplegadas cerca de sistemas de defensa antiaérea, generando confusión e inutilizando baterías clave minutos antes del ataque aéreo.

En total, más de 120 oficiales de inteligencia y fuerza aérea participaron en la elaboración del plan final, que incluía más de 250 objetivos entre instalaciones, silos de misiles, científicos y mandos militares. Israel también había probado previamente su capacidad de golpear a distancia en campañas contra los hutíes en Yemen y durante ataques a sistemas S-300 en Teherán en 2024.

Impacto regional y reacción internacional

Durante las dos semanas posteriores al ataque, la aviación israelí mantuvo la presión sobre objetivos estratégicos adicionales, incluidos centros de producción de misiles balísticos. Aunque el nivel de destrucción exacto aún es debatido, la ofensiva modificó el equilibrio de poder regional.

En lo político, la operación impulsó conversaciones diplomáticas con naciones tradicionalmente distantes y fortaleció la percepción de Israel como potencia regional disuasoria. Sin embargo, expertos advierten que el golpe, lejos de frenar las ambiciones nucleares iraníes, podría catalizar un esfuerzo renovado por parte del régimen para reconstruir su infraestructura científica y militar.

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