Más allá de Ucrania

Este año se conmemora el 80° aniversario del final de la 2da. Guerra Mundial, que en el teatro bélico europeo fue posible el 8 mayo de 1945, con la rendición incondicional de la Alemania nazi, y que en el caso del escenario oriental, tras los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, se dio el 2 de septiembre de ese mismo año, pero entre ambas fechas, en el mes de agosto, en la reunión de Yalta, se definió el Orden Mundial, y así el mundo se encaminó hacia la Guerra Fría, el período de la Bipolaridad que finalizó en los años 90, con el colapso del Imperio Soviético, y en el que Europa aspiraba a una paz duradera, sin embargo hoy vemos que no es así.

En principio, esa Rusia pos-soviética, la de Putin, y la Europa de la OTAN, debían definir su futuro, entre la confrontación o la integración, y tal como lo señalé, en mi columna del 9 de febrero de 2022, a pocos días de la invasión rusa a Ucrania, el conflicto ucraniano, podía ser un punto de inflexión en la Historia de Europa y en la estrategia global de los EE.UU..

Pero hagamos un poco de memoria, el Pte. George H.W. Bush, durante la Cumbre de Malta, en diciembre de 1989, le aseguró al premier Mijaíl Gorbachov, que los EE.UU. no se aprovecharía de la crisis soviética y de las revoluciones en Europa Oriental. Luego, el Secretario de Estado, James Baker, se comprometió con Gorbachov, en febrero de 1990, en la reunión de Helsinki, ante el reclamo de garantías del líder soviético, que la OTAN no se expandiera al Este, pues eso sería inaceptable para Rusia, Baker le aseguró que la Alianza Atlántica no lo haría “ni un centímetro”, sin embargo, un año más tarde la OTAN comenzó a recibir como Estados miembros, a países que habían sido parte del bloque soviético, Bulgaria, Rep. Checa, Croacia, Estonia, Letonia, Lituania, Eslovaquia, Eslovenia, Hungría, Montenegro y Polonia.

Más tarde en 1994, el Pte. Bill Clinton, por consejos de Henry Kissingar y Zbigniew Brzezinsky, más la presión ejercida por el canciller alemán Helmut Kohl y otros dirigentes pos-comunistas, decidió formalizar la ampliación de la OTAN, lo cual provocó la reacción de Rusia, por considerar que se alteraba su espacio de influencia y seguridad, y esto obligó a que en la Cumbre de París de 1997, se firmara el Acuerdo OTAN-Rusia, el que contemplaba asistir adecuadamente a Rusia, pero de no concretarse, despertaría un nacionalismo revanchista, y el renacimiento de la visión hegemónica regional rusa, lo que significaría la vuelta a la Bipolaridad Geopolítica, por supuesto, las circunstancias reseñadas, hoy no se mencionan, pero si la violación del Memorando de Budapest, de diciembre de 1994, que contemplaba las garantías de seguridad, frente amenazas o el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de Ucrania, lo que efectivamente se produjo el 24 de enero del 2022, cuando el Pte. Vladimir Putin, decidió la invasión rusa al territorio ucraniano, pero a mi entender, “nadie está libre de tirar la primera piedra”.

Así las cosas, con el conflicto ruso-ucraniano activo, más allá de las reuniones y conversaciones últimas en Alaska y en Washington D.C., que como recordarán reseñé en mi columna de hace dos semanas atrás, titulada “Mucho ruido y pocas nueces”, Rusia busca ampliar su influencia y presencia en la región de los Balcanes, aprovechando para reforzar e incentivar el histórico nacionalismo paneslavo.

Veamos, la península balcánica siempre ha tenido una importancia, e interés estratégico, para las grandes potencias, tanto desde el punto de vista geopolítico como del geoeconómico, pues es un puente en las rutas entre Oriente y Occidente, en particular, se presenta como una cuña en el Mediterráneo Oriental, pues es un nodo entre los países de Europa Central y del Este, Turquía, Medio Oriente y el Magreb, un área por donde no sólo atraviesan las rutas del transporte comercial, sino también, las vías energéticas.

Por otro lado, los Balcanes alberga una población con una diversidad étnica, lingüística, religiosa y cultural, así encontramos, eslavos, albaneses, griegos, turcos y en menor proporción latinos, pero los primeros – los eslavos-, marcan una preeminencia sobre el resto, no olvidemos que el término “Yugoslavia”, se traduce como “eslavos del sur”, y más allá de su disolución en la primera mitad de la década de los años 90 del siglo pasado, Serbia constituye el actor regional principal, y que ejerce un efecto centrípeto respecto al resto de las entidades estatales y grupos eslavos.

Este escenario ha posibilitado el renacer del sentimiento separatista, algo que Rusia está fogoneando, en función de expandir su influencia, y que se traduce en la actual crisis que vive la República Federativa de Bosnia-Herzegovina, que se inicia para fines de febrero ppdo., cuando el Pte. de la República de Sprska o República Serbia de Bosnia, una de las tres entidades que componen la entidad federativa, Milorad Dodik, desconoció la autoridad institucional de la Federación, a lo que se ha sumado que el Parlamento de Sprska, decidió dar lugar al proceso de secesión, sin olvidar dos condimentos, uno es la fuerte relación de la entidad separatista con Serbia, y el otro, los buenos y estrechos vínculos personales que tiene Dodik con el Pte. ruso Putin, prueba de esto, durante el 2025 ya se realizaron tres encuentros en Moscú entre ambos.

Ante este panorama, se puede inducir que la República de Sprska, podría constituirse en la “cabeza de playa” de Rusia, que parece ver en una eventual declaración unilateral de independencia de aquella, una excelente oportunidad para convertirla en un Estado Satélite de Moscú, y que si le sumamos la alianza o apoyo estratégico, que tiene con Serbia, con Eslovaquia y con Hungría, estos dos últimos miembros de la UE y de la OTAN, le permite a Rusia, lograr su objetivo geopolítico de ampliar su influencia en los Balcanes, e impedir u obstruir, que Serbia y Montenegro, queden bajo la influencia de Occidente.

También, en la agenda del Kremlin está previsto, que la secesión de la República de Sprska, pueda decidir por su unión a Serbia, habida cuenta que Belgrado siempre ha visto a la región serbo-bosnia, como parte de su territorio, pero en caso que no se diera esta anexión, para Putin, la República de Sprska serviría de Estado Tapón, tal como sucede con, Transnistria con Moldavia, u Osetia del Sur y Abjasia con Georgia.

Pero Moscú, para reforzar su objetivo, ha enviado instructores militares a los Balcanes, más precisamente a Serbia, en donde hay campos de entrenamientos en la localidad de Radenka, en el que se capacitan militarmente a elementos serbo-bosnios, a rumanos, a búlgaros y a moldavos, sumado al suministro de todo tipo de armas, y coordina operaciones para grupos paramilitares, a través del Centro Humanitario Ruso-Serbio, ubicado en la ciudad de Nis, Serbia.

Obviamente, el Kremlin ha negado esa presencia y apoyo logístico, sin embargo, a raíz de las nuevas tensiones entre Serbia y Kosovo, en agosto del 2022, Rusia envió elementos de la Wagner Group a los Balcanes, la que anunció públicamente, la apertura de una sede del grupo en Serbia, a través de un “centro cultural y de cooperación”, la Organización Orly, pero aclarando que se hallaba en la región, sólo para la protección de ciudadanos rusos y garantizar la estabilidad, que afirman, no puede dar Occidente desde la descomposición de Yugoslavia, pero también, la Wagner tiene sólidos vínculos con la organización mafiosa Izmailovskaya, que le proporciona cobertura en el reclutamiento, el tráfico de armas, y operaciones logísticas.

Y la cosa no queda ahí, otro grupo es el denominado “Centro Ruso de Reclutamiento de Espías”, que ha tenido un rol importante, en el 2017, en un intento de golpe de estado en Montenegro, con el objetivo de impedir que ese país ingresara a la OTAN, y el que está presente y activo en Serbia y Kosovo.

Como se puede apreciar, los planes de Rusia no se limitan a la República de Sprska, pues desde el punto de vista estratégico, le es muy importante tener una proyección al Mar Mediterráneo, por lo cual, la República de Montenegro es también un objetivo, teniendo en cuenta los 300 km de costa montenegrina a orillas del Mar Adriático, y a la histórica alianza entre Serbia y Montenegro, quienes junto a Bulgaria y Rumania, participan del sentimiento paneslavista y del cristianismo ortodoxo, que ya los hacía identificarse con el Imperio Zarista desde el Siglo XVIII, que desde entonces, Rusia buscaba una salida a las aguas cálidas del Adriático, y por ende la vía al Mediterráneo.

Es entonces, que desde épocas del Imperio Zarista, que se edificó el mito de la “Madre Rusia”, que ha servido para consolidar el “Destino Manifiesto Ruso”, en los Balcanes, en el que contribuyeron, intelectuales, dirigentes y líderes políticos y también los estamentos militares, luego tras la instauración de la URSS, en el principio no hubo grandes diferencias en las relaciones de Moscú con las entidades balcánicas, pero tras la 2da. G.M., las cosas variaron, alternando tensiones y lazos cordiales, hasta que se dio el distanciamiento promovido por el Mariscal Tito, a partir de 1948, y su Movimiento de Países No Alineados, pero tras la muerte del líder yugoslavo, y el colapso de la Federación Yugoslava y del Imperio Soviético, los vínculos de Rusia con los países balcánicos se reconstituyeron, en particular, con Serbia y Montenegro, marcados por el revisionismo nacionalista ruso y el sentimiento paneslavista, y el catalizador fue, el conflicto de Kosovo para finales de los 90, y la intervención armada de la OTAN, y en este escenario, Rusia no sólo respaldó a Serbia, hizo lo propio con Montenegro, que para ese entonces, estaba unida aún a Serbia, hasta el 2006, cuando se separó pacíficamente, y hoy constituyen dos Estados independientes, pero con excelentes relaciones, y comulgando ambos de ese sentimiento paneslavo, que Moscú alienta y protege, y que el conflicto ucraniano ha reforzado, algo similar a lo que sucede con Bielorrusia.

Y este objetivo estratégico de Moscú de expandir su influencia y su presencia en los Balcanes, se da por que la estructura de seguridad europea, construida tras el final de la Guerra Fría, la que se basaba en el fortalecimiento de las instituciones de la UE, el crecimiento y desarrollo económico sostenible, que se reflejara en un rol de importancia en el comercio global, las políticas dirigidas a la integración y reducción de los nacionalismos xenófobos y el afianzamiento de la OTAN con las garantías de los EE.UU., todo esto se fue deteriorando, lo que fue aprovechado por Rusia, primero en el 2008 en la guerra de Georgia, luego en el 2014, con la anexión unilateral de la península de Crimea, y finalmente, la invasión a Ucrania en el 2022, y en este escenario, al otro lado de los Balcanes, en la región del Báltico, se está levantando una “Cortina de Hierro”, que se está extendiendo desde Finlandia hasta la frontera tripartita de Polonia, Ucrania y Eslovaquia, más de 2.900 Km., es decir, que se extiende a lo largo de las fronteras orientales de Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, y ¿en qué consiste esta “Cortina de Hierro”?, en la instalación de defensas de alta tecnología, sensores para alertas tempranas, sistemas de defensa antiaérea y un “muro de drones”, tal como se decidió en la reunión de Riga, del 2024, donde además de los países bálticos ya mencionados, se sumó Noruega, y obviamente, para concretar este proyecto, será necesario la amplia cooperación de los Estados participantes, y que debe ser tomado como un elemento disuasorio, en particular, si se llega a un final de la Guerra en Ucrania, y Moscú vuelve a desplegar su fuerzas a lo largo de sus fronteras con los países bálticos.

Mientras tanto, el pasado 30 de agosto, en Tiajin, China, se celebró la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai, donde el Pte. Putin se reunió con el 1er. Ministro de la India Narendra Modi y con los presidentes de Turquía, Recep Tayyip Erdogan y el de Irán, Masoud Pezeshkian, y en el día de ayer, 2 de septiembre lo hizo con el líder chino Xi Jinping, y aprovechará el desfile militar de hoy, en conmemoración del 80° aniversario del final de la 2d. G.M., en el Pacífico, para encontrarse con el norcoreano Kim Jong Un, y aprovechar para combinar una reunión bilateral, todo lo cual nos muestra por un lado, que Rusia tiene apoyo de ese importante bloque geopolítico y geoeconómico, que involucra a países de Asia y Asia Central, y por otra parte, la clara identificación de un bloque anti-occidental constituido por Rusia, China y Corea del Norte.

Finalizando la columna de hoy, mis reflexiones son las siguientes: 1ro., es evidente que estamos asistiendo a una “Neo Guerra Fría”, que se percibe claramente en Europa; 2do., esta situación es consecuencia de no haberse resuelto positivamente la encrucijada pos final de la Guerra Fría, “Confrontación o Integración”, en relación a Rusia y Occidente; 3ro., la guerra en Ucrania ha sido un catalizador, para la expansión de la influencia rusa en los Balcanes, como para el proyecto de seguridad de los países del Báltico; y 4to., tal como lo adelanté en mi columna del 9 de febrero del 2022, el conflicto ruso-ucraniano, marca un punto de inflexión en la Historia de Europa y en la estrategia de los EE.UU., y es por todo lo reseñado, que me viene a la mente la frase del pensador romano del Siglo IV, Pluvio Flavio, en su obra “De Re Militari”, “Si vis pacem, para Bellum”, es decir, “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”.-