La realidad del día después

El Medio Oriente, es un “barrio peligroso”, difícil de entender y de interpretar para Occidente, con un escenario geopolítico tan cambiante y tan dinámico, como las dunas de sus desiertos, por eso, tras la llamada “guerra de los doce días”, hay que ser cuidadoso al momento de realizar una lectura del escenario pos-conflicto.

El objetivo del ataque preventivo llevado a cabo por el Estado de Israel, contra la República Islámica de Irán, estuvo centrado en destruir el programa nuclear iraní, al encontrarse éste, en el umbral de producir armas atómicas, recordemos, tal como se señaló en la columna del miércoles pasado, según tanto la OIEA como el Instituto para la Paz de Estocolmo, Suecia, esta última fuente, estimaba que el régimen de Teherán contaría con suficiente material nuclear para construir al menos nueve bombas atómicas, razón suficiente como para que constituya una amenaza existencial para Israel, pero también una amenaza a la seguridad regional e internacional.

Por un lado, quedó en evidencia que tanto Israel como los EE.UU., han podido bombardear a voluntad, sin olvidar las operaciones llevadas a cabo en el terreno por comandos especiales y el Mossad, tanto objetivos del programa nuclear, como otros de importancia estratégicas y figuras de relevancia en el plano militar y en el científico, mientras que la respuesta de Teherán ha consistido en atacar con misiles balísticos de largo alcance a Israel, con un saldo de cerca de 30 víctimas fatales y unos 3.000 heridos, cifras por debajo a las estimaciones previas, y con misiles de corto alcance a la base militar estadounidense de Al Udeid, en Qatar, donde no se registraron bajas.

Pero más allá, de las tradicionales y altisonantes declaraciones del presidente Donald Trump, la magnitud o el alcance de los daños causados al programa nuclear iraní, es objeto de especulaciones y evaluaciones, tanto en la comunidad de inteligencia de Israel y de los EE.UU., como por otros organismo, como la citada OIEA, y al respecto, la inteligencia israelí señala que el daño sobre el programa nuclear iraní, fue lo suficiente como para demorar los objetivos militares de Teherán por un par de años, por su parte, la Agencia de Inteligencia del Depto. de Defensa de los EE.UU., señala que el retraso ocasionado por las operaciones León Ascendente y Martillo de Medianoche, sólo es de unos meses, y que la mayor parte de las reservas de Uranio enriquecido, estarían a salvo y con paradero desconocido.

En cuanto al Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional de Washington, que reúne expertos y ex inspectores de la OIEA, consideran puntualmente, que los ataques destruyeron el programa iraní de enriquecimiento de Uranio por centrifugación, sin embargo, su director, David Albright, señaló que quedaron reservas de Uranio enriquecido al 60%, 20%, 5% y 3%, como así también, centrifugadoras que aún no habían sido instaladas en Natanz y Fordow, por lo cual, llega a la conclusión que el programa iraní no fue totalmente destruido, pero si dañado gravemente, lo que coincide con la visión de la OIEA, que considera que Irán conserva una cantidad de Uranio enriquecido significativa, más de 400 kg al 60%, y se estima en cerca de 5.000 kg de Uranio poco enriquecido, y con estas cifras, el organismo internacional concuerda también con el citado Instituto para la Paz de Estocolmo, que la cantidad de material fisible sería suficiente para fabricar, al menos una decena de armas nucleares, y advirtió que Irán reactivaría su plan nuclear en algunos meses.

Lo que real es, que las tres principales instalaciones de enriquecimiento de Natanz, Isfahan y Fordow, al presente han quedado fuera de servicio, y su reconstrucción está dificultada por que son objetivos conocidos, y por lo tanto bajo vigilancia e inteligencia, tanto de Israel como de los EE.UU. y otras potencias occidentales, por lo cual, le deja al régimen de Teherán la opción de la construcción de una nueva y secreta instalación para el enriquecimiento de Uranio, aunque por otro lado, no hay que olvidar que las instalaciones para la fabricación de centrifugadoras de última generación, han sido prácticamente destruidas en su totalidad.

En este escenario, el régimen de Teherán se enfrenta a como decidir su futuro en el campo nuclear, por el caso, a partir de reconstruir su infraestructura nuclear, buscar nuevas estrategias para renovar y mantener su capacidad en ese sector, y/o la alternativa de retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear o TNP.

En principio, considero improbable que Irán renuncie al enriquecimiento de Uranio, pero formalmente se avendría en el marco de negociaciones a un nuevo Acuerdo, a aceptar ciertos límites, como ser el blanqueo del material y equipamiento del sector nuclear, la reimposición de las inspecciones de la OIEA, y de límites al enriquecimiento de Uranio, único camino que garantice la transparencia del desarrollo nuclear, y por ende, renovar una situación de seguridad, tanto regional como internacional, sin embargo, tras la “guerra de los doce días”, la incertidumbre, la desconfianza y las tensiones, dominan las relaciones entre la República Islámica de Irán y Occidente, más aún, con las amenazas al director de la OIEA, el diplomático argentino Rafael Grossi, o declaraciones como las de Hamid Reza Haji Barbaei, el vice-presidente del Parlamento iraní, que señaló que no se permitirán las inspecciones del organismo internacional, ni se reinstalaran cámaras de vigilancia en las instalaciones de su programa nuclear.

Por otro lado, el retiro del régimen de Teherán de TNP, tal como lo hizo Corea del Norte en el 2003, proseguir con el objetivo de desarrollar armas atómicas, de manera secreta, es una opción lógica para un Irán que mantenga una visión hegemónica regional, además de ser un factor disuasorio, tanto para Israel, para los EE.UU., como también para otros actores que posean fuerzas convencionales superiores, pero Irán puede hacer efectivo su retiro del TNP, tres meses después de notificar a las partes del Tratado y al Consejo de Seguridad de la ONU, sin embargo, si Teherán se retira del Acuerdo citado, sería un mensaje “alto y claro”, de esta determinado a adquirir armas nucleares, lo que provocaría una condena internacional, e incluso, el rechazo de Moscú y Beijing, sumado a que se expone a sanciones más amplias y severas, además de controles sobre las exportaciones relacionadas con recursos naturales, materiales y equipamiento, necesarios para el programa nuclear.

Al presente, la República Islámica de Irán sufre de un deterioro de esa red de proxis, denominada el “Eje de la Resistencia”, Hezbollah en el Líbano, Hamas en Gaza, la Fuerza de Movilización Popular o Hashd al Saabi en Irak, y los Hutíes en el Yemen, más la caída del régimen del Clan Al Asad en Siria, se traduce en la fragmentación de la “Media Luna Chiita”, que se extendía desde el estrecho de Ormuz al Mediterráneo y al estrecho de Bab al Mandeb en el Mar Rojo, y nos muestra que la capacidad real de Teherán de movilizar a sus proxis, o del apoyo –no retórico sino efectivo- de sus principales aliados, está prácticamente nula, al igual que sus declamaciones hegemónicas y destructivas, por ahora han sido desarticulada, ignorada o ridiculizada.

Sin embargo, en los últimos años, el régimen de los ayatollah ha establecido Acuerdos estratégicos con Rusia y China, y si bien ambas potencias han condenado las operaciones León Ascendente y Martillo de Medianoche, no ofrecieron un apoyo tangible, ¿las razones?, por el lado de Moscú, en principio los convenios con Teherán no incluyen un Tratado de Defensa recíproca, y además no ha resuelto su guerra con Ucrania, a lo que sumemos las declaraciones del ministro de economía ruso, Maxim Reshetnikov, que refirió que el país está al umbral de la recesión, por el lado de Beijing, recordemos que en el 2023, fue el negociador en un Acuerdo de Paz entre Arabia Saudita e Irán, que posicionó al Gigante Asiático como un actor de Poder en Medio Oriente, y que parecía contrarrestar la tradicional influencia de Washington, sin embargo, pasaron cosas, por un lado a principio del mes pasado, tras dos días de negociaciones, llegaron a un Acuerdo Preliminar entre las dos mayores potencias mundiales, que incluye compromisos claves en relación al sector tecnológico y tierras raras, y también a través de conversaciones del canciller chino Wang Yi con el Secretario de Estado, Marco Rubio y el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, se está gestando un Acuerdo estratégico entre EE.UU. y China, habida cuenta que la Operación Martillo de Medianoche, le ha servido a Beijing para evaluar la decisión de los EE.UU. en intervenir en defensa de Taiwán, y no se puede obviar, que el ataque estadounidense a Irán, ha dejado al descubierto los límites –actuales- del poder de China, por estas razones, en el presente para Beijing, la prioridad ha sido la desescalada del conflicto, en función de sus intereses geoeconómicos, en particular por el suministro de petróleo que necesita.

Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: primero, Irán depende de su propia capacidad científica-tecnológica e industrial, para reconstruir su programa nuclear; segundo, la articulación de los instrumentos diplomáticos, de sanciones económicas, la alternativa cierta de reiterar el uso del poder militar, y el control y vigilancia de organismos internacionales, condicionan el futuro del programa de desarrollo nuclear de la República Islámica de Irán; tercero, no obstante lo señalado en los puntos anteriores, no hay que olvidar, de la capacidad que tiene Teherán de responder violentamente a través de las células terroristas que tiene distribuidas en Occidente, tal como sucedió en nuestro país en 1992 y 1994, con los atentados a la Embajada de Israel y a la sede de la AMIA, o el complot en el 2011 para asesinar al embajador de Arabia Saudita en Washington D.C., o la serie de asesinatos de opositores iraníes exiliados en Dinamarca, Francia y Holanda, a partir del 2015, y sin olvidar, la “fatwa” emitida por el ayatollah chiita Nasser Makarem Shirazi, contra el presidente Trump y el 1er. ministro Bibi Netanyahu, quienes se reunirán en Washington el próximo 7 de este mes, y cuarto, aprovechar la actual coyuntura geopolítica en Medio Oriente, para ampliar los Acuerdos de Abraham para asegurar el equilibrio de Poder y la Paz en aquella región, un ejemplo de esto, es el acercamiento entre Israel y Siria, que se engarza con la disminución de las sanciones al gobierno de Damasco por parte de los EE.UU., o las inversiones de empresas israelíes en ciberseguridad en Arabia Saudita, pero hay que recordar que el régimen teocrático iraní, dice una cosa y hace otra, por lo cual la frase elegida para terminar, y que resulta útil para el día después, es de Henry Kissinger, “En asuntos internacionales, una reputación de confiabilidad es un activo más importante que las demostraciones de inteligencia táctica.”