Por Yoel Guzansky
En los Emiratos Árabes Unidos, Bahréin y también ahora en Omán, las Visas Doradas se han convertido en una herramienta para atraer capital extranjero y fortalecer la economía local.
Lo que estos tres países comparten es el deseo de utilizar las Visas Doradas no solo como un beneficio prestigioso, sino también como un medio estratégico para diversificar sus economías.
Los Emiratos Árabes Unidos han liderado este campo desde 2019, ofreciendo permisos de residencia de cinco o diez años a inversores, emprendedores, profesionales altamente demandados (ingenieros, médicos, científicos) y estudiantes destacados, sin necesidad de un patrocinador local.
La visa ofrece numerosas ventajas, como la posibilidad de traer a familiares, libertad de movimiento fuera del país y acceso a servicios de salud y educación.
Bahréin ha lanzado un programa de residencia que permite a las personas vivir y trabajar en el país y también está abierto a inversores inmobiliarios.
Esta medida se creó para diferenciar al pequeño reino en medio de la creciente competencia en el Golfo, aunque enfrenta desafíos similares, como la creación de valor económico real para la economía local, además de cuestionamientos sobre la efectividad de dicha medida en un país con recursos más limitados.
Omán se suma oficialmente a la tendencia y este mes lanzará un programa de residencia de cinco a diez años.
El requisito inicial es una inversión de al menos 250.000 riales omaníes (unos 650.000 dólares) en bienes raíces, un emprendimiento comercial o un depósito bancario a largo plazo.
Esta medida se da en el contexto de la mejora de la situación financiera de Mascate, la disminución de la deuda pública y el crecimiento de la emisión de bonos y las inversiones en energías renovables.
Sin embargo, el desafío para Omán es cómo convertir el programa en una herramienta eficaz para atraer capital de calidad e innovador, en lugar de simplemente expandir las inversiones inmobiliarias tradicionales, manteniendo al mismo tiempo la estabilidad financiera y una identidad económica única en comparación con sus vecinos del Golfo.
Los países del Golfo buscan no solo diversificar sus economías y proporcionar a la economía local las profesiones necesarias, sino también convertirse en un centro internacional de conocimiento profesional.
Al mismo tiempo, la estructura del programa, las opciones de inversión y los requisitos de los solicitantes difieren entre los tres estados.
Estos países deben equilibrar el deseo de atraer inversionistas con las críticas públicas e internacionales de que la residencia se está convirtiendo en un producto financiero.
A esto se suman las preocupaciones sobre el lavado de dinero, así como las dudas sobre en qué medida el capital entrante crea valor económico real y no solo actividad especulativa en el mercado inmobiliario.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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