Genocidio, colonos, apartheid, estas palabras representan algunos de los términos que pretenden demonizar a Israel, con el insistente posteo de estas difamaciones en redes sociales, y en discursos de pseudo políticos y dirigentes que van posicionando desde décadas atrás estas falacias y van sembrado odio y antisemitismo.
Por Karla Gaona
Israel, fue real víctima de genocidio, desde tiempos milenarios, en la segunda guerra mundial y no ha cometido ni está cometiendo un genocidio.
Genocidio es un “acto cometido con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso”. Israel tiene la capacidad militar de desaparecer en horas a los palestinos en Gaza, ya que es un territorio pequeño de apenas 360 km², que se encuentra junto al territorio israelí y es controlado por el ejército de ese país, pero al contrario cuando las fuerzas de defensa de Israel inicia un un operativo con el fin de exterminar especificamente terroristas, que amanezcan la paz del estadio judío, previamente advierten a la población civil palestina con panfletos, llamadas telefónicas y “golpes en el techo” antes de los ataques. Lamentablemente el grupo terrorista Hamas, no les permite escapar y protegerse de los ataques y los convierten en escudos humanos y como resultado posterior exhiben los cadáveres y culpabilizan a Israel.
Israel, es un estado absolutamente inclusivo, con todas las nacionalidades y no es un estado de apartheid
“El apartheid” es un sistema de exclusión racial. En Israel existen 2 millones de árabes, que gozan de todos los beneficios y derechos que corresponden a la población israelí. Incluso en las instituciones estatales los árabes son protagonistas, por ejemplo en el Parlamento (Knéset), en la Corte Suprema y en el ejército.
Donde sí existe apartheid y genocidio es en Gaza. En junio de 2007, se desató la guerra civil entre las facciones palestinas de Hamás y Fatah. Hamás desbancó finalmente a Fatah, y el 14 de junio de 2007, la Franja de Gaza fue completamente tomada por Hamás, dando como resultado un gobierno de facto en el ámbito del gobierno de la Autoridad Palestina. Entre ellos existe una gran mayoría musulmana, por lo tanto, judíos y cristianos no pueden habitar ese territorio. Las mujeres no pueden vestir con libertad y ejercer actividades que desarrollan los hombres, se ejecuta a personas homosexuales, se asesina a palos, literalmente a opositores políticos, se acaba con la vida de mujeres por haber sido violadas y por considerarlas indignas.
Estos hechos no son difíciles de evidenciar, sin embargo, una gran mayoría de pro palestinos y/o pro Hamás, cierran los ojos ante estos hechos y al contrario difunden sistemáticamente mentiras sobre el estado democrático e inclusivo de Israel.
¿Por qué es tan fácil creer mentiras incoherentes e infundadas?
La difamación, el antisemitismo y la persecución al pueblo judío se registra desde hace siglos atrás:
- Durante la peste negra (1348–1351), se culpó a los judíos por envenenar los pozos, sin prueba alguna, y comunidades enteras fueron masacradas.
- Por siglos, cristianos y musulmanes propagaron el libelo de sangre, acusando a los judíos de matar niños cristianos con fines rituales. Esto llevó a masacres desde Norwich (1144) hasta en Damasco (1840).
- En la Alemania nazi, una de las sociedades más educadas del mundo, se aceptó la mentira de que los judíos eran una raza parasitaria que conspiraba para dominar el mundo. El resultado: seis millones de judíos asesinados, incluidos 1millón y medio de niños, muchos a manos de vecinos con quienes habían convivido durante décadas.
- Tras la crucifixión de Jesús, los judíos fueron culpados colectiva y perpetuamente por su muerte, lo que condujo a pogromos, conversiones forzadas y expulsiones durante casi dos milenios.
Todas estas difamaciones no necesitaron ser comprobadas, solo fueron difundidas por gente que sentía odio y sin ninguna responsabilidad de contrastación y verificación de este tipo de “información” falsa e impuesta con el fin de generar odio y perjudicar a un pueblo.
Un tipo de fuerza política financiada y disfrazada bajo un discurso de derechos humanos a favor de una causa palestina, con base en mentiras, pretende promulgar y difundir falacias que afectan la imagen de la única democracia en Medio Oriente: Israel.
El grupo terrorista Hamás, opera desde túneles bajo casas, escuelas y hospitales, lanza cohetes desde esos lugares mencionados y ubica a su propia población como escudos humanos y después difunde imágenes aterradoras culpando a Israel, y lo peor de todo, la gente cree estas mentiras y desarrollan de esta manera un odio irracional y desmedido contra un pueblo que solo vive para luchar y defenderse del terrorismo y las mentiras fabricadas.
Israel ha intentado por innumerables ocasiones, llegar a un acuerdo de paz, incluso con este grupo criminal, buscando el bien de las poblaciones civiles de Israel y palestinos. Lamentablemente, este grupo se rehúsa a llegar a un acuerdo de paz.
Cabe indicar, que, la carta fundacional de Hamás (1988, reafirmada en 2017) llama explícitamente a la destrucción de Israel y enmarca su campaña como una guerra santa islámica, ellos lo han declarado varias veces de forma pública. Hamás no es un movimiento de resistencia que vela por los derechos de su población palestina. Simplemente son un grupo explícito yihadista que practica el crimen y busca la muerte del pueblo judío, y son financiados con miles de millones que reciben de varias organizaciones internacionales y privadas.
Los palestinos reciben millones y millones en donaciones anualmente, pero estos recursos son desviados y utilizados por Hamás, para asesinar y financiar propaganda y difamación contra Israel, mientras la población palestina “muere de hambre” lo cual muestran al mundo y también responsabilizan a Israel de esta supuesta hambruna.
El antisemitismo ha cegado la razón de una gran mayoría, que difunde mentiras sin previa verificación. Al ser ahora Israel, un estado que tiene la capacidad de defenderse, entonces la única salida es la difamación, disfrazada de una falsa causa palestina, que no busca el bienestar de esa población, sino busca exterminar a un pueblo indestructible por milenios. El odio hacia Israel demuestra que vivimos en una generación, donde la información no es verificada ni contrastada, solo “compartida”.
Toda esta información falsa, divulgada a nivel global, ha traído como consecuencia, persecución, exclusión y asesinatos a personas judías inocentes, que incluso no tienen culpa ni participación de este odio, que se incrementó desde el 7 de octubre, donde Israel fue atacado y masacrado por el grupo terrorista Hamás, y paradójicamente fue demonizado por defenderse de ese hecho cruel, que marcó la historia de Israel.
¿Tal vez la respuesta a este odio milenario e irracional, es que el pueblo judío es único y diferente?
El pueblo judío es uno de los pueblos más antiguos de la tierra y ha generado aportes significativos al mundo. Solo cabe indicar que con su Torá, las escrituras entregadas por D’os a Moshé en el monte Sinaí, se han desarrollado las leyes judiciales y el derecho internacional que rige en la tierra, basadas en la moral y la ética de un pueblo que lucha por vivir en dignidad y en cumplimiento de mandamientos que buscan una vida de honra, rectitud y justicia.
Israel no solo aportó con estas leyes, sino con la creencia monoteísta, ética, profetas referentes, literatura, ciencia, medicina y el ya mencionado derecho. Israel ha sobrevivido a exilios, exclusiones, esclavitud, pogromos y genocidios.
Israel debe continuar defendiéndose, debe continuar luchando, debe continuar protegiendo a su nación, a su democracia y a su libertad. Y debe continuar aportando y manteniendo su verdad, su cultura y tradiciones, que han trascendido por milenios y que identifican a un pueblo que confía plenamente en su creador, en su D’os, que hasta hoy y hasta siempre los mantendrá fuertes y conscientes que tienen un legado histórico e incluso divino que se heredará a las siguientes generaciones, hasta los tiempos del Mashiaj y eternamente continuar escribiendo esta historia llena de desafíos, pero también de esperanza, de fe, de valentía y amor entre un pueblo que se une en estas adversidades y demuestra al mundo que tiene de su lado históricamente la victoria.
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