Una demostración de fuerza compartida
En un gesto que refuerza su asociación estratégica y envía un mensaje directo a Occidente, China y Rusia realizaron ejercicios navales conjuntos en el Mar de Japón, una zona de alto valor geopolítico. El operativo, denominado Joint Sea2025, incluyó maniobras antisubmarinas, ejercicios de defensa aérea, disparos de artillería, simulacros de rescate y despliegue de aeronaves militares.
Desde la cubierta del destructor ruso Admiral Tributs, se realizaron disparos hacia objetivos simulados, mientras helicópteros y aviones de patrullaje —incluyendo un Y-8 chino y un Il-38 ruso— operaban en sincronía. Pekín envió cuatro buques a la zona cercana a Vladivostok para participar en estas maniobras que duraron tres días.
Mensajes cruzados y señales de alarma
El Ministerio de Defensa de China aseguró que el objetivo oficial es “profundizar la asociación estratégica integral”, aunque tanto Tokio como Washington interpretan el despliegue como una provocación. Japón calificó la cooperación militar sino-rusa como una “seria preocupación de seguridad”, y Estados Unidos respondió con el despliegue de submarinos nucleares en el Indo-Pacífico.
En paralelo, el Kremlin anunció el fin de la moratoria sobre misiles de corto y medio alcance, heredada del Tratado INF firmado en 1987. Aunque el portavoz Dmitri Peskov evitó confirmar si habrá despliegues inminentes, dejó claro que Rusia ya no se siente limitada por ningún acuerdo previo.
Un eje que se consolida
La relación entre Moscú y Pekín se ha intensificado desde la invasión rusa a Ucrania en 2022. China no ha condenado el ataque ni ha impuesto sanciones, y aunque se presenta como actor neutral, sus críticas se enfocan más en Occidente que en Rusia. Washington y aliados europeos sostienen que el régimen de Xi Jinping ha facilitado apoyo indirecto a través de insumos tecnológicos y bienes de doble uso.
Ambas potencias han tejido una alianza de facto que opera en distintos niveles: militar, diplomático y económico. En organismos multilaterales suelen bloquear resoluciones contrarias a sus intereses, mientras estrechan lazos energéticos al margen de las sanciones internacionales.
Reacción regional
El fortalecimiento del eje sino-ruso ha empujado a potencias regionales como Japón, Corea del Sur, Taiwán y Filipinas a consolidar alianzas con Estados Unidos. Tokio, por ejemplo, realizó en junio su primera prueba de misiles en territorio nacional desde la Segunda Guerra Mundial y firmó nuevos acuerdos de defensa con Filipinas y Australia.
Tras el cierre del ejercicio Joint Sea2025, China y Rusia anunciaron patrullajes navales conjuntos en el Pacífico como parte de su cooperación habitual. El Ministerio de Defensa chino aseguró que se mantendrán “canales estratégicos abiertos” con Moscú, y no se descartan nuevas maniobras conjuntas en zonas clave como el Ártico o el mar de China Meridional.

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