Liviu Librescu: el hombre que desafió al terror con el cuerpo y la memoria

En una mañana trágica de abril de 2007, la Universidad Virginia Tech fue escenario de una de las peores masacres en la historia de Estados Unidos. Allí, en el aula 204 del edificio Norris Hall, un hombre se interpuso entre el horror y la esperanza: el profesor Liviu Librescu, sobreviviente del Holocausto, sacrificó su vida para salvar la de sus alumnos. Su gesto se convirtió en un símbolo de coraje moral y humanidad frente al abismo.

Foto: Twitter

Del gueto de Focşani al aula de Virginia Tech

Nacido en Ploieşti, Rumania, el 18 de agosto de 1930, Librescu vivió desde niño los estragos de los regímenes totalitarios. Durante la Segunda Guerra Mundial fue internado en un campo de trabajo forzado y luego confinado, junto a su familia, en el gueto de Focşani, como parte de las políticas antisemitas del gobierno aliado del nazismo.

Tras la guerra, la llegada del comunismo a Rumania no trajo alivio. Como judío y como hombre de pensamiento independiente, Librescu se negó a jurar lealtad al régimen de Ceauşescu, lo que le costó su carrera académica. Sin embargo, su prestigio como científico en el campo de la aeroelasticidad lo llevó a enviar sus investigaciones al extranjero, donde sí fueron reconocidas.

En 1978, luego de años de intentos infructuosos, logró emigrar a Israel gracias a la intervención directa del primer ministro Menachem Begin. Allí continuó su carrera en la Universidad de Tel Aviv. Años más tarde, en 1984, se trasladó a Estados Unidos para una estancia académica que se convertiría en su residencia definitiva.

Un referente académico y humano

En Virginia Tech, donde fue profesor titular de Ingeniería y Mecánica, Librescu alcanzó el mayor reconocimiento profesional. Publicó más de 300 artículos científicos, fue conferencista en más de 40 eventos internacionales y recibió numerosos premios, incluyendo el prestigioso Traian Vuia de la Academia Rumana.

Sus alumnos y colegas lo recordaban por su modestia, su entrega a la docencia y su integridad personal. “Era el alma del departamento”, declaró el entonces director Ishwar Puri.

El último acto de valentía

El 16 de abril de 2007, mientras dictaba clases, Librescu se enfrentó al asesino Seung-Hui Cho, quien había iniciado un tiroteo masivo en el campus. Al escuchar los disparos, el profesor bloqueó la puerta con su cuerpo y ordenó a sus estudiantes que escaparan por la ventana. Uno por uno, una veintena de jóvenes se arrojó al vacío, salvando sus vidas gracias al tiempo que él les dio.

Recibió varios disparos antes de caer abatido. Junto a él murió una alumna que no logró huir a tiempo. Su sacrificio fue reconocido en todo el mundo: el presidente de Rumania le otorgó póstumamente la Orden de la Estrella, y en Israel su muerte coincidió con el Día del Recuerdo del Holocausto, cerrando un círculo doloroso y heroico.

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