“Bendito eres Tú, Eterno, D’os nuestro, Soberano del universo, que libera a los prisioneros”
Del rezo judío matinal.
Asistir y ayudar.
Abordar el tópico de “judíos en cárceles” constituye un verdadero desafío. El que esto escribe, siente que, en este punto, hay un vacío en nuestra respuesta por lo menos comunitaria.
Aunque, entre los gentiles o entre los no-judíos, los judíos tenemos la fama de que nos ayudamos y nos apoyamos los unos a los otros. Que somos unidos.
Asistir y ayudar sin juzgar, se constituye uno de los máximos desafíos planteados a todo buen hebreo, y cumplir el mandamiento de “Redención a los cautivos” o en hebreo “Pidión Shevuyim”. Un mandamiento que se fundamenta en intentar rescatar judíos secuestrados, injustamente encarcelados, esclavizados, y que hoy por hoy, adquiere tremendo valor, para con nuestros hermanos en prisión, juzgados por tribunales no judíos, y que se encuentran en “riesgo de vida”.
Esto último, se sustenta en que existe una diferente óptica entre la ley civil de cualquier país de residencia y la ley judía. La ley judía tendría una función correctiva más que punitiva.
La Sangre de tu prójimo.
En las fuentes judías encontramos las bases a este accionar, sea en la Torá, en el Talmud (Tratado de Gittin), y en el Shulján Arúj o Halajá o Ley judía del Rabino Yosef Caro.
Versículos como: “Y amarás a tu prójimo como a ti mismo”, o “No detengas ante la sangre de tu prójimo” del libro de Vaikrá o levítico (19-16), de donde emana el precepto de salvar a una persona que puede encontrarse en algún peligro.
Una luz en la oscuridad.
La valiosa, vital y meritoria labor del rabino Shaúl Bonino, y de su sra. esposa Malka, apoyados por el Rabinato del grupo ortodoxo de Satmer de Estados Unidos, posibilita visualizar un rayo de luz y esperanza en medio de tanta oscuridad, para un conjunto de 15 judíos (hombres y mujeres), alojados en establecimientos carcelarios como el de Ezeiza y el de Marcos Paz, no lejos de la Capital Federal, en la provincia de Buenos Aires.
Capellanía Israelita Argentina.
La función del clérigo de brindar apoyo espiritual y emocional a personas en situación de riesgo y necesidad.
Escuchar y acompañar a los detenidos.
Provisión de comida kosher, brindar tefilín y taletim. Oficiar y congregar para poder hacer tefilá. Hacer escuchar el Shofár.
Lectura de la Torá y de la Meguilá de Purim. Celebrar la Pascua o Pésaj. Y poder festejar las altas fiestas con los reclusos.
Estar presente, ya que en muchos casos se va dando un progresivo alejamiento familiar.
La capellanía también otorga (pone a disposición) una línea telefónica, para que los privados de su libertad puedan contactar al capellán en momentos de alto voltaje, cuando sube el tenor de la angustia y la desesperación de ese enclaustramiento forzado.
Brindarse. Los judíos olvidados. Final.
La mayoría de estos hermanos judíos se encuentran ahí por delitos económicos. Aún alojados en sectores especiales, con otros reos de “buena conducta”. Con todo esto, su vida corre peligro, de ser agredido por otros reclusos.
Además, siempre existe el riesgo de suicidio.
Ni hablar de otros que, pueden haber ido a parar a la prisión en razón de falsas denuncias.
En verdad, algunos tienen condena, mientras que otros imputados se encuentran procesados y en situación de prisión preventiva. Aguardando un juicio detrás de los barrotes.
Para concluir: El Rabino Bonino entiende que el proceso de acompañamiento debe darse siempre, más allá del curso legal en todos los casos. El objetivo último es el arrepentimiento sincero o teshuvá, y de ser posible la reinserción social tras obtener la anhelada libertad.
Su conocimiento claro, de esta difícil pero necesaria misión, y obvio su relación cotidiana con el Servicio Penitenciario Federal (SPF), hacen de él una persona de gran valor para el conjunto comunitario.
También, me ha comentado que otros detenidos no judíos se acercan buscando escucha y contención emocional.
Para finalizar, mi amistad con el rabino Bonino, pasó la prueba de varias décadas de duración. Su templanza, su capacidad para generar la empatía necesaria, hacen que sea el hombre adecuado para enfrentar el desafío de poder ingresar luz espiritual en un ámbito que solo podríamos calificar como desolador.
Una sana envidia recorre mi ser. El rabino y amigo ha logrado acoplar el ritual y la bondad.
Y finalizo como me dijo un antiguo compañero rosarino: “hay que ser un buen judío y un judío bueno”.
En definitiva, sacar la Torá a la calle, y que su mensaje humanístico también penetre en otros ámbitos (donde muchos consideran que no tendría cabida). Fuera de los Batei Knéset y Yeshivot (fuera de las Sinagogas y casas de estudio o Seminarios Rabínicos).
Y depositarla ahí, justamente ahí, donde tanto o más se necesita.
Solo en el acto generoso se logra unir a la letra sagrada con su espíritu.
Shavua Tov. Jodesh Tov
Dr. Natalio Daitch
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