Por Yoel Guzansky
Israel atacó a los líderes de la organización terrorista Hamás mientras se encontraban en Doha, capital de Qatar.
El ataque tiene implicaciones no solo para las negociaciones sobre la liberación de los rehenes y para la reputación de Hamás y su capacidad para funcionar como hasta ahora, sino también para Qatar, su estatus y su posible desempeño en un papel similar en el futuro.
Hasta el ataque, Qatar, junto con Turquía, era el actor externo con los vínculos más estrechos con Hamás, lo que le otorgaba una influencia decisiva sobre la organización y las negociaciones para la liberación de los rehenes.
Esta conexión ha terminado, al menos temporalmente.
El ataque perjudica gravemente a Qatar, su estatus y su prestigio, y sobre todo, su capacidad para servir como “supermediador” en la región y beneficiarse de los numerosos beneficios de este papel, especialmente de Estados Unidos.
Egipto podría ahora ganar mayor peso en las negociaciones, pero no necesariamente ejerce la misma influencia que Qatar sobre los miembros restantes de la dirigencia de Hamás.
Es probable que la mayoría de los países árabes condenen a Israel y apoyen a Qatar, cuya soberanía fue violada.
Sin embargo, estas declaraciones no serán más que palabrerías.
Hamás sigue siendo un problema, e incluso una amenaza, para los pragmáticos estados árabes.
Estos tampoco lamentan el golpe a Qatar, ya que muchos perciben su política exterior como imprudente y perjudicial para sus intereses.
Estados Unidos probablemente estaba al tanto del asunto mucho antes del ataque, aunque solo fuera por su presencia militar en Qatar.
Israel no habría actuado sin la aprobación de Estados Unidos, a pesar del esfuerzo actual de Washington por distanciarse del suceso.
La participación estadounidense es significativa, ya que ayudará a mitigar algunas de las consecuencias negativas tanto en el ámbito político como en el mediático, donde Qatar tiene una fuerte influencia.
Si bien es cierto que Estados Unidos tiene una influencia considerable sobre Qatar, también es cierto lo contrario: en los últimos años, Qatar se ha convertido en un socio cercano de Washington, tanto en la región como fuera de ella.
Aunque el ataque tiene un importante poder disuasorio, podría perjudicar indirectamente las relaciones de Israel con otros Países del Golfo.
Si bien algunos son rivales de Qatar y resienten sus vínculos con organizaciones como Hamás, es probable que ahora muestren solidaridad, condenen a Israel e incluso tomen medidas en su contra, por ejemplo, en foros internacionales, en un momento en que sus relaciones con Israel ya están tensas por la guerra en Gaza.
Fuente: INSS – The Institute for National Security Studies
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