Los BRICS están al servicio del eje China-Rusia y son un mero instrumento en sus manos para acabar con la supuesta hegemonía occidental y norteamericana, principalmente.
Por Ricardo Angoso
Este grupo, creado claramente como contrapeso desde el “sur global” para contrarrestar la supuesta “hegemonía” norteamericana y europea, está conformado por Brasil, Rusia, China, India y Sudáfrica y fue fundado en el año 2010. Constituido inicialmente como un espacio internacional alternativo al G7, integrado por países desarrollados, se ha acabado convirtiendo en la vanguardia antioccidental en el mundo.
Uno de los objetivos de este grupo ha sido desde sus orígenes la sustitución del dólar por “un sistema de divisas más diversificado, estable y predecible”, aunque sin precisar cuál podría ser la unidad monetaria que podría sustituir a la divisa norteamericana. Además, este grupo se ha convertido en los últimos tiempos en una suerte de comparsa de palmeros que le ríen las gracias al autócrata de Moscú, Vladimir Putin, y guardan descarado silencio ante la brutal agresión de Rusia a Ucrania.
El más peligroso de sus miembros es el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva y el más siniestro es el sudafricano Cyril Ramaphosa. Lula da Silva se ha convertido, junto con los presidentes de Chile, Colombia, Venezuela, Cuba y Nicaragua, en la punta de lanza del antisionismo en América Latina -llamando incluso a la destrucción de Israel- y en uno de los principales cómplices de la instalación de células terroristas árabes en el continente, sobre todo procedentes de organizaciones como Hezbollah, Hamás y otras con ramificaciones en Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Cuba. (Irán, país especialmente activo en la región, ha contado con la ayuda del régimen chavista, que no solo abrió sus puertas a operadores iraníes, sino que permitió que la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) y a Hezbollah establecieran bases de operaciones en el país).
En lo que respecta, a Ramaphosa, no olvidemos que el presidente norteamericano, Donald Trump, le afeó en la Casa Blanca su tolerancia, complicidad e incluso condescendencia hacia los asesinatos de granjeros blancos en su país y otros hechos de violencia racial. Trump incluso atenuó las luces del Despacho Oval para reproducir un video de un político de extrema izquierda coreando una canción que dice “Maten al granjero” y le echó en casa al mandatario sudafricano de que los granjeros blancos del país se han enfrentado a una “muerte horrible”. Entre 600.000 y 700.000 sudafricanos blancos se han marchado de esta nación desde que los supremacistas negros llegaron al poder en este país.
DE MOSCÚ A BOGOTÁ, PASANDO POR ASIA Y ORIENTE MEDIO
A los BRICS se le han ido uniendo como socios destacados enemigos de los Estados Unidos y de Occidente, entre los que destacan Bielorussia, Bolivia, Cuba, Irán y Nigeria y otros que no lo son tanto pero que mantienen una clara sintonía en la escena internacional con Moscú, como Kazajistán, Etiopía, Malasia, Uganda, Indonesia, Egipto -siempre jugando a dos bandas entre Moscú y Washington-, Arabia Saudita -con matices-, Turquía -país que hace la vista gorda a las sanciones a Rusia-, Vietnam y Uzbekistán. Recientemente, en un gesto poco diplomático, pues su país atraviesa un periodo crítico en sus relaciones con los Estados Unidos, el presidente colombiano, Gustavo Petro, adhirió a Colombia al Banco del Desarrollo de los Brics y expresó sus anhelos de incorporarse algún día a dicho grupo, tal como ya había hecho Venezuela unos meses antes, pero cuyo ingreso fue vetado inesperadamente por el presidente Lula.
El presidente Trump ya ha anunciado duros aranceles contra Brasil -se habla del 50%, si no hay cambios- y también contra Colombia por su acercamiento a los Brics -se baraja el 10%- y sin duda ambos están en el punto de mira de Washington por muchos motivos. A Brasil se le imponen estos aranceles no solamente por su pertenencia a los BRICS, sino también por el “juego sucio” empleado en el juicio contra el dirigente conservador Jair Bolsonaro. Pero no solamente habrá aranceles contra estos dos países, sino que el presidente Trump ha asegurado que los BRICS buscan “socavar” los intereses de EE.UU., por lo que ve como una “medida necesaria” la posible imposición de un 10 % de aranceles adicionales a los países que se alineen con el grupo.
No cabe duda que los BRICS desafían abiertamente a Estados Unidos, pero también a todo Occidente, tal como se lo vio en los recientes ataques de Israel y Estados Unidos a Irán, para desactivar el programa nuclear iraní, y en la crisis de Gaza, donde la mayoría de los países miembros de este grupo del “sur global” se alinearon y solidarizaron con Teherán y, colateralmente, con Hamás, respectivamente. Estos países condenan el “genocidio israelí” en Gaza, pero nunca han mostrado su pesar por los atentados terroristas del 7 de octubre de 2023 de Hamás contra Israel, en que fueron asesinados de una forma infame más de 1200 civiles israelíes y fueron secuestrados otros 252.
Los BRICS no son neutrales, ni una alternativa del oprimido sur frente al norte opresor, sino una nuevo y mero instrumento del eje China-Rusia, en el que confluyen la creciente cooperación estratégica y la alineación de intereses entre ambos países, una alianza que se ha intensificado en los últimos años, particularmente y no casualmente desde la invasión rusa de Ucrania. ¿Será Taiwán su siguiente objetivo?
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