En una entrevista centrada en los desafíos contemporáneos de la salud mental, el Dr. Alfredo Firstenfeld, médico neurólogo y especialista en neurociencias, abordó el fenómeno de las adicciones que no están vinculadas directamente a sustancias químicas, pero que generan un nivel de dependencia igual de complejo y dañino. “No todo lo que genera adicción está en una pastilla o en una copa. Hay comportamientos que, sin ser ilegales ni mal vistos socialmente, pueden destruir a una persona”, advirtió.
Firstenfeld se refirió a prácticas como el juego, las compras compulsivas, el uso excesivo de redes sociales o la dependencia del teléfono celular, que pueden convertirse en verdaderas adicciones cuando se pierde el control sobre ellas. “Soñar un número y jugarlo en la lotería puede ser una anécdota, pero si eso se transforma en una necesidad que guía nuestras decisiones, estamos ante un problema serio”, ejemplificó.
El especialista explicó que las adicciones —sean químicas o conductuales— responden a mecanismos similares en el cerebro. “El sistema dopaminérgico, vinculado al placer, se activa ante estímulos que nos hacen sentir bien. El problema surge cuando ese circuito se altera, y la persona repite compulsivamente una conducta para alcanzar esa sensación”, sostuvo. Y añadió: “Una persona puede comprarse diez camperas sin necesitarlas. No lo hace por gusto, sino porque hay una necesidad interna que no puede manejar”.
Consultado sobre cómo detectar cuándo un hábito se vuelve patológico, Firstenfeld fue claro: “Cuando una persona ya no puede dejar de hacer algo, aunque eso le traiga problemas económicos, afectivos o laborales, estamos ante una adicción. Y muchas veces el entorno juega un papel clave para ayudar a ver lo que uno mismo no puede reconocer”.
En cuanto al abordaje terapéutico, destacó que el primer paso debe ser un diagnóstico profesional preciso. “La mejor droga para un diagnóstico equivocado no sirve”, afirmó con contundencia. El tratamiento, indicó, debe ser integral: puede incluir medicación para calmar síntomas de abstinencia o ansiedad, pero siempre debe continuar con una psicoterapia que ayude a reeducar los circuitos del placer y recuperar el equilibrio emocional.
Finalmente, el doctor enfatizó la necesidad de educar desde la infancia en el autocontrol y la conciencia de los límites: “Hay que enseñar desde chicos que se puede jugar, pero poquito; comer, pero no vivir para comer. La clave está en el equilibrio”.