La figura del papa Pío XII, quien lideró la Iglesia católica entre 1939 y 1958, continúa generando intensas controversias. Para algunos, su aparente mutismo frente al Holocausto representa una mancha en la historia vaticana; para otros, su prudente silencio fue parte de una estrategia destinada a salvar vidas en la oscuridad del nazismo.
La reciente desclasificación de documentos vaticanos ha vuelto a poner bajo la lupa el papel que Eugenio Pacelli -nombre secular del pontífice- desempeñó durante la Segunda Guerra Mundial. Una carta descubierta en los archivos del Vaticano, enviada por un jesuita alemán en 1942, revela que el Papa estaba informado de las atrocidades cometidas en campos como Auschwitz, Dachau y Belzec. Su falta de condena pública ha sido duramente cuestionada, pero también defendida por quienes afirman que ese silencio evitó represalias peores.
Una estrategia discreta desde Roma
Pío XII, formado en una familia aristocrática romana y diplomático de carrera, fue nuncio en Alemania y secretario de Estado del Vaticano antes de ser elegido papa. Su experiencia con el régimen nazi lo convirtió en una figura clave en el intento de contener la barbarie sin agravar el conflicto.
Historiadores como Vicente Cárcel Ortí y Andrés Martínez Esteban sostienen que el papa optó por una operación humanitaria secreta para proteger a judíos y perseguidos. Bajo sus órdenes, conventos, monasterios y parroquias fueron abiertos como refugios en Italia, Francia y Hungría. En Roma, cerca de 4.500 personas fueron escondidas en instituciones católicas, y hasta 2.000 hallaron resguardo en la residencia papal de Castel Gandolfo, donde incluso nacieron niños judíos.
Reconocimientos y críticas
Diversas voces han reconocido estos gestos. Golda Meir, entonces ministra de Exteriores de Israel, elogió en 1958 “la compasión” del Papa hacia los judíos durante los años de horror. Israel Zolli, gran rabino de Roma durante la guerra, no solo encontró refugio en el Vaticano, sino que se convirtió al catolicismo en 1945 y adoptó el nombre “Eugenio” en honor al pontífice.
Incluso se reporta que un miembro de la familia Rothschild donó una mansión a la Santa Sede como gesto de gratitud por la ayuda papal. No obstante, las críticas persisten. Autores como John Cornwell, en su libro El Papa de Hitler, aseguran que no hay evidencia suficiente de que el papa emitiera instrucciones directas para proteger a los judíos y lo acusan de haber negociado acuerdos que beneficiaron al régimen nazi antes de la guerra.
Entre el discurso y la acción
Uno de los argumentos centrales de los críticos es la omisión explícita del genocidio en los pronunciamientos papales. De las 40 encíclicas emitidas por Pío XII, ninguna abordó directamente la persecución de los judíos. En su mensaje navideño de 1942 aludió al “aniquilamiento progresivo” de personas por motivos raciales, sin mencionar directamente a los judíos.
Pero quienes defienden su legado recuerdan que cuando los obispos holandeses condenaron abiertamente las deportaciones, los nazis intensificaron la represión, incluyendo la detención de conversos como Edith Stein, posteriormente canonizada como Santa Teresa Benedicta de la Cruz.
La hipótesis de que una campaña de difamación contra Pío XII fue orquestada por la KGB en los años 60, tras la publicación de la obra El Vicario, también ha ganado fuerza en ciertos círculos académicos. Se sostiene que el papa, firme anticomunista, fue blanco de esa ofensiva propagandística en plena Guerra Fría.
Beatificación y legado
En 2009, Benedicto XVI declaró a Pío XII como “venerable”, primer paso hacia la santidad. Sin embargo, su proceso de beatificación se encuentra estancado, no solo por la controversia, sino también por la ausencia de milagros comprobables.
Los documentos revelados hasta ahora muestran a un pontífice informado, preocupado y activo dentro de los márgenes que la situación geopolítica permitía. Como expresó el cardenal Pietro Parolin en 2023: “Pío XII no fue un pontífice indiferente, sino un actor prudente que eligió el camino más efectivo para salvar vidas”.
Una figura aún por descifrar
El debate sobre Pío XII trasciende lo religioso y se instala en el terreno de la ética histórica. Fue, quizás, un héroe sin discursos, pero con actos que marcaron el destino de miles. La historia aún no ha pronunciado su veredicto final.

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