Infancia y formación en Múnich (1915–1930s)
Gretl Braun nació en Múnich en 1915, la menor de las tres hijas de Friedrich Braun, maestro de escuela, y Franziska Kronberger, costurera. Creció en una familia de clase media donde la discreción era considerada una virtud esencial. Desde muy joven, Gretl aprendió a vivir bajo la sombra de su hermana mayor, Eva Braun, quien pronto desarrollaría una fascinación por Adolf Hitler.
Durante su adolescencia trabajó en el estudio de fotografía de Heinrich Hoffmann, fotógrafo oficial del Partido Nazi, el mismo lugar donde también trabajaba Eva. Esta posición le permitió observar de cerca los primeros contactos entre su hermana y el futuro dictador.
La vida en el círculo íntimo de Hitler (1930s–1943)
Hitler, que cultivaba la idea de una familia simbólica en su entorno, permitió que Gretl se incorporara de manera estable a la vida social en el Berghof, su residencia en los Alpes bávaros. Allí, Gretl circulaba entre jerarcas nazis, ministros y generales, aunque siempre en un segundo plano.
Testimonios posteriores de secretarias como Traudl Junge la describen como una joven más ligera y rebelde que Eva: fumaba, bromeaba con los oficiales y no siempre se ajustaba al rígido protocolo impuesto por Hitler. Sin embargo, el Führer la aceptaba porque en ella encontraba un reflejo de la “normalidad familiar” que tanto anhelaba proyectar.
Una boda impuesta: Salzburgo, 3 de junio de 1944
El momento decisivo en la vida de Gretl llegó cuando Hitler dispuso que se casara con Hermann Fegelein, oficial de las SS y ayudante de Heinrich Himmler. La boda se celebró en el Palacio Mirabell de Salzburgo, con el propio Hitler, Himmler y Martin Bormann como testigos de honor.
Para el Führer, el matrimonio tenía un objetivo político: consolidar los vínculos entre su familia simbólica y la élite de las SS. Para Gretl, en cambio, fue una unión marcada por la obediencia. Durante tres días hubo festejos en el Berghof y en el Nido del Águila, pero el ambiente estaba ya ensombrecido por la inminente catástrofe militar: apenas días después desembarcaban los Aliados en Normandía.
La caída del Tercer Reich y la ejecución de Fegelein (1945)
La fachada matrimonial se derrumbó rápidamente. Fegelein era un hombre ambicioso, mujeriego y dado al lujo, más preocupado por sobrevivir al colapso nazi que por la lealtad conyugal. En abril de 1945, mientras Hitler se atrincheraba en el búnker de Berlín, Fegelein intentó huir. Fue capturado ebrio y vestido de civil en un apartamento de la capital, con dinero y documentación para escapar.
La sentencia fue fulminante: Hitler ordenó su ejecución por deserción y traición. El 28 de abril fue fusilado en los jardines de la Cancillería. Dos días después, Hitler y Eva Braun se suicidaban en el búnker.
En medio de ese derrumbe, Gretl, embarazada, se refugió en el Berghof. El 5 de mayo de 1945 dio a luz a su hija, Eva Bárbara, a la que nombró en memoria de su hermana.
El silencio en la posguerra (1945–1987)
Tras la derrota alemana, Gretl adoptó una vida discreta. Cambió de residencia varias veces, empleó nombres falsos y finalmente rehizo su vida en Baviera. En 1954 contrajo matrimonio con Kurt Berlinghoff, con quien llevó una existencia apacible y sin protagonismo público.
A pesar de su cercanía con Hitler, Gretl nunca fue acusada formalmente de crímenes de guerra ni de participación activa en el régimen. Sin embargo, el estigma del apellido Braun la persiguió hasta el final de sus días.
La tragedia familiar volvió a golpearla en 1971, cuando su hija Eva Bárbara se suicidó tras la muerte de su novio en un accidente de coche. Gretl murió en 1987, a los 72 años, en la localidad bávara de Steingaden.
Epílogo: una vida entre la sombra y el silencio
Gretl Braun encarna la figura de quienes vivieron demasiado cerca del epicentro del nazismo sin haber sido protagonistas directos. Su destino estuvo marcado por las decisiones de otros: la fascinación de su hermana por Hitler, la imposición de su matrimonio y la traición de su esposo.
La historia de Gretl es también la de la ambigüedad moral de una generación: testigos privilegiados, beneficiarios indirectos y, al mismo tiempo, sobrevivientes que optaron por callar. Como ella misma confesó una vez: “Toda mi vida aprendí a no preguntar demasiado. La curiosidad era un lujo peligroso en nuestra familia.”

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