StartUp Nation – la economía de la tecnología

La transformación de Israel en una potencia tecnológica no fue producto del azar, sino el resultado de una estrategia nacional deliberada, iniciada a comienzos de los años noventa. Lejos de contar con recursos naturales abundantes, el país apostó por su capital humano y la innovación como principal motor de crecimiento. Hoy, con apenas 10 millones de habitantes, supera las 9.000 startups activas y exporta tecnología por un valor que representa el 55% del total nacional.

El origen de este ecosistema se encuentra, en gran parte, en el servicio militar obligatorio. Allí, miles de jóvenes reciben formación técnica intensiva, especialmente en unidades vinculadas a la ciberseguridad y el desarrollo digital. Estos conocimientos prácticos permiten que muchos inicien proyectos propios sin necesidad de completar estudios universitarios, aunque Israel también ha registrado un crecimiento sostenido en el número de graduados terciarios, alcanzando hasta 80.000 por año.

Otro factor distintivo es la mentalidad de riesgo que atraviesa a la sociedad israelí. La seguridad laboral no es una expectativa extendida, como puede suceder en Europa. La cultura emprendedora impulsa a muchos a fundar nuevas empresas tecnológicas, incluso tras el fracaso de intentos anteriores. La tasa de supervivencia ronda el 10%, pero el volumen de creación de startups asegura una renovación constante del ecosistema.

A pesar de una reciente caída del 75% en las inversiones tecnológicas debido a la inestabilidad política, las empresas israelíes continúan desarrollando soluciones en sectores estratégicos como inteligencia artificial, movilidad autónoma, salud e innovación agrícola. Algunos emprendimientos optan por inscribirse legalmente en Estados Unidos para sortear las incertidumbres internas, aunque conservan su núcleo de investigación en suelo israelí.

La decisión de un país de invertir en conocimiento, asumir riesgos y profesionalizar su talento explica, en parte, por qué Israel es hoy uno de los polos tecnológicos más relevantes del mundo. Mientras otras naciones discuten si avanzar o no, Israel ya construyó su propio camino.