Lalo Schifrin: el argentino judío que convirtió la música en una misión universal

El mundo de la música y el cine perdió a uno de sus más grandes creadores el 26 de junio de 2025, cuando falleció a los 93 años en Los Ángeles EE. UU. Boris Claudio “Lalo” Schifrin, el pianista, compositor, arreglador y director de orquesta argentino que impuso su sello en Hollywood y más allá.

Nacido en Buenos Aires el 21 de junio de 1932, en una familia judía askenazi, Schifrin recibió desde niño el legado musical de su padre, el violinista Luis Schifrin, concertino del Teatro Colón y la sensibilidad comunitaria de su madre, Silvia. Creció entre partituras clásicas y los cantos litúrgicos de la sinagoga, que, según él contaba, moldearon su sensibilidad musical con modos menores, melancolía y cadencia espiritual.

En Buenos Aires participó activamente en la comunidad judía argentina, ofreciendo conciertos en instituciones e integrándose en círculos culturales que forjaron su identidad. Con una beca viajó a París en los años cincuenta, donde se perfeccionó en el Conservatorio con Olivier Messiaen y Charles Koechlin. De día estudiaba armonía y orquestación; de noche, absorbía el jazz de los clubes bohemios. Esa convivencia de tradición e innovación le permitió fusionar el legado judío con el lenguaje universal del jazz y lo sinfónico.

De regreso en Argentina creó su propia orquesta de jazz moderno, que rápidamente destacó por su audacia armónica. El trompetista Dizzy Gillespie lo descubrió, lo invitó a Estados Unidos como pianista y arreglador, y así comenzó una etapa decisiva. En Nueva York encontró un fuerte respaldo en la colectividad judía estadounidense, participando en festivales, conciertos comunitarios y eventos benéficos, cimentando sus vínculos con la cultura judía global. Su consagración llegó en Hollywood. A partir de los años sesenta, se destacó como compositor original e innovador. El tema de “Misión Imposible” (1966), en compás de 5/4, se volvió un símbolo de tensión, modernidad y audacia. Desplegó su talento en bandas sonoras emblemáticas como Bullitt (1968, con Steve McQueen), Dirty

Harry (1971, con Clint Eastwood), Operación Dragón (1973, con Bruce Lee) y Cool Hand Luke (1967, con Paul Newman), construyendo la atmósfera sonora que define cada film. Su carrera fue coronada con seis premios Grammy, seis nominaciones al Oscar —culminando con un Oscar Honorífico en 2018—, cuatro nominaciones al Emmy y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. Pero lo que lo distinguió fue su capacidad de cruzar fronteras musicales: del jazz al sinfónico, de la tradición judía al cine y la música popular. La impronta judía y su vínculo con Israel fueron marcas indelebles en su arte. Humanidad, porte y legado familiar De presencia distinguida —cabello blanco peinado hacia atrás, mirada introspectiva, porte sereno—, Schifrin combinaba perfeccionismo con calidez. Dirigió orquestas de primer nivel

La London Symphony, LA Philharmonic, la Israel Philharmonic, esta última con inmenso éxito ya que siempre fue recibido como un hijo dilecto cuando regresa a su Tierra. Grabó discos de culto y colaboró con artistas como Plácido Domingo. En lo personal, estuvo casado con Sylvia Schor y luego con Donna Cockrell.

Tuvo tres hijos —William, Frances y Ryan— quienes optaron por carreras audiovisuales, aunque no musicales. Su apellido, no obstante, se convirtió en sinónimo de excelencia y legado artístico. Su partida en 2025 fue llorada desde Buenos Aires hasta Tel Aviv, desde Hollywood hasta París. La colectividad judía mundial lo elogió como embajador cultural de la diáspora —fue el músico que tradujo su identidad en melodías capaces de tocar al mundo. Schifrin ha sido mucho más que el creador de Misión Imposible: fue un puente entre mundos, un artista que convirtió la herencia judía de su infancia en una obra universal capaz de emocionar a millones. Cada vez que suena esa melodía imposible, resuena el genio irrepetible de un porteño judío inmortal.

 

Investigación y redacción Marta Arinoviche

 

Theme from Mission Impossible played by Lalo Schifrin (1995)