Hace casi 50 años, el empresario argentino David Jiterman, inspirado en el juego de mesa de estrategia Risk, de 1950, inventado por director de cine francés Albert Lamorisse, creó el TEG o Plan Táctico y Estratégico de la Guerra, un tablero que muestra un planisferio con divisiones –países y subcontinentes-, y un sistema en que el azar de los dados, y las tarjetas con objetivos, invitan a los jugadores a conseguir los mismos, para lo cual son válidas las alianzas, reorganizar fuerzas, y el decidir entre atacar o defender, este entretenimiento, aunque lejana y lúdicamente, es una muestra del “Gran Viejo y Nuevo Juego”, de la pugna por el Poder Global, y quizás esta introducción sea lo suficientemente simple y sencilla, para mostrar la dinámica de esa pugna mundial en la realidad, por eso en la columna de hoy, voy a abordar la expansión del Gigante Asiático en Europa, que no es “cuento chino”, más allá de las meras relaciones económicas, sino de cómo China está afianzando alianzas estratégicas con ciertos países europeos, algo que preocupa a la OTAN, en el marco de las cada vez mayores tensiones, entre ese bloque militar occidental y la Federación Rusa.
Las relaciones entre la UE y China, son de antigua data, se establecieron en 1975, con lo que era la Comunidad Europea, y desde entonces, el bloque europeo es el principal socio comercial de Beijing, que tiene como antecedente los Acuerdos marcos, de 1985, bajo el título, Acuerdo de Comercio y Cooperación entre la UE y China, y que ha servido para ir confeccionando la Agenda Estratégica de Cooperación, adoptada en el 2013, en particular en los sectores de ciencia y tecnología e inversiones, lo que no ha limitado a Bruselas a que en el 2019, a definir al Gigante Asiático, como un socio de cooperación, un competidor económico y un rival sistémico, y desde entonces, el bloque europeo ha tomado medidas tales como, regulaciones anti-dumping, embargo de armas, y desde el conflicto entre Ucrania y Rusia, la postura europea ha sido más crítica, por el apoyo de Beijing a Moscú, más allá que la UE y China, representan un poco más del 30% del comercio global en mercaderías y servicio, y un tercio del PBI mundial.
Es evidente, que los vínculos estratégicos entre Rusia y China, es un factor importante y de preocupación para la seguridad europea, por el caso, cuando en la cuenca del Mediterráneo, ambas potencias llevaron a cabo maniobras conjuntas de sus armadas, pero también, desde que el Gigante asiático hizo pie en el puerto del Pireo, Grecia, con un arrendamiento y explotación exclusiva por 35 años a la empresa China Ocean Shipping Company, que se traduce en la apropiación del 67% del citado puerto, por algo más de 365 millones de euros, más otros 350 millones de la misma moneda en infraestructuras.
Esta jugada de Beijing, obedece a las siguientes razones: 1) asegurarse sus rutas marítimas hacia Europa, 2) garantizarse la importación energética de Medio Oriente, habida cuenta que al menos la mitad de las mismas se realizan con barcos de empresas navieras griegas, 3) de esta forma le devuelve a Washington, con su presencia a través de AUKUS, la alianza militar de EE.UU., Australia y Reino Unido, en el escenario Indo-Pacífico, que involucra el Mar Meridional de China, haciendo lo propio en un área tradicional de influencia estadounidense, y 4) por lo que significa Grecia en la visión estratégica china, debido a ser miembro de la UE, de la OTAN y su ubicación geográfica.
En este contexto, a finales del mes de julio ppdo., justo cuando se cumplen 50 años de relación sino-europea, la UE, a través de su Alta Comisionada para Asuntos Exteriores y Seguridad, Kaja Kallas, quién además es la vice-presidente de la Comisión Europea, le advirtió al régimen de Beijing, que el apoyo que le brinda a la estructura militar de Rusia, es considerado como una amenaza a la seguridad regional, si bien, no hay acuerdos militares significativos y públicos entre China y algunos países del bloque europeo, que puedan ser considerados como alianzas, aunque si existen relaciones militares y de defensa de diversos tipos, como ser en los sectores de la seguridad marítima, contra el terrorismo, comercio legal de armas y capacitación y entrenamientos, y en este último punto, es el que me voy a abordar seguidamente, que involucra a un tradicional aliado europeo de Rusia.
Semana pasadas, más precisamente entre el 19 y 28 de julio, se ha formalizado la alianza estratégica-militar entre Serbia y China, con las maniobras conjuntas de fuerzas especiales de ambos países, al que se denominó Guardián de la Paz 2025, en el que participaron, la 72ª. Brigada de Fuerzas Especiales de Serbia y unidades de elite del Ejército Popular de China o FOE –Fuerzas de Operaciones Especiales-, donde se buscó la coordinación operativa, el intercambio de conocimientos y el rol de las mismas en el escenario internacional, obviamente, los Ministerios de Defensa chino y serbio, en sus comunicados, declararon que los ejercicios han servido a ambas partes, en cuanto a la cooperación bilateral y a la defensa.
No sólo por estas declaraciones oficiales, el hecho de realizarse maniobras conjuntas, en el caso de Serbia, es una muestra que el país balcánico se ha convertido en un nuevo socio estratégico de China en el escenario europeo, en el que el gobierno de Belgrado, no es miembro de la OTAN ni tampoco de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, del que forman parte: Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, la que fue establecida en el 2002, con el objetivo de garantizar la seguridad colectiva de sus Estados miembros, a través de la cooperación político-militar, pero si Serbia es un declarado aliado de Rusia.
Por su lado, China se ha convertido en un socio importante para Serbia, tanto en el sector blando, como el comercio y la tecnología, como asimismo en el sector duro, con la venta a Belgrado de drones, misiles tierra-aire y otros sistemas de defensa, lo que nos muestra que la cooperación militar entre ambos Estados, está más afianzada y robustecida.
Pero, esta expansión e influencia del Gigante Asiático en territorio europeo, no se refleja sólo con lo señalado respecto a Serbia, pues también, y antes de las maniobras conjuntas sino-serbias, más precisamente a principios del mes de julio del año ppdo., China desplegó tropas en suelo bielorruso, realizando ejercicios conjuntos por once días con distintas Unidades de las FF.AA. de Bielorrusia, en momentos en que la OTAN y la UE acusan al gobierno de Minsk de militarizar sus fronteras, en particular, las que tiene en común con Polonia, en tanto que el Ministerio de Defensa chino afirmó oficialmente, que el entrenamiento llevado a cabo en cercanías de la localidad bielorrusa de Brest, distante a sólo 140 km de Varsovia, ha tenido el objetivo de mejorar el adiestramiento y las capacidades de coordinación de las tropas participantes, pero no olvidemos, que el régimen de Aleksander Lukashenko, es el más leal y cercano aliado estratégico del presidente ruso Vladimir Putin, y que Bielorrusia se unió a la OCS u Organización de Cooperación de Shanghai, de la que también son miembros algunos de los Estados de la citada Organización del Tratado de Seguridad Colectiva, como ser además de Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán, en fin, otra muestra que Beijing devuelve a Washington y a la OTAN, la expansión e influencia estadounidense en el escenario Indo-Pacífico.
Prueba de lo señalado, son las maniobras conjuntas llevadas a cabo en este mes de agosto, entre Rusia y China, denominadas Joint Sea 2025, que tuvieron lugar en la región de Vladivostok, y consistieron en ejercicios navales y aéreos, con el objetivo de consolidar la cooperación militar, y tiene un más que relevante mensaje simbólico y geopolítico, dirigido a los EE.UU. y sus aliados en el escenario Indo-Pacífico, en particular, por los ejercicios militares conjuntos en el Mar de Japón, llevados a cabo por las armadas estadounidense y nipona días pasados, lo que nos muestra un desafío significativo en el equilibrio de poder en aquella región.
Tal como se puede deducir, las relaciones entre la OTAN y China es por demás compleja, caracterizada por las recurrente crisis y tensiones, para la Alianza Atlántica el Gigante Asiático, representa un desafío al Orden Global y una amenaza a la seguridad de la organización, y un actor decisivo en el apoyo económico y diplomático a Rusia en el contexto del conflicto ruso-ucraniano, a lo que suma la cooperación en el sector militar y de la defensa, con Estados europeos aliados de Moscú, como los señalados en la columna, Bielorrusia y Serbia, todo lo cual marca importantes diferencias en intereses geopolíticos, y esto, es lo que ha llevado a la OTAN, a fortalecer a través de nuevas alianzas con Estados del escenario Indo-Pacífico, de la misma forma que lo hace China, y tal como lo dejó en claro el Secretario Gral. de la Alianza, Mark Rutte, que acusó a Beijing de expandir significativamente sus fuerzas militares, en tecnología furtiva, en el desarrollo de misiles hipersónicos y en su arsenal nuclear.
Por su parte, la República Popular China, percibe también a la OTAN como una amenaza a su seguridad y sus intereses, como una fuerza militar expansionista, tanto en el espacio Indo-Pacífico como en Europa Oriental, coincidiendo en este punto con Moscú, y como un instrumento de los EE.UU., en su objetivo de mantener su influencia global, una visión de Beijing, concordante con su cambio en Política Exterior, de la otrora “Diplomacia del Panda”, caracterizada por un postura más contemplativa, que caracterizaba su ascenso pacífico, por la imprimida desde la llegada al poder de Xi Jinping, las “Diplomacias de las Deudas y la del Lobo Guerrero”, la primera, en el ámbito geoeconómico, donde limita o condiciona la capacidad a los países deudores a asumir decisiones soberanas, estimándose en U$S 22.000 millones la deuda a pagar por cerca de 100 Estados a Beijing, según datos del Banco Mundial, y la segunda, en el ámbito geopolítico, más agresiva y revisionista, caracterizada por el uso de una retórica confrontativa, las demostraciones del poder militar y reivindicaciones territoriales, como el caso Taiwán.
Es así, que a principios del mes pasado, China y la UE han llevado a cabo un acercamiento de sus relaciones, en gran parte, como consecuencia de las políticas arancelarias impuestas por el presidente estadounidense Donald Trump, de ahí las reuniones del Canciller chino Wang Yi, en Bruselas, en el marco de las 13a. conversaciones estratégicas, con la Comisionada de RR.EE. del bloque europeo, Kaja Kallas, precedida por las reuniones por separado que tuvo Wang con la presidente de la Comisión Europea, Úrsula Von Der Leyen y con el presidente del Consejo Europeo, Antonio Costa, reuniones éstas que dieron lugar a la cumbre del 24 del mes ppdo., en Beijing, China, celebrando los 50 años de relaciones diplomáticas, pero donde los líderes europeos expresaron sus preocupaciones por el apoyo de Beijing a Moscú, en el marco del conflicto en Ucrania, solicitando al presidente Xi Jinping su influencia para poner fin a la guerra, mientras que el mandatario chino, instó al bloque europeo a mejorar la cooperación con su país, y a tomar decisiones estratégicas correctas, además, señaló que los desafíos que enfrente hoy la UE no provienen de China, obviamente haciendo alusión tácita a la política arancelaria de Washington, y todo esto, transcurrió en un clima de tensión y mutuas recriminaciones, lo que refleja las difíciles relaciones entre el Gigante Asiático y la UE.
En este contexto, con una China expandiendo su influencia y su presencia en el ámbito de la UE y de la OTAN, el pasado viernes 8 de agosto, el presidente Vladimir Putin se comunicó con el líder chino Xi Jinping, a quién le comunicó los resultados de su encuentro en Moscú con el enviado especial del presidente Donald Trump, Steve Witkoff, expresándole Xi, que le complacía que los EE.UU. y Rusia, mejoraran sus relaciones y la búsqueda de una solución política al conflicto ucraniano, un asunto complejo que no tiene soluciones simples y que China, además de ratificar su alianza con Rusia, siempre apoyará la paz y las negociaciones, y cabe agregar, que el presidente ruso hizo lo propio también con el 1er. Ministro de la India, Narendra Modi, país al que Washington le impusiera un 50% de aranceles, por la compra de petróleo ruso, a pesar de la guerra en Ucrania, pero no olvidemos, que tanto China como India, son los dos principales socios de Moscú en el bloque de los BRICS y con una alta influencia y presencia, tanto geoeconómica como geopolíticamente, en el denominado Sur Global, y todo esto antes de reunión que sostendrán Putin y Trump, el próximo viernes 15 de agosto en Alaska, EE.UU., donde se abordará el conflicto europeo mencionado.
Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: 1ro. obviamente, más allá de lo irónico del prólogo, aludiendo al juego de mesa TEG, el escenario global está caracterizado por una interdependencia compleja, a través de la dinámica de las relaciones entre los distintos actores estatales y no estatales, que conlleva a las conformación de bloques, alianzas y también a conflictos y crisis; 2do. de la misma manera, no hay cuento chino, pues China se ha convertido en la gran potencia que le compite a los EE.UU., por liderar un Nuevo Orden Mundial, a través de una expansiva política exterior, donde combina elementos de Poder Blando, como ser en lo geoeconómico, como elementos del Poder Duro, en lo geopolítico, y donde la Euro Zona es un objetivo para Beijing; 3ro. por su parte, para la UE, es preocupante el déficit comercial con el Gigante Asiático, de aproximadamente 305.800 millones de Euros en el 2024, que lo atribuye al excedente de capacidad industrial china, al dumping y a las duras medidas impuestas por Beijing, relacionadas con las exportaciones de minerales críticos y tierras raras, a lo que se suma las fuertes críticas al apoyo de China a Rusia, en el marco del conflicto en Ucrania, sin olvidar las acusaciones a las violaciones a los DD.HH. por parte del régimen chino, a lo que se suma la influencia y presencia de China, en su “Mare Nostrum”, el Mediterráneo, y los Acuerdos en el campo Militar y de la Defensa con algunos países europeos; 4to. en síntesis, las relaciones entre la UE y China, en la actualidad, están marcadas por la “desconfianza estratégica” y las recurrentes tensiones, por lo cual, la frase elegida para terminar es de Henry Kissinger, que dijo: “los hechos rara vez se explican por si mismo, su importancia, análisis e interpretación, al menos en el mundo de la Política Exterior, depende del contexto y la relevancia de aquellos.”.-
