Un foro internacional histórico defiende el periodismo de calidad como pilar democrático y propone una hoja de ruta global desde el Sáhara marroquí.
Ricardo Sánchez Serra*
Dakhla, Sahara marroquí.- En un mundo donde el sensacionalismo nubla la verdad y millones confunden datos con opinión, la ciudad de Dakhla se convirtió en faro de lucidez profesional, rigor ético y compromiso global. Allí, más de 100 periodistas, investigadores y académicos de América Latina, África, Europa y el mundo árabe participaron en el foro internacional “La complementariedad entre el periodismo de calidad y la educación mediática”, celebrada a fines de junio.
Durante dos jornadas intensas, el foro trazó un diagnóstico claro y valiente: el periodismo contemporáneo enfrenta una crisis sin precedentes, atrapado entre la banalización de la información, la precariedad profesional y el avance irresponsable de las plataformas digitales. Se señaló, sin rodeos, que el sistema informativo actual padece una pérdida de credibilidad, contaminado por noticias falsas, discursos de odio y lógicas mercantiles que priorizan la audiencia por encima de la verdad.
Entre las conclusiones más contundentes del foro está la necesidad de integrar la educación mediática desde la escuela hasta la universidad, como herramienta para formar ciudadanos críticos, capaces de discernir y participar con responsabilidad en la vida pública. Esta educación debe ir de la mano de una formación continua y ética de los profesionales de prensa, para reafirmar principios como la verificación rigurosa, la independencia y el respeto a la dignidad humana.

El avance de la inteligencia artificial fue abordado con enfoque estratégico: no se rechaza la tecnología, pero se exige que esté al servicio de los valores profesionales, no de la lógica de reproducción automática o manipulación masiva. Por ello, se pidió promover un uso prudente y responsable de la IA en el ecosistema informativo.
El foro propuso también una legislación específica para regular las redes sociales, garantizando la libertad de expresión, pero protegiendo a la sociedad de los abusos. A la par, se recomendó establecer cartas éticas comunes, códigos internos sólidos y espacios reales de protección para los periodistas, sin los cuales es imposible ejercer una prensa libre y de calidad.
Una agenda humanista global
Más allá de las herramientas, el foro devolvió al periodismo su dimensión más profunda: ser puente entre culturas, promotor del entendimiento y defensor de la verdad en tiempos de confusión. Se reafirmó que la prensa no es solo un oficio, sino un compromiso con la justicia, el respeto y la democracia.
Dakhla no fue solo sede, sino símbolo: una ciudad que muestra estabilidad, desarrollo y apertura, y que acogió este encuentro con generosidad y visión de futuro. Los participantes agradecieron a la Comisión Provisional del Sector de Prensa y Edición, así como al Consejo Regional de Daklha-Ued Eddahab, por su impulso decidido.
Porque quizás -como se escuchó en uno de los pasillos del foro- nunca hubo tanto qué leer, y tan poco en qué creer. Por eso, pensar el periodismo, como hicimos en Dakhla, es hoy una urgencia civilizatoria.
Este foro periodístico brilló no solo por sus valiosos contenidos, sino también por la impecable logística que permitió una experiencia fluida y acogedora. El profesionalismo de Mustaphá Joudaane y su equipo se hizo sentir en cada detalle, con una elegancia que habló por sí sola.
Durante la apertura del foro internacional “La complementariedad entre el periodismo de calidad y la educación mediática”, tres intervenciones marcaron con nitidez las coordenadas éticas, estratégicas e institucionales del encuentro celebrado en la ciudad de Dakhla. Mustafa Ammajar, representante del ministro de Juventud, Cultura y Comunicación de Marruecos, advirtió que la desinformación, el uso comercial de las noticias y la manipulación tecnológica amenazan directamente la esencia del periodismo como garante de la libertad. Defendió con convicción una alianza estructural entre el periodismo ético y la educación mediática, no solo como antídoto frente a los excesos digitales, sino como herramienta para preservar la conciencia crítica y reforzar los valores democráticos.
El vicepresidente del Consejo Regional de Dakhla Oued Eddahab, por su parte, reivindicó la dimensión simbólica de acoger este foro en un territorio históricamente marcado por la convivencia intercultural y la promoción de la paz. En medio de una era atravesada por la posverdad y la viralización de bulos, afirmó que los medios deben transformarse en plataformas de formación ciudadana, alentando el discernimiento y el diálogo entre culturas. La prensa, subrayó, no debe limitarse a informar: debe iluminar, educar y sostener el tejido social en tiempos de confusión e incertidumbre.
A estas voces se sumó la del presidente del Comité Provisional de Gestión del Sector de Prensa y Publicación, Younes Mjahed, quien destacó las reformas legislativas en marcha y la creación de un sistema de apoyo público a los medios como pilares para revitalizar el periodismo en Marruecos. Subrayó la efervescencia comunicacional que vive Dakhla, con más de 97 empresas mediáticas activas y una creciente atención de corresponsales internacionales. Esta dinámica -dijo- no es casual, sino el reflejo de una región que ya proyecta el modelo de prensa del futuro: diverso, riguroso y profundamente vinculado a su comunidad.
La elección de Dakhla como sede de este foro no es fortuita. Esta ciudad, convertida en símbolo de convivencia y proyección continental, ha sido objeto de una ambiciosa estrategia de desarrollo impulsada por Su Majestad el Rey Mohammed VI. Entre los proyectos emblemáticos destaca el puerto de Dakhla Atlántico, con una inversión de más de 1.380 millones de dólares, que transformará la región en un nodo logístico clave entre África, Europa y América. A ello se suma la planta de desalinización alimentada por energía eólica, que producirá 37 millones de m³ de agua al año y generará 25.000 empleos, así como parques industriales, unidades de procesamiento pesquero y zonas agrícolas sostenibles. Esta dinámica no solo refleja una visión de desarrollo inclusivo y sostenible, sino que convierte a Dakhla en un modelo de integración territorial y de diplomacia económica africana.
Las tres voces convergieron en una certeza compartida: solo una prensa veraz, respaldada por una educación mediática sólida, será capaz de sostener la democracia y restaurar la confianza en tiempos de polarización. Como recordó simbólicamente uno de los oradores, “invertir en la palabra veraz y en el diálogo responsable es la esencia misma de la humanidad y de la cultura.” En Dakhla, ese compromiso fue sembrado colectivamente como una hoja de ruta ética para el presente y el porvenir.
Contar desde el terreno o no contar
Javier Fernández Arribas, destacado periodista español y director de Atalayar, dejó en Dakhla una de las intervenciones más lúcidas y comprometidas del foro. A lo largo de su exposición, reivindicó el periodismo como servicio público, guiado por la ética, la credibilidad y la cercanía con los hechos. Alertó sobre los peligros de la desinformación, el sensacionalismo y el uso distorsionado de las redes sociales, que —dijo— han convertido la opinión sin fundamento en moneda corriente. Criticó con claridad la tendencia de muchos medios a sustituir el reporterismo real por análisis remotos, vacíos de contexto y alejados de la ciudadanía.
Consciente de los desafíos tecnológicos, rechazó la idea de que la inteligencia artificial sustituya al periodista, recordando que solo la sensibilidad humana y el compromiso ético pueden dar sentido a la información. “La IA puede ayudar, pero nunca reemplazar el criterio, la escucha o la duda”, afirmó. Elogió el desarrollo visible de Dakhla, fruto —subrayó— de una visión de estabilidad, inclusión y progreso impulsada por Su Majestad el Rey Mohammed VI. Y animó a los profesionales a visitar el Sáhara, a hablar con sus ciudadanos y contrastar los hechos sobre el terreno.
Con tono apasionado y didáctico, Fernández Arribas sostuvo que la crisis del periodismo no es de herramientas, sino de valores. Reclamó recuperar la vocación, la pedagogía del rigor y la honestidad intelectual. “Solo así”, concluyó, “podremos contar el mundo con la dignidad que merece y reconquistar la confianza de nuestras audiencias”. Su intervención fue, en esencia, una defensa del periodismo que no se rinde, que incomoda al poder y que sigue creyendo que contar bien la verdad es una forma de justicia.
A su vez, Carlos Linares, director del diario La Razón de Perú, sostuvo que el buen periodismo debe guiarse por valores esenciales como la verdad, la equidad, la empatía y la justicia social. Remarcó que el oficio no puede ser reducido a likes ni algoritmos: es un servicio público que transforma realidades. Destacó el rol del periodismo como voz de los silenciados y como herramienta de defensa de la dignidad humana. Señaló que informar con rigor fortalece las bases de una sociedad tolerante y culta, en la que los ciudadanos pueden tomar decisiones con conciencia. Llamó la atención sobre las amenazas que enfrentan los medios: la desinformación industrializada, los sesgos ideológicos, la banalización y la presión comercial. Subrayó que, en tiempos de crisis civilizatoria, el periodismo debe resistir con honestidad y responsabilidad. Enfatizó que cada reportaje que denuncia injusticias o visibiliza vulnerabilidades es una forma de reparar el tejido social. Reconoció la importancia de formar periodistas comprometidos con la ética, no con la complacencia o el sensacionalismo. Señaló que la pluralidad, el contexto y la profundidad narrativa son herramientas esenciales. Afirmó que solo con conciencia de su impacto, el periodismo podrá contribuir verdaderamente a la paz, al respeto intercultural y a la democracia.
Por su parte, Francisco Martorell, director de El Periodista de Chile, expuso con crudeza la magnitud del desafío que enfrenta el oficio en la era de la desinformación. Afirmó que hoy las noticias falsas no solo circulan más rápido que la verdad, sino que están diseñadas con precisión, financiamiento y objetivos políticos claros. Denunció que las fake news se han convertido en armas y fábricas de odio, erosionando instituciones y distorsionando la opinión pública. Subrayó que el periodista debe reinventarse constantemente, abrazar la transformación digital sin ceder ante el vértigo informativo. Insistió en que el deber del periodista ya no es solo informar: es educar, fomentar el pensamiento crítico y explicar por qué y para qué se hace periodismo. Alertó sobre los peligros de la posverdad, donde las emociones priman sobre los hechos y las redes refuerzan sesgos sin permitir el debate. Reclamó marcos regulatorios que protejan la libertad de prensa, pero también combatan eficazmente la manipulación masiva. Abogó por medios que promuevan alianzas y ciudadanos activos, exigentes y formados. Recordó que la credibilidad se gana con transparencia y profesionalismo. Concluyó, con firmeza y esperanza, que mientras exista una rendija para ejercer el periodismo con pasión y ética, hay que aprovecharla. Porque es -dijo- el mejor oficio del mundo.
En otro momento, Ricardo Sánchez Serra, presidente del Centro Federado de Periodistas de Lima y columnista de La Razón, denunció de forma contundente la instrumentalización política y mediática del Frente Polisario y Argelia sobre el conflicto del Sáhara marroquí. Relató en primera persona su visita a los campamentos de Tinduf, que calificó como “el infierno”: un lugar de encierro, sin libertades, donde saharauis marroquíes viven bajo un régimen policiaco que los mantiene como rehenes. Contrastó esa realidad con la que se respira en Dakhla, “el cielo”, según sus palabras, símbolo de libertad, desarrollo y convivencia democrática. Llamó a sus colegas periodistas a visitar Tinduf y comprobar la situación por sí mismos, no para repetir discursos ajenos, sino para ejercer un periodismo comprometido con la verdad. Criticó la narrativa impuesta por ciertos medios internacionales que ignoran vínculos comprobados entre el Polisario, Hezbollah y grupos terroristas del Sahel. También destacó la destrucción cultural en Karabaj: palacios de los kanes devastados, mezquitas utilizadas como establos, y teatros arrasados por los armenios, sin mayor cobertura mediática. En el caso del Dombás, aseguró que se oculta que los ucranianos también han atacado civiles, mientras que la población local, según testimonios recogidos por él y otros, ve al ejército ruso como una fuerza libertadora. Cuestionó el sesgo sistemático de la prensa occidental al omitir estos hechos, y afirmó que la desinformación -cuando se repite- deja cicatrices duraderas, incluso después de ser desmentida. Enfatizó que la educación mediática es indispensable para que las audiencias reconozcan cuándo están siendo manipuladas. Concluyó que, sin valentía ética ni rigor informativo, la verdad seguirá siendo rehén de intereses geopolíticos disfrazados de periodismo.
Otras intervenciones
Mohamed Mohamed Mustafa, de la Universidad de Sohag (El Cairo), ofreció una profunda reflexión sobre el compromiso ético del periodismo con la verdad. Señaló que el discurso informativo debe construirse sobre fundamentos verificables, no sobre opiniones absolutas disfrazadas de hechos. Comparó al periodista con un juez: quien emite juicios sin indagar en la verdad puede dañar a toda la sociedad. Dijo que la información sin sustento puede ser como una mina: explota y deja consecuencias invisibles. Abogó por una prensa modesta, consciente de sus límites, que distinga opinión de verdad y fomente la responsabilidad colectiva en la construcción del conocimiento.
Fanou Bissan Ignace, periodista de Benín, destacó ocho principios esenciales del periodismo ético, entre ellos la veracidad, la imparcialidad, la corrección de errores y el buen uso de la inteligencia artificial. Subrayó que una carta de calidad debe reforzar la confianza del público, proteger los derechos y garantizar la independencia de los medios. Citó como ejemplo la Carta de París, impulsada por la Nobel Maria Ressa, como referencia ética internacional. Enfatizó que los medios deben adoptar protocolos que regulen sus prácticas en la era digital. Finalmente, llamó a avanzar hacia una Carta Africana de los medios que fortalezca la integridad periodística en el continente.
Los conferencistas Abdessamad Moutii (Marruecos) y Mamadou Ndiaye (Senegal) abordaron la evolución del periodismo de calidad desde sus orígenes hasta la era digital. Enfatizaron los desafíos actuales, como la verificación de datos y el impacto de la inteligencia artificial en los medios. Subrayaron la importancia de mantener estándares éticos frente a un entorno informativo cambiante. Destacaron la educación mediática como herramienta clave para formar ciudadanos críticos y conscientes. Advirtieron sobre la vulnerabilidad de audiencias jóvenes ante la sobrecarga informativa. Llamaron a implementar protocolos de protección y alfabetización mediática. Propusieron estrategias para reforzar la credibilidad y utilidad social del periodismo.
Con firmeza y emoción, Patricia Medjidi, periodista española-argelina, denunció las condiciones de control, represión y manipulación de ayuda humanitaria en los campamentos gestionados por el Frente Polisario. Tras su regreso a España, criticó el desvío de fondos públicos que no llegan a los refugiados, y la violencia que sufrió por contar su experiencia. Defendió el derecho del periodismo a informar sin miedo ni presiones. Valoró la hospitalidad marroquí y lamentó los prejuicios que fomentan enemistad entre pueblos. Su viaje desmintió creencias previas y confirmó una realidad que la motivó a exigir verdad, transparencia y libertad para narrarla sin silencios impuestos.
Sherif Attia Mohamed Badran, de la Universidad del Golfo (Baréin), puntualizó la necesidad de unificar criterios éticos entre los países árabes en materia de prensa y comunicación. Acentuó que en su país se imparten conferencias sobre alfabetización mediática en escuelas secundarias y universidades, con énfasis en el uso responsable de móviles y redes sociales. Abogó por fortalecer la formación de los estudiantes en temas de comunicación y fomentar el pensamiento crítico frente a la propagación de noticias no verificadas.
Álvaro Frutos, periodista español, ofreció una intervención crítica y provocadora sobre el impacto social de la inteligencia artificial. Afirmó que más allá de sustituir empleos, la IA está generando un modelo de pensamiento superficial que erosiona la comprensión de la realidad. Denunció la polarización informativa y la falta de cultura cívica global, y llamó a una responsabilidad ética para no dejar que el discurso público se vacíe de sentido. “Hay que volver a pensar y entender lo que pasa, o no sabremos cómo actuar ante ello”, concluyó.
Salem Al-Jahouri, representante de Omán, subrayó el papel de los medios de comunicación en la promoción del patrimonio cultural omaní a escala internacional. Defendió las redes sociales como herramienta para el intercambio cultural auténtico. Dijo que el contenido veraz es clave para el entendimiento entre pueblos. Llamó a reforzar los medios como puentes de tolerancia y verdad global.
Alana Moceri, académica estadounidense-española reflexionó sobre el desafío de formar pensamiento crítico en un ecosistema mediático polarizado y saturado. Explicó cómo logró despertar conciencia en sus alumnos sobre la desinformación y la necesidad de contrastar fuentes. Subrayó que la educación es clave, pero insuficiente sin compromiso personal del alumno. Reivindicó una enseñanza creativa, activa y exigente, donde el aula sea espacio de reflexión profunda.
Mónica Uriel, periodista española, habló sobre el rol esencial de las agencias de noticias como garantes de información fiable, plural y continua. Afirmó que, a pesar de la competencia digital, estas agencias siguen suministrando gran parte del contenido informativo global. Recordó su origen histórico y la vigencia de principios como veracidad, actualidad e imparcialidad. También advirtió sobre el impacto de la crisis publicitaria en los medios tradicionales, que ha reforzado la dependencia de las agencias.
Carmen Chamorro habló sobre la importancia de enseñar a las personas a entender los medios y pensar por sí mismas. Dijo que el periodismo puede mejorar la sociedad y ayudar a que los países se entiendan mejor, como España y Marruecos. Criticó la desinformación y el ruido de las redes sociales, que hacen daño al oficio. Defendió contar historias reales, sin estereotipos, que ayuden a respetar otras culturas. También comentó que la comunidad marroquí en España crea puentes valiosos entre ambos pueblos. Por eso, pidió un periodismo que informe con claridad, verdad y responsabilidad.
Abdullah Nasser Al-Hamoud, de Arabia Saudita, alertó sobre el impacto de la desinformación en contextos sensibles como la peregrinación a La Meca, donde se propagan bulos que alteran la percepción pública. Mencionó que solo en mayo se detectaron más de 200 noticias falsas relacionadas. Advirtió que estos contenidos generan desconfianza, violencia social y debilitan las instituciones. Propuso un modelo integral para combatirlos, basado en educación, conciencia social y protección de los derechos en plataformas digitales. Este modelo, aún en desarrollo, combina sesiones informativas, alianzas institucionales y verificación de fuentes. Su enfoque busca involucrar a periodistas, docentes y comunidades como un movimiento colectivo. Llamó al Consejo Nacional de la Paz a adoptar este esquema como base para una defensa ética del periodismo.
Omar Cepeda, de México, sostuvo que el periodismo es un puente vital para derribar estereotipos y acercar culturas. Resaltó su papel frente a la desinformación y la “infomanía” que imponen las redes. Enfatizó la importancia de narrar con verdad, escuchar con atención y preservar los orígenes éticos del oficio. Advirtió que las fake news alimentan el odio y amenazan la paz social. Y propuso crear redes de colaboración periodística para sostener el intercambio entre países.
El periodista Abubakar Maiga, de Mali, describió la complejidad informativa en el Sahel, donde conviven la información real, la subinformación y la ausencia de datos. Señaló que la falta de recursos impide contrastar hechos, lo que favorece la invención, la desinformación y la propaganda, usadas por todos los actores del conflicto. Advirtió que este ecosistema alimenta tensiones sociales y debilita la confianza pública. Propuso una reforma del sector periodístico, con legislación clara, financiamiento justo y cultura de verificación. Subrayó la urgencia de formar periodistas polivalentes y críticos, con enfoque ético y conocimiento regional.
El español Javier Callejo alertó sobre el auge de la desinformación, impulsada por intereses económicos y amplificada por la inteligencia artificial. Destacó que cualquier persona con un móvil puede ser blanco o vector de noticias falsas. Defendió que todos los periodistas deben actuar como verificadores, y que los gobiernos tienen el deber de educar sobre los riesgos del ecosistema digital.
*Premio mundial de periodismo “Visión Honesta 2023”
La entrada Dakhla: ética, verdad y educación contra la tormenta informativa global se publicó primero en Aurora Israel Noticias en Español.
