Luego de múltiples intentos de fuga y denuncias de graves condiciones de maltrato animal en una granja en el Valle del Jordán, las autoridades israelíes sacrificaron esta semana a una población de cocodrilos.
Los cocodrilos, traídos originalmente en los años 90 al asentamiento israelí de Petzael como parte de un fallido proyecto turístico, vivían en un recinto abandonado donde sufrían abusos extremos, incluyendo falta de alimento.
“El recinto estaba en condiciones inadecuadas que constituían un claro caso de abuso animal. Los animales no contaban con suficiente comida y estaban al borde del colapso.”, declaró COGAT, el organismo israelí que gestiona los asuntos civiles en los territorios ocupados.
Inicialmente concebidos como una atracción turística, los cocodrilos se convirtieron con el tiempo en una carga problemática. Tras el cierre de la granja en 2013, los reptiles quedaron bajo el cuidado de un empresario que planeaba comercializar su piel. Sin embargo, en 2012, Israel prohibió la cría y comercialización de cocodrilos al declararlos animales protegidos.
Desde entonces, su destino había permanecido incierto. Las reiteradas fugas preocupaban a los residentes locales y planteaban riesgos diplomáticos. Para intentar contener la situación, el gobierno invirtió cientos de miles de shekels en reforzar las vallas del recinto, pero los esfuerzos resultaron insuficientes.
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