Por el Coronel (retirado) Dr. Jacques Neriah
El embajador estadounidense, Thomas Barrack, ha introducido dos cambios potencialmente drásticos para romper el impasse y conducir a las partes a un acuerdo.
El asunto del desarme de Hezbollah en el Líbano se encuentra en un punto muerto. El Gobierno libanés, incluido el presidente Joseph Aoun, ha llegado a la conclusión de que no puede obligar a la desafiante milicia chií a entregar su arsenal al Estado, como se estipula en el acuerdo de alto el fuego basado en la Resolución 1701 del Consejo de Seguridad de la ONU. Imponer tal exigencia probablemente conduciría a un enfrentamiento abierto con Hezbollah y podría hundir al Líbano en otra guerra civil.
Hezbollah se ha alineado estratégicamente con la postura del presidente Aoun, exigiendo una pronta retirada israelí de cinco posiciones estratégicas en el sur del Líbano antes de cualquier discusión sobre su propio desarme. Israel, por el contrario, insiste en lo contrario: Hezbollah debe desarmarse primero antes de cualquier retirada israelí. Hezbollah argumenta que mientras Israel ocupe territorio libanés, sus armas seguirán siendo necesarias para enfrentarse a Israel.
Además, Hezbollah ha declarado su disposición a considerar la entrega de sus armas, pero solo como parte de un acuerdo negociado con el gobierno que incluya una “estrategia de defensa conjunta”. De lo contrario, según Hezbollah, desarmarse equivaldría a rendirse a Israel. Los parlamentarios y líderes de Hezbollah, incluido Naim Qassem, han declarado pública e inequívocamente que nunca entregarán sus armas al Estado libanés, afirmando que están destinadas a una nueva confrontación con Israel.
Desde noviembre de 2024, se han explorado varias opciones. La idea de integrar unidades de Hezbollah en el Ejército libanés, de forma similar a como se integraron otras milicias tras el Acuerdo de Taif de 1990, ha sido rechazada tanto por Estados Unidos como por el presidente Aoun. Este enfoque fue descartado por temor a que pudiera llevar a que Hezbollah tomara el control del Ejército y alterara drásticamente su carácter. El modelo sirio, en el que 3.500 milicianos se incorporaron a un Ejército sirio reestructurado con la aquiescencia de Estados Unidos, también fue considerado y descartado. El Ejército libanés sigue contando con el apoyo financiero de Estados Unidos y Catar, y no hay intención de permitir que los combatientes de Hezbollah, financiados por Irán, reciban un salario adicional. Hacerlo sería, en efecto, “alimentar al propio enemigo”.
Durante meses, los enviados estadounidenses han mantenido conversaciones sobre el desarme de Hezbollah. El exenviado estadounidense Morgan Ortagus adoptó una postura confrontativa, exigiendo al Gobierno libanés un calendario detallado para que Hezbollah entregara sus armas. El Gobierno libanés intentó eludir esta presión, que incluía tres opciones propuestas por Estados Unidos:
1. Desarmar a Hezbollah según un calendario claro (lo cual no ocurrió).
2. Desmantelar el brazo financiero de Hezbollah, la institución Qard al Hassan (lo cual tampoco se llevó a cabo).
3. Comenzar el desarme de los 12 campos de refugiados palestinos, con un proceso programado para el 15 de junio en los tres campos principales alrededor de Beirut (lo cual tampoco se llevó a cabo).
Ortagus, apodada la “estadounidense fea” por el líder druso Walid Jumblatt, fue reemplazada por Thomas Barrack, embajador de Estados Unidos en Turquía y de ascendencia libanesa. Barrack adoptó un tono diferente. En lugar de exigir un calendario, buscó (y obtuvo) la perspectiva libanesa sobre cómo podría proceder el desarme. En lugar de presionar, Barrack enfatizó que el Líbano debe encontrar su propia solución al problema de Hezbollah.
Sin embargo, introdujo una nueva amenaza: sin una solución al problema del armamento de Hezbollah, el Líbano podría convertirse en parte de Bilad al Sham (en árabe, “el Levante”), una referencia a las históricas ambiciones sirias sobre el Líbano. Esta retórica causó pánico generalizado, especialmente ante los rumores de que la ciudad de Trípoli, en el norte del Líbano, y partes del norte del valle de la Bekaa podrían ser entregadas a Siria.
Barrack introdujo dos cambios potencialmente drásticos en la postura estadounidense:
- Diferenciar las facciones de Hezbollah: Barrack sugirió distinguir entre las facciones política y militar de Hezbollah. Hasta ahora, ambas facciones han sido tratadas como parte de una organización terrorista unificada, una postura reafirmada por el portavoz del Departamento de Estado tras las declaraciones de Barrack. Hacer esta distinción podría allanar el camino para negociaciones directas entre Estados Unidos y Hezbollah, similares a la interacción de Estados Unidos con Hamás.
- Desarme selectivo: Más significativamente, Barrack indicó que los gobiernos de Estados Unidos y el Líbano estaban principalmente preocupados por las armas de Hezbollah que amenazan a Israel.
Esto implica que Hezbollah podría conservar otras armas, un enfoque que podría ofrecer tanto a Hezbollah como al gobierno libanés una salida honorable del estancamiento actual.
Fuente: The Jerusalem Center for Security and Foreign Affairs
La entrada ¿Busca EEUU un nuevo enfoque para desarmar a Hezbollah en el Líbano? se publicó primero en Aurora Israel Noticias en Español.