El 18 de julio ya no es una fecha cualquiera. Se ha transformado en un símbolo del dolor, la impunidad y la memoria activa. En esta nueva conmemoración, Radio Jai revive con crudeza y emoción los instantes que marcaron un antes y un después en la vida de miles de argentinos, y en especial en la comunidad judía del país.
Todo comenzó como un lunes aparentemente normal, con resabios de un fin de semana atravesado por el ayuno del 9 de Av —la fecha más trágica del calendario hebreo— y la final del Mundial de Fútbol entre Brasil e Italia. La radio iniciaba un nuevo ciclo con corresponsalías en Jerusalén, y por eso recibió a figuras centrales de la dirigencia comunitaria, Rubén Beraja (DAIA), Alberto Crupnicoff (AMIA) y Oscar Hansman (Organización Sionista Argentina) y al embajador de Israel Itzhak Avirán.
Era un día de inauguración y de esperanza. Pero a los pocos minutos, la ciudad y la historia se sacudieron con un estruendo brutal: el atentado contra la AMIA había dejado un cráter en el centro de Buenos Aires.
La bomba no solo destrozó un edificio. Destrozó familias, biografías, futuros. Y destrozó también la confianza en el Estado, en la justicia, en la verdad.
Desde ese mismo día, Radio Jai asumió una nueva función: ser la voz de quienes ya no tenían voz. Informar, contener, denunciar. Los días siguientes permanecimos casi encerrados en la emisora, se cubrieron las tareas de rescate, la llegada de los equipos israelíes, la esperanza inútil de encontrar sobrevivientes. Y también se dio lugar al trabajo de reconstrucción de la memoria: un libro con los audios de aquella semana, un proyecto educativo llamado Por la Vida, y la inclusión de los registros sonoros en la Biblioteca del Congreso de la Nación.
“31 años, una eternidad”. No es una hipérbole. Porque mientras no haya justicia, el atentado sigue ocurriendo, una y otra vez, cada 18 de julio. A través de la memoria y del compromiso activo, la comunidad reafirma que no se trata de un capítulo cerrado, sino de una herida aún sangrante.
Desde estos micrófonos se denunció de inmediato la maniobra del Memorándum de entendimiento con Irán y se impulsó el juicio en ausencia que finalmente se configuró en una ley que nos traerá algo de justicia cuando los jueces sentencien de acuerdo a las pruebas acumuladas a los prófugos. También desde nuestro espacio y frente a las renovadas manipulaciones y deseos de impunidad denunciamos el asesinato del fiscal Alberto Nisman, la famosa víctima 86 de la cual se hablaba los primeros años. Mantuvimos coherencia, coraje y resiliencia frente a los ataques externos e internos.
El terrorismo buscó sembrar el miedo y el silencio. La sociedad, con sus medios, sus instituciones y su gente, eligió la palabra, la educación y la dignidad como respuesta. Que esa elección no sea solo memoria: que sea también justicia.