Israel intensificó sus operaciones en Yemen con una serie de ataques aéreos dirigidos contra la capital Saná, en un operativo que buscó afectar tanto instalaciones estratégicas como una reunión de alto nivel de la dirigencia hutí.
Los ataques, confirmados por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y el ministro de Defensa Israel Katz, ocurrieron mientras el líder rebelde Abdul-Malik al-Houthi transmitía un discurso. Testigos en la capital describieron el impacto como un “sismo”, con columnas de humo en el sur y oeste de Saná.
Una ofensiva selectiva contra el liderazgo hutí
Fuentes de seguridad israelíes señalaron que el objetivo principal fue una reunión de ministros hutíes, incluido el titular de Defensa y el jefe del Estado Mayor del grupo, Muhammad al-Ghamari. Aunque no está claro si los líderes fueron alcanzados, la operación fue descrita como el ataque más dramático de Israel en Yemen hasta ahora.
El ministro Katz evocó las plagas bíblicas al advertir: “Después de la plaga de la oscuridad viene la plaga de los primogénitos”, en aparente confirmación de que los altos mandos hutíes eran el blanco principal. La coordinación incluyó al jefe del Estado Mayor Eyal Zamir y al primer ministro Benjamín Netanyahu.
Escalada y respuesta regional
El ataque del jueves se produjo días después de bombardeos israelíes en Saná que dejaron al menos 10 muertos y más de 100 heridos, tras un proyectil hutí con bomba de racimo dirigido a Israel. En total, se trató del decimosexto ataque israelí contra posiciones hutíes desde noviembre de 2023, cuando el grupo rebelde comenzó a lanzar drones y misiles hacia Israel y contra buques en el mar Rojo.
Los hutíes justifican sus acciones como “solidaridad con Gaza”, mientras que Israel denuncia su papel en la desestabilización regional y en amenazas a la navegación internacional.
Contexto internacional
El operativo israelí coincidió con la decisión de Francia, Alemania y el Reino Unido de reactivar sanciones de la ONU contra Irán por su programa nuclear. El mecanismo de “réplica” contempla congelar activos, limitar acuerdos armamentísticos y reforzar el embargo sobre misiles balísticos.
Teherán condenó la medida como “injustificada e ilegal”, mientras mantiene su respaldo político y militar a los hutíes.
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