En un contexto donde el estrés parece haberse vuelto parte habitual de la vida moderna, el neurólogo y docente Dr. Alfredo Firstenfeld explicó cómo funciona este fenómeno desde el punto de vista biológico y emocional. En diálogo con Pensando las noticias, el médico detalló las diferencias entre el estrés “bueno” y “malo”, los efectos que produce sobre el cuerpo y la importancia del equilibrio mental como herramienta de prevención.
“El estrés no es sinónimo de enfermedad. Es una reacción física y emocional ante situaciones desafiantes o peligrosas”, explicó el especialista, y comparó esta respuesta con el reflejo de un gato que, ante la presencia de un perro, se pone en alerta: “Se le paran los pelos, se le acelera el corazón y se prepara para huir o defenderse. Ese mecanismo no es una patología, es instintivo y necesario para la supervivencia”.
En la vida humana, este tipo de reacciones pueden ser beneficiosas: “El estrés positivo moviliza, nos ayuda a resolver desafíos, a enfocarnos. Si voy a una entrevista laboral, me ayuda a pensar qué voy a decir, cómo me visto, cómo me presento. Me activa”, detalló. Sin embargo, advirtió que incluso este estrés puede tornarse perjudicial si no se regula: “Hay quienes se pasan de rosca. Hasta se han dado casos de personas que mueren de alegría, como cuando su equipo mete un gol en un estadio y sufren una descompensación”.
La clave, según Firstenfeld, está en buscar el equilibrio emocional. Retomando conceptos del sabio medieval Maimónides, señaló la necesidad de alcanzar un punto medio: “El equilibrio mental permite tomar decisiones sin herirse ni herir a los demás. Es el camino de oro, un ideal, pero necesario de intentar”.
Al referirse al estrés crónico, el neurólogo destacó cómo puede afectar la calidad de vida: “Una persona que va todos los días a un ambiente laboral hostil empieza a manifestar síntomas físicos: dolor de cabeza, palpitaciones, problemas digestivos. Todo eso bloquea la memoria, afecta el humor y disminuye el rendimiento”. Y explicó que incluso puede llevar a cuadros más complejos como el estrés postraumático, especialmente tras experiencias extremas como accidentes, asaltos o conflictos armados.
“Ese tipo de estrés puede provocar amnesias transitorias. El cerebro se protege bloqueando recuerdos. No es una enfermedad, pero sí una señal de alarma”, sostuvo. Aunque aclaró que hay herramientas para tratar estos cuadros: “La psicoterapia, el ejercicio, el yoga y las redes de contención pueden ayudar a recuperar el bienestar. Pero no todos los casos tienen la misma posibilidad de revertirse, sobre todo cuando hay factores de vulnerabilidad muy altos”.
Antes de cerrar, el Dr. Firstenfeld insistió en la importancia de detectar los síntomas a tiempo y buscar ayuda profesional: “El cuerpo avisa. Si uno se siente mal, tiene que frenar, revisar y buscar el camino de vuelta al equilibrio”.