Nuevas evidencias arqueológicas revelan comportamientos complejos en la dieta y la organización de estos antiguos homínidos
La imagen tradicional del neandertal como un ser rudimentario, limitado a la caza de grandes mamíferos, ha quedado obsoleta. Dos investigaciones recientes, una en Portugal y otra en Alemania, han aportado datos sorprendentes que demuestran no solo la sofisticación alimentaria de estos antiguos homínidos, sino también su capacidad de planificación, técnica y aprovechamiento intensivo de recursos.
En la Gruta da Figueira Brava, situada a unos 30 kilómetros al sur de Lisboa, arqueólogos hallaron restos de crustáceos calcinados, principalmente cangrejos marrones (Cancer pagurus), que fueron consumidos por grupos neandertales hace unos 90.000 años. Estos crustáceos, capturados en pozas rocosas, eran trasladados enteros a la cueva y asados directamente sobre las brasas, alcanzando temperaturas de hasta 500 grados centígrados. El hallazgo fue liderado por la investigadora Mariana Nabais, del Instituto Catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES-CERCA), y pone en cuestión la idea de que solo los Homo sapiens explotaban recursos marinos de forma sistemática.
Mientras tanto, en el centro de Alemania, el yacimiento de Neumark-Nord 2 ha revelado otra faceta notable de los neandertales: su capacidad para conservar alimentos. Allí, hace unos 125.000 años, estos grupos no solo cazaban grandes mamíferos como ciervos, caballos y uros, sino que también procesaban meticulosamente sus huesos para extraer grasa, un recurso valioso y altamente calórico. Los huesos eran triturados y calentados en agua, lo que requería conocimientos técnicos avanzados y una notable inversión de tiempo y esfuerzo.

El volumen de restos hallados -más de 120.000 fragmentos óseos y 16.000 herramientas de sílex- apunta a una actividad organizada y centralizada. Según el Dr. Lutz Kindler, arqueólogo principal del estudio publicado en Science Advances, los neandertales planificaban sus cacerías, seleccionaban lugares específicos para el procesamiento de grasa y sabían almacenar el excedente para consumirlo después. Todo esto en un entorno lacustre que ofrecía diversidad de recursos y que, gracias a su buena conservación, permite hoy reconstruir un paisaje completo de actividad humana.
Además, se ha documentado el uso intencional del fuego tanto en la cocción como en la transformación del entorno. Esta evidencia contribuye a una creciente reevaluación de los neandertales, no como seres primitivos, sino como homínidos plenamente adaptados a su tiempo, con una inteligencia práctica comparable a la del Homo sapiens.
Los descubrimientos en Portugal y Alemania refuerzan un cambio de paradigma: los neandertales no solo sobrevivían, sino que vivían con estrategias complejas, diversificadas y altamente adaptativas. Lejos de ser una rama torpe de la evolución, estas comunidades dominaban técnicas que hasta hace poco se creían exclusivas de los humanos modernos.

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