Hoy quiero compartir un pequeño gran logro personal con la audiencia de Radio Jai.
Hace casi un año iniciaba un nuevo proyecto en redes sociales: pasar del medio escrito al medio audiovisual. De una simple y ya medio perimida página web, bautizada ‘blog’ en aras de modernizar el concepto, sumar plataformas como Instagram y TikTok.
En otras palabras: trascender mi propia generación y el irreversible destino del paso del tiempo. Que mis inquietudes, reflexiones, y algunas ideas, fueran compartidas también con gente más joven que uno. Que el esfuerzo de quince años no sucumbiera bajo el peso de los años.
Para eso, claramente, había que cambiar los medios y en buena medida el mensaje. Y si no el mensaje, por lo menos el lenguaje. Con el apoyo de una muy joven profesional en el mundo de las redes sociales nos largamos a la aventura. Mi reconocimiento y agradecimiento público a la Lic. Orli Leffler.
A poco menos de un año de haber entrado al mundo TikTok, sin apoyos, publicidad, ni campaña alguna, y tratando exclusivamente temas judíos y sionistas, hemos sobrepasado el millar de seguidores. Me consta que como escala, a nivel comparativo, es un número modesto.
Sé que jamás seré ‘viral’. El parámetro de TikTok es especialmente relevante por su espontaneidad, por su diversidad, por su anonimato. Un poco más de mil personas escucharon una idea que les pareció merecedora de estar pendientes de más. Con eso tengo bastante.
De escribir editoriales o columnas de entre una y dos carillas formato A4 a escribir guiones para un minuto o poco más de video hay una distancia enorme. De razonar con tiempo, lógica, y alguna metáfora a proponer con desafío, asertividad, y contundencia, un esfuerzo apreciable. Hubiera sido imposible sin Orli. Los guiones son producto del trabajo asociado.
El mérito por la edición, compaginación, y el producto final es todo suyo. Suyo es el ritmo, el lenguaje audiovisual, e incluso algunos detalles de la composición espacial.
Cuando el director de Radio Jai, Miguel Steuermann, me invitó a sumar una columna semanal me sentí, por supuesto, halagado. Más allá del reconocimiento que suponía, era una oportunidad de llegar a un público masivo como sólo una radio en Buenos Aires puede lograr; además, judía.
Ceder un espacio, confiar en su contenido, y apostar a la diversidad de opiniones no son valores que debamos dar por sentado. Por eso, mucho antes de este fenómeno de las redes sociales sobre las cuales intento surfear la ola, Radio Jai me permitió dar el salto en formato y en cantidad.
Hoy hay quienes esperan el newsletter de TuMeser, mi blog de quince años. Otros están atentos a mi columna de los miércoles en Radio Jai. Ahora muchos me siguen en X, IG, y TikTok. En realidad, no importa tanto (sí un poco, admito) cuántos son, sino que sigan escuchando.
El actor Alan Rickman, poco propenso a las entrevistas, dijo una vez que la principal cualidad de un actor, a diferencia de lo que se cree, es saber escuchar. Si todo el mundo es un escenario, saber que somos escuchados, aunque sea en el instante efímero de un posteo en redes sociales, ya vale la pena.
