A las pruebas me remito

En la columna de hoy, a nueve días de cumplirse un nuevo aniversario del atentado terrorista a la sede de la AMIA en Buenos Aires, voy a mostrar con hechos, lugares y víctimas, el accionar y la responsabilidad criminal del régimen teocrático de la República Islámica de Irán, antes, durante y después de los dos ataques sufridos en nuestro país, y que no dejan lugar a ninguna duda, de la actividad tanto de la estructura diplomática, de inteligencia y de agentes iraníes, como de Hezbollah.

En 1979, una vez constituida la teocracia iraní, el gobierno de Teherán iniciaron las actividades para eliminar a todo aquel considerado una amenaza al régimen, tanto dentro del país, pero también en el extranjero, es así, que sólo entre el año señalado y 1994, fueron perpetrados o se intentaron asesinatos de cerca de 60 desertores, disidentes y miembros de partidos políticos opositores en el exilio, en el Reino Unido, Alemania, Francia, Suiza, Países Bajos y Turquía, y en la mayoría de los casos, operadores de la organización política-terrorista libanesa Hezbollah, fueron los que actuaron en la logística y/o en la ejecución de los ataques.

El primer atentado exitoso, fue el asesinato en febrero de 1984, del general Gholam Ali Oveissi, y su hermano en una calle de París, el militar había sido el gobernador militar de Teherán durante el régimen del Sha, y tanto el Hezbollah, como el grupo Revolucionario para la Liberación y la Reforma, se adjudicaron las muertes, y marcó un período peligroso para los disidentes iraníes en Europa, tal como lo demostró, tres años más tarde, el atentado a Amir Parvis, ex miembro del gabinete del antiguo régimen persa, y presidente del Movimiento de Resistencia de Irán, quién sobrevivió con graves heridas al explotar un coche bomba, frente al Hotel Royal Kensington, en Londres, y meses después, en un departamento de un barrio londinense, fueron hallados muertos y ejecutados con disparos en la cabeza, Ali Tavakoli y su hijo, ambos exiliados monárquicos, y según las investigaciones, los autores pertenecían al grupo Guardianes de la Revolución Islámica, vinculado con Hezbollah.

En julio de 1989, en Viena, Austria, fueron asesinados el Dr. Abdolrahman Ghassemlou, secretario del Partido Democrático Kurdo del Kurdistán Iraní, Abdollah Ghaeri-Azar, representante para Europa del citado partido kurdo, y Fazil Rassoul, representante de la comunidad kurda iraquí, los que fueron muertos por agentes del Ministerio de Inteligencia de Irán, y días después, un operativo del Hezbollah, Mustafa Mahmoud Mazeb, murió cuando le explotó el artefacto explosivo que estaba colocando en el Hotel Paddington, en Londres, y que tenía como blanco el escritor británico-estadounidense, de origen indio, Salman Rushdie, sobre quién aún pesa una fatwa del ayatollah Khomeini, por su libro “Versos Satánicos”, y como dato ilustrativo, el terrorista libanés posee en Teherán un santuario con la inscripción, “Mazeb, el primer mártir en morir por cumplir la fatwa contra Salman Rushdie”.

En abril de 1990, en la localidad de Coppet, Suiza, fue asesinado a tiros el ex embajador de Irán en la ONU, Kazem Radjavi, y hermano del líder del partido opositor iraní MEK, y los resultados de la investigación de la justicia suiza, arrojaron que el ataque, para el que se utilizaron dos vehículos, fue perpetrado por agentes iraníes, que arribaron el mismo día del hecho, con pasaportes diplomáticos, de numeración consecutiva, y todos con el domicilio Karim Khan 40, Teherán, que corresponde al Ministerio de Inteligencia, y dejaron Suiza, tal como llegaron en un vuelo de Irán Air, horas después del atentado.

Un año después, en agosto de 1991, se perpetró uno de los ataques que más conmocionó a la comunidad iraní en el exilio, el asesinato de Chapour Bakhtiar, ex 1er. ministro del régimen del Sha, y Secretario Gral., del Movimiento de Resistencia Nacional de Irán, y su asistente, también iraní, los que fueron hallados muertos apuñalados en el departamento de Bakhtiar en París, y la autoría fue adjudicada a operativos de Hezbollah, pues años antes, el político iraní asesinado, fue víctima de un primer intento de matarlo, en esa oportunidad, quien llevó a cabo el ataque, Anis Naccache, fue detenido por la policía francesa, y la organización terrorista libanesa, secuestró a ciudadanos galos en el sur del Líbano, exigiendo la libertad de Naccache, quién fue deportado a Teherán a cambio de la liberación de los rehenes en manos de Hezbollah.

Siguiendo con las acciones terroristas del régimen de Teherán, en 1992, uno que tuvo resonancia mediática, fue el asesinato del Dr. Sadegh Sharafkandi, Secretario Gral. del PDKI, el mayor movimiento opositor kurdo en Teherán, ocurrido en el restaurante Mykonos, en Berlín, Alemania, y en el que también murieron tres personas que acompañaban a la víctima, y tras la investigación, la Justicia alemana concluyó que el ataque fue perpetrado por una célula de Hezbollah, con apoyo logístico de diplomáticos iraníes, y aquí aparece, un personaje conocido para la Justicia argentina, Ali Fallahian, en aquel entonces, a cargo del Ministerio de Inteligencia, y con una Circular Roja de Interpol por el atentado contra la AMIA, quien un mes antes del ataque en Mykonos, en una entrevista a la TV iraní, se jactó que tenían la capacidad para lanzar “ataques decisivos” contra sus oponentes en el extranjero, que estaban bajo constante vigilancia.

El equipo operativo enviado por Fallahian, llegó a Berlín procedente de Teherán, a principios de diciembre de 1992, encabezado por Abdolraham Banihashemi (a) Abu Sharif, agente del Ministerio de Inteligencia iraní, y el apoyo logístico fue proporcionado por Kazem Darabi, miembro del Hezbollah, que residía en Alemania desde 1980, y parte de la Asociación de Estudiantes Islámicos en Europa, con estrecha relación con la embajada y el consulado iraní, y con el objetivo de reclutar simpatizantes y llevar a cabo tareas de inteligencia sobre blancos del régimen de Teherán, y otros dos miembros del equipo, fueron los miembros de Hezbollah, Abbas Rhayel y Youssef Amin, de todos los implicados en el ataque al restaurante Mykonos, sólo Banihashemi logró fugar en avión el mismo día del atentado, que tras hace escala en Turquía, llegó a Irán, mientras el resto de los implicados fueron aprehendidos, juzgados y sentenciados a penas desde prisión perpetua a 11 años de cárcel, pero lo más relevante del fallo de la Justicia alemana fue, que responsabilizó tanto al líder supremo Ali Jamenei como al entonces presidente, Ali Rafsanjani, y al ministro de RR.EE., Ali Akbar Velayati, como quienes orquestaron el atentado, pero tal como ha sucedido en la Causa AMIA, ninguno de los nombrados a rendido cuentas ante la Justicia.

En 1993, la investigación llevada a cabo por las autoridades alemanas, concluyeron que el asesinato del artista, poeta y político disidente iraní, Fereydoun Farrokhzad, ocurrido el año anterior en la ciudad de Bonn, fue otra operación de agentes de la inteligencia iraní, que ha proseguido con sus actividades terroristas en Europa, y más acá en el tiempo, en el 2015, la Unión Europea, responsabilizó a los iraníes y a operativos de Hezbollah, de llevar a cabo ataques a disidentes radicados en Dinamarca, Países Bajos y Francia, tras la firma del Acuerdo de Lausana, como fueron los asesinatos de Ali Motamed, en Almere, 2015 y Ahmad Molla Nissi, en La Haya, lo que llevó a la autoridades holandesas en junio del 2018 a la expulsión de dos diplomáticos iraníes, mientras que en Alemania, fue arrestado y acusado de conspiración para cometer asesinato, el diplomático iraní Assadollah Assadi, acreditado en la embajada de Irán en Viena Austria, quién junto con un iraní residente en Bélgica, planeó colocar explosivos durante una marcha de disidentes persas en el Centro de Congresos de Villepine, localidad cercana a París, Francia, y tras la detención de Assadi y su cómplice, otros tres sujetos fueron aprehendidos por las autoridades francesas, y quedó probada la relación del citado Assadi al MOIS, es decir, al Ministerio de Inteligencia de Irán.

Pero además, recientemente el ex ministro de los Guardianes de la Revolución, Mohsen Rafighdoost, admitió públicamente en una entrevista, que había ordenado el asesinato de disidentes y opositores iraníes en Francia y otros países de Europa, prácticamente desde la instauración del régimen teocrático de Teherán, incluso, el en persona viajó a París, para las negociaciones por la liberación del ya mencionado operativo de Hezbollah, Naccache, como parte de la liberación de rehenes franceses, tras el frustrado primer atentado contra el opositor iraní Chapour Bakhtiar, y que estuvo a cargo de la financiación de las operaciones a través de una cuenta abierta en el Banco Saderat de Francfort, Alemania, bajo la empresa ficticia KM, y reconoció su cercanía al fundador de la República Islámica de Irán, el ayatollah Ruhollah Jomeini.

La actividad de la red de operaciones para exterior del régimen de Teherán, en Europa, la Unidad 840 del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní, tuvo un incremento entre el 2021 y 2024, unos 34 casos contra disidentes y opositores iraníes, y también la tercerización a través de bandas del Crimen Organizado locales, como ser, Foxtrot en Bélgica, Hell´s Angels en Alemania y Rumba en Suecia, que tienen como blancos ciudadanos o diplomáticos israelíes, y por el caso, el atentado contra el periodista iraní opositor, Pouria Zeraati, en Londres en marzo del 2024, reflejó las declaraciones realizadas, en el 2022 por el Director del MI5, Ken McCullum, que reconoció los planes iraníes de secuestrar y asesinar a disidentes en el Reino Unido, y las del Ministro de Seguridad británico, Tom Tugendhat, en el 2023, en cuanto a la relación de operadores iraníes con el Crimen Organizado, e incluso, el Servicio Canadiense de Inteligencia, en un Informe del 2024, señala que Irán seguirá atacando a quienes considera sus enemigos en el extranjero, razón suficiente para que los miembros de la Unión Europea, tal como lo solicita el Reino de Suecia, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní, sea calificada como una organización terrorista.

Finalizando la columna de hoy, mis conclusiones son las siguientes: primero, las operaciones externas desplegadas por el régimen teocrático de Teherán, que tienen como blancos, a disidentes y opositores iraníes en el extranjero, objetivos de las comunidades judías, ciudadanos y diplomáticos israelíes, estadounidenses y de sus aliados, son un táctica que fue puesta en marcha, ni bien se consolidó la República Islámica, en 1979 hasta nuestros días; segundo, que para llevar a cabo sus operaciones, Irán se vale, tanto de su engranaje diplomático, de las comunidades chiitas en el exterior, y de las conexiones con el Crimen Organizado, y tercero, considero que tales operaciones son actos de terrorismo de un Estado, llevados a cabo por agentes propios, proxis o tercerizados, que no pueden abordarse sólo como un asunto penal, y que obliga a los países democráticos a adoptar una posición común en su contra, para disponer a través de la cooperación internacional, de herramientas de inteligencia y anti-terroristas eficaces y eficientes, para enfrentar esa amenaza que constituye la República Islámica de Irán, por eso la frase elegida para terminar es, “el terrorismo se aprovecha de la libertad que brindan nuestras sociedades abiertas para destruir nuestras libertades”.-